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“Las víctimas no denuncian para que el agresor siga omnipresente”

La Oficina de Víctimas y el juzgado exigen mejoras en los aparatos para no limitar la libertad de mujeres maltratadas

“Las víctimas no denuncian para que el agresor siga omnipresente”

El espíritu del sistema no deja de pender de un frágil hilo, del difícil equilibrio entre dotar de la suficiente protección a las víctimas y, a su vez, de tratar de que hagan una vida normalizada y olviden su maltrato. Pero el sistema tiene grandes boquetes de mejora. “Hay víctimas a las que el dispositivo les genera una continua sensación de persecución y acoso y eso no se traduce en una actuación en el momento preciso. El sistema provoca muchas disfunciones a la víctima en su vida diaria porque siguen en el sometimiento a nivel psicológico. El agresor continúa omnipresente en su vida. ¿Para eso ha puesto la denuncia y se ha activado la orden de alejamiento? Ello les genera una hiperactivación de alarmas. Las víctimas tienen que poder elegir. Quitarse el dispositivo debe ser más sencillo, más a la carta. Hay que reservarlo para pocos casos y, a los meses, que las víctimas digan si quieren seguir con él”, resume Izaskun Gartzaron, responsable de la Oficina de Víctimas del Delito, sede en la que las mujeres agredidas exponen todos estos miedos.

“Necesitan que el sistema les permita elegir las notificaciones que reciben. Que si el agresor frecuenta su trabajo por la noche y ellas solo trabajan durante el día, no les llegue un mensaje que ya les perturbe toda la noche. Es un sistema que requiere de mejor tecnología. Y en ciudades pequeñas como Pamplona tiene que permitir fijar menos metros de alejamiento, porque la norma son 500 metros en línea recta y, de ese modo, en una ciudad como esta, o en un pueblo, el dispositivo te lanza avisos demasiado a menudo”, expone la jueza.

Los especialistas en la atención psicológica a víctimas, como Josean Echauri, del gabinete Psimae, recuerda que dichas incidencias “generan incertidumbre en las víctimas. Son aparatos que están pensados para dar seguridad, no para generar angustia. Y a su vez hay agresores que van siempre al límite del alejamiento que se les fija, buscan hacerse notar, estar siempre presentes en la vida de las víctimas”. Echauri recuerda que da seguridad pero cuando hay fallos y las víctimas son conscientes, se alteran y se ponen nerviosas. Al final delegas en un aparato tu seguridad, pero es muy invasivo y genera ansiedad, más aún cuando comprobar la alerta puede tardar horas”.

La psicóloga Juana Azcárate, también de Psimae, reconoce que con el sistema actual el agresor puede seguir causando daño. “Puede seguir provocando pequeños sustos en la víctima que él puede manejar sin llegar a incurrir en un quebrantamiento. El agresor campa a sus anchas mientras que la víctima está encerrada. Si no hay una situación de riesgo real, se debe avisar solo al agresor. Muchos de estos agresores son psicopáticos y narcisistas y lo siguen usando como otra forma de maltrato”.