Si bien en su día protagonizó grandes quiebros y recortes en la cara del toro, y que seguro que ha hecho quites de mérito en muchas plazas en las que ejerce su labor, pocas veces a Javier Jiménez González, cirbonero de 34 años, vecino de Valtierra y jefe de lidia en la plaza de Cadreita y en otras localidades riberas, pocos días le ha sonado tanto el teléfono y le han llegado tantos aplausos después de una actuación en el ruedo. “No sabes la de gente que me ha escrito agradeciéndome el trabajo”, recuerda.
La tarde del miércoles Javi, de 34 años, que habitualmente trabaja en una granja de lechones y en la ganadería Santos Zapatería de Valtierra, reses bravas que pertenecen a la familia de su pareja, ejercía de director de lidia en las fiestas de San Miguel de Cadreita. Dice que la plaza de la localidad ribera es una de las más acogedoras para los ganaderos porque es bonita, antigua, dentro del pueblo y que permite el lucimiento de los animales. Se encontraba abarrotada, porque la ganadería de Arriazu de Ablitas lleva muchos aficionados a los festejos y detalla que “la gente estaba a coscorrones entre la grada. Esos animales arrastran mucha gente aficionada allá donde van”. Si el día anterior ya habían tenido algún susto en el burladero con un capón de la ganadería de Merino, de Marcilla, la tarde del miercoles estaba siendo entretenida pero sin percances.
Hasta que llegó un animal colorado de Arriazu, de cornamenta importante y buen peso, que durante unos minutos apretó con su bravura a algún recortador pero tampoco demostró demasiada querencia por las tablas. “Así como a otras vacas les ves las intenciones desde que salen, y ves que van buscando la barrera, se van midiendo, van saltando, esta no había hecho ni un amago. Y le dije a un recortador en el burladero: Ay madre, por algo habrá traído Víctor (Arriazu) esta vaca aquí. Y en ese momento la vi arrancar y pegó un bote sin pensarlo”.
Jiménez, como se observa en un vídeo viralizado de 30TV, actuó como una centella. Desde que la vaca pone las patas en la barrera, él tarda cinco segundos de cronómetro en llegar al lugar y sujetarle los cuernos con toda su fuerza para que la res no se revuelva contra los espectadores. “Viendo el vídeo me parece que voy mucho más rápido del recuerdo que yo tengo al hacerlo en directo. Ahí me pareció todo más lento. Pero lo que pensé fue que había mucho público y que había que actuar de inmediato. Y me tocó a mí hacerlo. No había margen de maniobra, había que ir a por la vaca como fuera y cogerla porque había mucho peligro. Con un animal así, lo que hay que intentar es cogerle de la cabeza para tratar de inmovilizarla. Y eso es lo que hice. Alguien se tenía que tirar el primero. Y una vez que la tenía agarrada, el resto de compañeros echaron una buena mano para sujetarla”, rememora Jiménez.
En su relato va lanzando otras claves de por qué el suceso no fue a mayores. “Cuando le cogí de los cuernos me di cuenta que la vaca hacía mucha fuerza y es que, entre los asientos del graderío y el callejón, hay un hueco vacío por el que empezaba a sacar el cuerpo, ya asomaba por ahí los cuartos traseros. Así que le hice palanca con la cabeza porque si no se iba por el agujero, luego tratamos por todas las formas de enderezar el cuerpo del animal y decidimos que lo más factible era tratar de devolverla al ruedo como fuera, era lo más seguro que volviera a la plaza. Ahí, como se ve en las imágenes, les comenté a los chicos que estaban ayudando que lo mejor era girarle un poco el cuerpo para voltearla y, además, porque yo tenía el burladero enfrente y, en caso de que no le cambiáramos la postura, me iba a estrellar contra el burladero. En todo momento lo que pensaba era en no soltarle la cabeza”, explica el jefe de lidia. Y así ocurrió.
El astado se pegó un costalazo al caer a la arena y Jiménez, a su lado y asido a la cornamenta, también sufrió un buen golpe en las costillas. “Pero la verdad es que podía haber sido mucho peor y por ahora no me duele. Al menos lo contaremos como una anécdota porque por suerte no le pasó nada grave a nadie. De hecho, hoy me había puesto a recordar que ni siquiera la ambulancia tuvo que abandonar el festejo, con lo cual fue la mejor señal de que no ocurriera nada y de esa forma pudimos continuar con el espectáculo”.
Este navarro 100% taurino y que se recorre plazas por toda la Ribera empezó a conocer el oficio con solo 16 años de edad, cuando ya ejerció de jefe de lidia en su pueblo natal, Cintruénigo. A partir de ahí había visto lances semejantes, saltos de vaquillas a la calle o entre el público en Cadreita, Caparroso o Villafranca, “pero ninguno de ellos me tocó tan en primera persona. Hay que estar preparado físicamente pero en una situación así hay que pensar con la cabeza. Es un tema mental más que otra cosa. Saber hacer y conocer el oficio”.