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Ezkaba a la espera

Este fuerte, atalaya en el paisaje de Iruñerria, arrastra décadas de olvido sobre su realidad, la de un duro penal donde se produjo una fuga histórica reprimida a fuego

Imagen con las consecuencias del incendio en el fuerte.Unai Beroiz

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El incendio del fin de semana en Ezkaba ha vuelto a poner encima de la mesa la situación de compás de espera en torno al futuro del Fuerte como lugar de memoria. A la espera de que el convenio anunciado entre Navarra y el Estado desatasque una situación que administrativamente resulta compleja, pero que debe encontrar pronto una salida, en favor de un enclave tan singular en la Comarca de Pamplona.

Esta instalación militar fue un penal desde 1934 hasta 1945. En las últimas décadas ha aumentado un poco el conocimiento sobre su historia. Pero para revocar aquel fundido en negro interesado en el franquismo y durante largos años de democracia sigue pendiente a día de hoy plasmar un acuerdo que permita contextualizar históricamente este emplazamiento tal y como se merece.

En eso están el Gobierno de Navarra y el Gobierno de España, en un convenio a punto de cristalizar. Como señala la vicepresidenta segunda y consejera Ana Ollo, la conciencia de la necesidad de preservar el valor histórico del Fuerte de Ezkaba comenzó a escenificarse primero en Navarra, en la ley foral de Memoria de 2013, que “ya cita el penal”. Desde 2015, el Gobierno de Navarra “comparte con las asociaciones memorialistas que el Fuerte de San Cristóbal es un lugar de memoria emblemático” al igual que el Parque de Sartaguda. Y desde 2022 la ley de Memoria Democrática habla también de declarar este Fuerte como enclave de memoria estatal.

Un aspecto del interior del Fuerte. | FOTO: JOSÉ LUIS LARRIÓN

La consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera constata la “importante complejidad jurídico administrativa” del Fuerte. Por un lado, explica, es un Bien de Interés Cultural declarado por el Ministerio de Cultura. Además está la construcción está adscrita al Ministerio de Defensa, “con lo cual está dentro de ley de Seguridad Nacional”, y por parte de Navarra forma parte del PSIS Parque Ezkaba, medioambiental, además de lugar de memoria.

Como indica Ollo, este “es un lugar de muchas protecciones”, pero a la vez expuesto al vandalismo, a las imprudencias o al propio aislamiento. El incendio del pasado fin de semana devuelve protagonismo a la realidad de este lugar y a la necesidad de una nueva forma de abordar su existencia.

Seguirá siendo de defensa

Ollo destaca que los Gobiernos de Navarra y de España comparten que este es un lugar de memoria. El incendio no ha supuesto novedades en el discurrir administrativo. El Gobierno foral y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática están trabajando desde hace año y medio en un convenio de colaboración contemplado en la ley de Memoria Democrática para esa declaración como lugar memorial.

Enfermos del sanatorio penitenciario en 1945, siete años después de la fuga. | FOTO: ARCHIVO AYUNTAMIENTO DE PAMPLONA

El borrador ya dispuesto debería dar lugar a un redactado final que se firmase a comienzos de otoño. El convenio definitivo dejará claro que el Ministerio de Defensa es el titular del espacio. El convenio define las líneas de colaboración “para organizar y ejecutar un programa de uso”, y “qué tendría que hacer cada Administración”. El Estado “colaboraría en la custodia, vigilancia y conservación del inmueble en tanto al propiedad siga siendo del Estado, del Ministerio de Defensa”, que también favorecerá las visitas, “de forma que al Departamento de Memoria y Convivencia nos permitieran el acceso y la organización de estas. Ahora mismo, señala, el Ministerio de Defensa solo abre el Fuerte una vez al mes para estos fines.

Aún sin diagnóstico

Una vez firmado el convenio se “elaborará un diagnóstico de cuál es la necesidad de conservación del bien”, que no está hecho. Por lo tanto, cualquier obra que se pueda acometer correspondería al Estado, requerirá un tiempo, y tal vez esté sujeta al devenir de la actual legislatura.

Mientas tanto, el Gobierno de Navarra se comprometerá a impulsar un proyecto memorialista, diseñado por el Instituto navarro de la Memoria. La idea es “poner en marcha un centro de interpretación histórica del Fuerte y de sus usos carcelarios, e implementar un régimen de visitas, por ejemplo, conectado al programa ‘Escuelas con memoria’, y un “mantenimiento” de los alrededores del espacio.

Respecto a la titularidad del inmueble, Ollo no descarta cambios a futuro. “El Ministerio de Defensa desde el año 2015 ha pasado por diversas etapas, pero sí estaba dispuesto a una sucesión, pero también entendemos en Navarra que para ello tiene que haber un espacio seguro y garantizado.

Centro de memoria

El convenio, que Ollo espera que se firme “cuanto antes”, reparte atribuciones. Una vez se firme, observa Ollo, el Gobierno de España “con unos presupuestos prorrogados tiene más difícil” una ejecución para la conservación y el mantenimiento del Fuerte. El objetivo y compromiso del Gobierno de Navarra es hacer allí un centro de memoria, en la entrada de la instalación. Pero conveniarlo es el primer paso. De momento, Ezkaba, Pamplona y la Comunidad Foral siguen a la espera. El fuerte que contempla, sus presos y represaliados merece por fin una memoria institucionalizada tras décadas de olvido y desdén.

Fotos de la zona afectada por el incendio en el fuerte de San Cristóbal del monte EzkabaUnai Beroiz

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Fermín Ezkieta: “Hay que ver la fortaleza como un activo”

Fermín Ezkieta (Pamplona, 1960) es el autor del libro Los fugados del Fuerte de Ezkaba, publicado por Pamiela, que va por su quinta edición. “Fue la mayor fuga carcelaria de la historia de Europa”, subraya. Miembro de la asociación Fuerte de Ezkaba GR 225 Ezkabako Iheslariak, dedicada a promover la creación y mantenimiento de ese itinerario, que sigue la ruta de la fuga desarrollada por los presos, declarada lugar de memoria por el Gobierno de Navarra.

De la curiosidad al conocimiento

Ezkieta se presenta en su libro como un hombre curioso. “De ahí la perplejidad ante el desinterés oficial” durante muchos años sobre una fuga de una enorme magnitud, ocurrida, como escribe, “en la puerta de casa”, que “suscitó más reseñas en el New York Times que en la prensa local durante cuarenta años”. “Gentes sencillas, arrebatadas de su mundo y arrojadas a un infierno del que se ven abocadas a escapar, empujadas a una fuga con tintes de gesta, sepultada después en el anonimato”.

Rehabilitación acotada

“Hay que ver la fortaleza como un activo”, señala este especialista, que pone como ejemplo diversos lugares de memoria en diferentes países. A eso añade la “importancia de la recuperación de al propia memoria de la sociedad en Navarra” La fuga, incide, fue un “acontecimiento que tuvo una repercusión mundial”. Para él, resulta “innegociable que la fortaleza se ajuste a la ley de Memoria Democrática de octubre del 22. Dice que no se trata de acometer “una rehabilitación faraónica de 160.000 metros, pero sí que con una cantidad relativamente corta de dinero, se pueda hacer una rehabilitación de la zona del cuerpo de guardia” junto con unos paneles explicativos, porque “la construcción como edificio está muy bien asentada”.

Dar a conocer la historia

Ezkieta cree que con la creación de un cuerpo de guías que se responsabilicen de las visitas, como hacen ahora una vez al mes los militares”, y se ponga más énfasis en los contenidos de memoria. A eso se añadiría la instalación de vigilancia nocturna. En cuanto al acceso, considera que “se tiene que tender a restringir” la entrada de los coches particulares, en favor de autobuses eléctricos de la Macomunidad “a demanda”.

La dimensión de la fuga

Fueron 795 presos fugados documentados, de los cuales 206 fueron asesinados en los montes. Entre los capturados, 14 fueron fusilados el 8 de agosto en la Ciudadela como “promotores” tras un juicio sumarísimo. a los que se añaden 45 fugados que capturados, fallecieron en el Fuerte hasta 1943, según explica Ezkieta. “Las vidas de sus protagonistas no deberían caer en el olvido. Conocerlas nos hace mejores”, sentencia este especialista.

Como él mismo escribe en su libro, además del sangriento desenlace, no hay que perder de vista el contexto histórico y humano del caso, en plena Guerra Civil. Las evasiones carcelarias proyectan una sugerente imagen de riesgo y aventura, pero se forjan en la cruel vida penitenciaria. No solo son gesta, también sufrimiento” antes y después de la fuga.

Dentro del penal, en unos espacio abovedados de unos 26 metros cuadrados se hacinaban entre 20 y 25 presos. Según los testimonios recogidos no había ni bancos ni mesas para comer. La humedad, el frío, la carencia de condiciones higiénicas mínimas, la falta de luz eran parte de esa realidad. “La participación en la fuga vino motivada por un encierro que conducía a los presos a una muerte lenta”. Ezkieta recoge en su libro que el representante de la Cruz Roja Internacional, Horace d´Pourtaleès, había visitado el penal poco antes de la fuga y criticó las condiciones de vida de los reclusos. De esa visita se hizo eco la embajada británica en Hendaia a su ministro Halifax el 4 de junio de 1938.

De justicia

Sobre el silencio que ha rodeado al historia de Ezkaba, Ezkieta plantea que “no proviene solo de la férrea censura de la dictadura. Sería cuestión de hablar largo y tendido de lo que ocurrió en la Transición”. El “criterio de pasar página”, rememora, se impuso al de verdad, justicia y reparación. Sin embargo, prosigue, “a partir del siglo XXI” la cuestión se reactivó en favor de la tríada, y en contra de “mantener el silencio”.

Escribió uno de los fugados del presidio, Leopoldo Cámara, en 1997: “No quisiera morir sin dar a conocer aquellos hechos que han sido sistemáticamente silenciados durante la dictadura, y aún ahora. Todos quieren pasar página. Sería justo que las nuevas generaciones conocieran nuestra verdad y sacaran sus propias conclusiones. Es lo mínimo que merecemos”.

Cerca de treinta años después familiares de presos y el propio Gobierno de Navarra están pendientes de que cristalice el acuerdo para convertir el Fuerte de Ezkaba en un lugar de memoria, que pueda ser visitado en condiciones, y acabe esta suerte de declive de un enclave singular y cargado de historia en la Comarca de Pamplona. Ezkaba merece otro futuro. El del conocimiento público.

En corto

Algunas fechas. Construido entre 1878 y 1918, fue penal desde 1934 hasta 1945. En el atardecer del 22 de mayo de 1938 se fugaron 795 presos, 206 fueron abatidos en los montes, 14 fueron fusilados acusados de “promotores” y 45 murieron de enfermedad y malos tratos en los años sucesivos. Entre los centinelas hubo una víctima mortal. En total en esos momentos había 2.487 reclusos

Condiciones de los reclusos. En un espacio de 26 metros cuadrados se hacinaban entre 20 y 25 presos. No había ni bancos ni mesas, al patio salían una hora al día, según los testimonios recopilados en Los fugados del Fuerte de Ezkaba (Pamiela) de Fermin Ezkieta.

Recuperación histórica. Nombres como José María Jimeno Jurío, Iñaki Alforja, Félix Sierra, o Amaia Kowasch o el propio Ezkieta han arrojado luz sobre lo sucedido.