Dos tesituras que afectan a los perros de caza se están volviendo más peliagudas cada año que pasa. Por un lado, las altas temperaturas de los veranos, en los que cada vez se registran olas de calor más intensas. Y, por otro, la proliferación de las garrapatas, que este año está siendo tan elevada que hasta el Ministerio de Sanidad incluyó a estos artrópodos dentro del Plan Nacional de Prevención, Vigilancia y Control de las Enfermedades Transmitidas por Vectores. En este sentido, no hay que olvidar que la semana pasada falleció en Madrid un hombre de 74 años, que no pudo superar la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo tras haber sido picado por una garrapata en Toledo.

Sin ir más lejos, el pasado año nació el proyecto GARES (Mapa de Garrapatas en España), que supuso el primer esfuerzo colectivo en el que los principales expertos de España en el campo de las garrapatas, sus diferentes especies y las enfermedades que transmiten se unieron para diseñar un plan de supervisión de garrapatas que completara la información existente. Y, para ello, solicitaron la colaboración de los cazadores, al ser uno de los grupos que más salen a la naturaleza.

El control de especies cinegéticas como el jabalí, el corzo, el conejo o el ciervo (animales que sirven de huéspedes y de alimento para las garrapatas) es fundamental en la lucha para evitar la proliferación desmedida de estos artrópodos, por lo que las situaciones de sobrepoblaciones que se dan en muchos lugares de España, entre ellos Navarra, son un caldo de cultivo para que el número de garrapatas aumente año tras año. Por este motivo, la caza, la herramienta más sostenible y eficaz para una correcta evolución en las poblaciones de estas especies cinegéticas, debería figurar como una pieza esencial en cualquier plan diseñado para hacer frente a esta coyuntura, que debería también facilitar la vigilancia sanitaria de estas poblaciones de artrópodos.

Aunque cualquier persona que salga a pasear por el monte puede sufrir la picadura de una garrapata, uno de los colectivos más expuestos es el de los rehaleros, debido a su contacto directo con la fauna cinegética y con los perros. Por ello, la Asociación de Rehalas Regionales Española Caza y Libertad (ARRECAL) editó una guía en la que expuso los puntos más importantes para saber actuar en el caso de una picadura, o para aprender qué hacer para prevenirlas en los perros.

Las garrapatas son parásitos del grupo de los arácnidos que se alimentan de sangre de las personas, los animales domésticos y la fauna silvestre. El mayor riesgo que presentan para la salud pública es que, a través de sus picaduras, pueden transmitir al ser humano parásitos, bacterias y virus, produciendo enfermedades relevantes como la tularemia, la enfermedad de Lyme o la enfermedad de Crimea-Congo, que en ocasiones pueden llegar a ser mortales. Los animales domésticos y la fauna silvestre pueden compartir casi todas las especies de garrapatas presentes en España, por lo que los perros de caza, que salen al medio natural con mayor frecuencia, están más expuestos a contraer estos parásitos y, por lo tanto, a trasmitirlos a sus propietarios. Además, se debe tener en cuenta que estos parásitos son más abundantes entre la primavera y el otoño, cuando las garrapatas adultas buscan hospedador para alimentarse.

Si se produce una picadura, se debe quitar la garrapata cuanto antes, usando unas pinzas muy finas y guantes, cogiendo la zona insertada y tirando. No se deben ni aplicar remedios caseros, como el alcohol o el aceite, ni quemarla para su extracción. Si se tiene cualquier duda o si, pasada una semana, se presentan episodios de fiebre, dolores musculares, hemorragias o enrojecimiento de la piel alrededor de la picadura, se ha de acudir al centro de salud.

En cuanto a las medidas de prevención para los perros, existen diferentes tratamientos veterinarios, como pastillas de fluralaner; productos de uso cutáneo como baños, pipetas de permetrinas y fipronil; collares con imidacloprid y flumetrina; u otra tipología de productos. No obstante, se recomienda el uso de acaricidas de acción residual y resistentes al agua. Es muy importante, además, contar con el asesoramiento de un veterinario, que determinará cuál es el mejor tratamiento y su duración.

Para los cazadores, se aconseja vestir prendas de manga larga y ropas de colores claros (especialmente, los calcetines) para así facilitar la detección de las garrapatas. Además, se recomienda usar repelentes como la permetrina 0,5% en la ropa, y en la piel, DEET 20-40%. Durante la manipulación de los animales cazados, se deben utilizar guantes, mientras que, en el momento de quitarse la ropa, se ha de hacerlo despacio y revisando cada una de las prendas. Es importante también inspeccionarse el cuerpo, en especial los pliegues de la piel.

Y en esta época veraniega, es muy recomendable asimismo preparar a los perros de caza de cara a la media veda. Así lo asegura Nicolás Urbani, asesor técnico veterinario de la Federación Navarra de Caza, que indica que estos animales han de recibir los cuidados que les permitan alcanzar lo antes posible su máximo potencial a nivel físico, etológico y de bienestar. En estas fechas estivales, se ha de prestar especial atención a los peligros de patologías más propias del verano, como los golpes de calor, las lesiones en las almohadillas plantares o las heridas cutáneas por espiguillas. Para prevenirlas o minimizarlas durante las cacerías, estima que los perros deben contar con puntos de agua y que se han de evitar las zonas muy pedregosas y los campos sin cosechar. De igual manera, recomienda portar un botiquín veterinario para poder realizar curas de urgencia.

Además de poner atención en cuestiones como las condiciones de crianza, las revisiones médicas, las vacunaciones o las desparasitaciones, Urbani pone el foco en la alimentación, ya que es muy conveniente adaptar la dieta de los perros a su fisiología (machos, hembras, época reproductiva, etc.), a su edad y a las condiciones ambientales. “Venimos de la época de reposo, en la que lo adecuado habrá sido una disminución de grasa y proteína conforme al índice de actividad. Por ello, lo recomendable es mantener un pienso de buena calidad y ajustar la cantidad conforme a las necesidades”, manifiesta.

Por último, valora llevar a cabo un buen entrenamiento. Además de la actividad física diaria mínima (paseos o salidas a zona de esparcimiento de la perrera), explica que es muy importante desde el punto de vista físico, etológico y de bienestar procurar a los perros el campeo (al menos, semanal), que los lleva a mantener la rutina propia de la caza, como la investigación, la experiencia y la interacción con los humanos y otros perros.