El ingeniero hispano-chileno Felipe Nitsche Villalobos (Santiago, Chile, 1977), técnico de cooperación internacional de la ONG Alboan en Pamplona, ha recibido un premio de la Universidad de Zaragoza por su trabajo de fin de máster, que ha realizado en la Universidad Pública de Navarra. En él, plantea una solución energética sostenible para campos de refugiados, gracias a un sistema, controlado en remoto, para producir biogás a partir de residuos orgánicos. Este proyecto constata rendimientos de entre 680 y 700 litros de biogás por cada cinco kilogramos de residuos (estiércol y restos alimentarios). Estas cantidades permiten cubrir las necesidades energéticas de actividades domésticas, como la cocción de alimentos, durante un tiempo promedio de ochenta minutos.

La investigación se sirve de un biodigestor, un recipiente donde se descompone la materia orgánica produciendo biogás, que se puede utilizar como fuente de energía renovable. Además, la materia orgánica, una vez digerida, forma el denominado digestato, un residuo rico en nutrientes, que se emplea como biofertilizante para suelos agrícolas. En este último caso, los bioensayos realizados demostraron “resultados comparables a los obtenidos con fertilizantes convencionales”. “Estos datos abren la posibilidad de utilizar el digestato en huertos comunitarios en las zonas donde se encuentran instalados los campos de refugiados”, apunta Nitsche.

La investigación ha sido dirigido por la profesora Beatriz Soret Lafraya, investigadora del Instituto ISFOOD de la UPNA, y codirigido por el catedrático Francisco Falcone Lanas, investigador del Instituto ISC. También colaboraron Inazio Irigoien Iriarte, investigador del Instituto IMAB, y de tres integrantes del grupo de investigación Comunicación, Señales y Microondas: Peio Iturri, Hicham Klaina e Imanol Picallo.

Monitoreo en remoto

Una de las innovaciones tecnológicas que incluye el proyecto es un sistema de monitoreo basado en la tecnología LoRa (Long Range), que permite controlar, en tiempo real y con un bajo consumo de energía, los parámetros críticos del proceso de biometanización (durante la producción de biogás), tales como el pH, la temperatura, la humedad relativa, el nivel de llenado y la concentración de dióxido de carbono. Esta tecnología facilita la transmisión de datos en intervalos de entre uno y treinta minutos a una distancia de 1,5 km de distancia, lo que muestra “una alta resistencia” a interferencias y asegura una conectividad remota. “Esto supone una oportunidad real para mejorar la gestión y eficiencia del proceso de biodigestión, dada la simplicidad de la programación del sistema y la adquisición de paquetes de datos que pueden ser consultados y visualizados mediante paneles (“dashboards”) desde un ordenador, tableta o dispositivo móvil desde cualquier parte del mundo”, añade Felipe Nitsche.

La implementación de este sistema de monitoreo ofrece numerosas ventajas en contextos humanitarios. “Así, ofrece la posibilidad de control y monitoreo en tiempo real del biodigestor y del uso de las cocinas, facilita la toma de decisiones informadas en caso de cambios bruscos de los parámetros ambientales y permite corregir posibles fallas del sistema a tiempo —describe el autor del trabajo, que recibirá 400 euros y un diploma por su premio—. Asimismo, reduce la necesidad de desplazamientos para la recolección de datos, con la consiguiente contribución a mitigar la huella de carbono asociada”.