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El épico viaje de un torero de Tudela que caminó 500 km para socorrer a Valencia en la catástrofe de 1957

Isidro Marín recaudó más de 500,000 pesetas para ayudar a los damnificados de aquellas inundaciones tras recorrer a pie la distancia entre Navarra y la ciudad del Turia

El épico viaje de un torero de Tudela que caminó 500 km para socorrer a Valencia en la catástrofe de 1957

Hace 67 años, el 14 de octubre de 1957, Valencia fue gravemente afectada por tremendas inundaciones. El resultado fueron miles de damnificados, personas sin hogar, y más de 80 fallecidos. Valencia estaba aislada del resto de España, desolada y cubierta por toneladas de barro. Las aguas se llevaron la ciudad por delante, convirtiéndola en un lago. Faltaba agua, se tuvo que establecer con prisa la luz, los telégrafos, y el teléfono. La mitad de la población estaba incomunicada, no podían salir de su casa, el estado sanitario de la ciudad era preocupante por el agua acumulada y la descomposición de animales. 

Ante está tragedia el país entero se puso en acción para poder ayudar en cualquier ámbito posible. Sin embargo, el torero tudelano, Isidro Marín, destacó por su gran hazaña desinteresada: recorrió 500 kilómetros en peregrinación entre Pamplona y Valencia con el fin de recaudar dinero y celebrar allí una corrida benéfica. 

En ese entonces, Isidro Marín era uno de los hombres más populares provenientes de Navarra. Había tomado la alternativa cinco años antes en Pamplona de mano de su hermano Julián y, tras un año de triunfos y ovaciones, tuvo un accidente gravísimo que estuvo a punto de costarle la vida. Sólo su juventud y las atenciones médicas lo sacaron adelante, pero perdió la mitad de la temporada y a partir de la cogida y posterior recuperación truncó su ascenso en el mundo del toro. 

Salida

Su peregrinaje inició un mes después de las inundaciones, el 13 de noviembre de 1957. Partió de Pamplona a las 13.00 horas a un camino que lo llevaría por Navarra, La Rioja, Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia. Su meta final era entregar personalmente todos los donativos que recaudara a Marcelino Olachea, arzobispo de la diócesis de Valencia en ese momento. 

Llevó como única compañía un perro, pero nunca estuvo solo gracias a las personas que le aclamaban, agasajaban y animaban a medida progresaba su trayecto. Durante un mes, Isidro avanzó sin descanso. Llevaba tres cuadernos de bitácora: en uno apuntaba las impresiones de cada lugar por el que pasaba, en otro recopilaba sellos municipales y dedicatorias de alcaldes agradeciéndole, y en el último anotaba las aportaciones para los damnificados que le ofrecían en cada parada. 

Isidro Marín, con el perro, durante su peregrinación.

Momentos destacados del viaje

Durante su camino, recibió el increíble apoyo de personas de todo el país. Al llegar a su ciudad natal, Tudela, lo esperaba la emisora de la radio local con 30,000 pesetas recaudadas por varios objetos subastados. Entre ellos una medalla pasada por Santa Ana, la Virgen del Pilar y la Virgen de los Desamparados. Todas las calles estaban abarrotadas y fue recibido por autoridades civiles y militares en la Plaza de los Fueros. 

Cerca del final del viaje en Sagunto y El Puig, lo recibieron con el enorme gesto de un festival artístico preparado por el Frente de Juventudes en colaboración con las autoridades locales, con participación del Orfeón Universitario, el Teatro Español Universitario, el Grupo de danzas de la Sección Femenina y la presencia de populares figuras del deporte español. 

Llegada de Isidro, junto a su perro, al Ayuntamiento de Valencia.

Recibimiento

En Valencia lo esperaba algo aún más grande. Entró el 14 de diciembre habiendo recaudado más de 500,000 pesetas. Llegó acompañado de una caravana motorizada que lo escoltó hasta la Puerta de los Serranos. Recibió una gran sorpresa por parte de su hermano Julián, que le entregó en persona una carta de Sebastián San Martín, confirmando que le había incluido para torear dos tardes en la Feria de San Fermín de 1958. 

Al día siguiente participó en un festival a beneficio de los damnificados. Mató dos novillos cortándoles las orejas y el rabo, y al segundo una pata, saliendo a hombros ante la afición que le aclamaba. Regresó a Pamplona el 23 de diciembre tras permanecer varios días en Valencia.