Representantes de varios ámbitos participaron en uno de los paneles del I Encuentro Nacional sobre Movilidad Segura y Personas Vulnerables que versaba sobre la movilidad segura y que trató temas como la discapacidad y sus problemas de movilidad, los usuarios de motocicletas, la conducción de las personas mayores e incluso salió a la palestra si hay que poner una edad tope para conducir.
Así, Nuria Pérez, de la Asociación para el Estudio de la Lesión Medular Espinal (Aesleme), que sufrió hace 20 años un siniestro de tráfico en el que se rompió el cuello y le causó tetraplejia, recordó que después de dos décadas en sillas de ruedas “los problemas de movilidad física pasan a un segundo plano. Lo importante es que las consecuencias son de por vida a muchos niveles, respiratorios, digestivos, problemas cutáneos, alteraciones en la sexualidad y en la maternidad...”. Detalló que en 2023 hubo 1.806 muertos, pero “si pensamos en los que quedan con vida, hubo 387 personas con lesión medular, 98 amputaciones y 7.508 traumatismos craneales”. Precisamente para que la apuesta inclusiva no se quede en el lema, Pérez abogó “porque el diseño de la seguridad vial sea seguro, saludable y funcional y tenga en cuenta a los lesionados que nos quedamos vivos”.
En la misma línea, Mariluz Sanz, presidenta del Comité de Representantes de Personas con Discapacidad de Navarra (Cermin), explicó que si no se les incluye en el abordaje de la seguridad “hay muchos problemas que solo se detectan después de crear las vías, porque si no eras una persona con discapacidad no te das cuenta que existen. Hay que asegurar una movilidad sostenible para todos y es primordial que nos tengan en cuenta para el diseño, así evitaremos ir esquivando obstáculos”.
En el debate intervino Jorge Ortega, de la Fundación Mapfre, que presentó un informe que elaboraron junto al Hospital de la Santa Creu i San Pau en el que se desprende que el 45% de los exconductores mayores reconoce haber dejado de conducir de manera sugerida o forzada por las personas de su entorno, y no de manera voluntaria, y principalmente debido a sus condiciones médicas (41%), problemas de memoria (36%), dificultades para conducir el vehículo (32%). Los conductores mayores registran menos siniestros viales que los jóvenes, pero son más vulnerables cuando sufren lesiones de tráfico”.
Por último, Laura Muñoz, de la Asociación Nacional de Empresas del Sector de Dos Ruedas (Anesdor), recordó que cada vez hay más usuarios en moto, cuyo parque ha crecido un 20% en la última década y que, aunque representan el 15% del total de vehículos, suponen el 27% de los fallecidos de tráfico. Se trata de usuarios vulnerables, cuyo perfil de fallecido es el de un hombre, de entre 35 y 64 años, con más de diez años de carnet, que pierde la vida ocho de cada diez siniestros en carreteras secundarias, que en dos de cada tres son motos de alta cilindrada y cuya dinámica habitual es la salida de vía.