– Cada vez son más voces las que alertan del impacto que tiene el uso de los móviles en la salud emocional y mental de los adolescentes. ¿Usted lo ve en su consulta? 

–No solo en la consulta sino que es uno de los factores comunes que veo en muchísimos jóvenes. El móvil está generando cambios en nuestra forma de pensar, sentir y actuar. El móvil de antes no era un objeto adictivo, pero el smartphone está creado para generar dependencia y mantenernos el máximo tiempo enganchados. El niño o el adolescente no está capacitado cognitivamente para hacer un uso adecuado de algo altamente adictivo, como pasa con el tabaco o el alcohol.

¿Cuáles son los principales problemas que causa esta adicción?

–Una de las peores consecuencias es el aislamiento. Hay una sensación de soledad muy grande entre los jóvenes. El móvil nos lleva a la individualización. No deja vincularnos, sí hacer conexiones con los demás, pero no vincularnos desde relaciones profundas. Entonces, con la lógica algorítmica, consiguen es que te relaciones con cosas con las que te identificas. Eso lleva a la comparación continua, a idealizar vidas que no son reales... Soledad, comparación social y pérdida de autoestima. Otro de los problemas que genera es cansancio físico, mental y, sobre todo, emocional. Estamos todo el rato incorporando cosas dentro de nosotros. TikTok, Instagram ofrecen vídeos continuos de segundos. No hay tiempo para contemplar ni para ser, estamos continuamente en el hacer. Eso conlleva a un cansancio psicológico enorme y a ansiedad. Y muchísimas veces nos puede llevar a la depresión. Muchos estudios avalan que el empeoramiento de la salud mental de los jóvenes tiene que ver con el uso excesivo de pantallas.

“Un adolescente no está capacitado para hacer un uso adecuado de algo tan adictivo como el smartphone”

Hay movimientos de familias que abogan por retrasar la entrega del móvil. La unión hace la fuerza...

–Me parecen iniciativas muy interesantes porque creo que la respuesta debe ser colectiva. El móvil está hecho para ser adictivo. No podemos responsabilizar al adolescente. La responsabilidad es compartida de los menores, de sus progenitores por comprarles el móvil, de las instituciones por no legislar y de las empresas porque, sabiendo lo que generan, siguen utilizando esas técnicas psicológicas persuasivas. Es muy difícil que unos padres decidan no dar un móvil a su hijo hasta los 16 años y que el resto de amigos tenga. Pero si se produce esa unión de las familias y la mayoría no compra, los niños no tienen esa necesidad. Dar una respuesta colectiva es importantísimo en salud mental y emocional. Hasta ahora hemos dado una respuesta individual: tú tienes la depresión, tú tienes la adicción, tú eres el que debes hacer algo. Y no funciona así. La decisión es nuestra, pero la arquitectura social tiene mucho peso. 

¿Llegará a prohibirse el acceso al smartphone hasta los 16 o 18 años? 

–Creo que sí. Cuando algo nuevo aparece en la sociedad necesitamos unos años para darnos cuenta de los riesgos que tiene y luego se legisla. Así ha ocurrido con casi todas las cosas y lo mismo pasará con el móvil. Es algo que, a partir de cierta edad, con unas capacidades adquiridas y un uso adecuado, nos puede potenciar muchísimas cosas. Pero si no tenemos esas capacidades, la adicción puede ser mayor. Nos estamos dando cuenta de las consecuencias pero, como no hay legislación coherente ni información suficiente, no estamos dando la respuesta más adecuada. Pero estamos en el camino y llegará el día en el que sea muy raro ver a un niño de 13 años utilizando TikTok o Instagram. El ser humano aprende así. Incorporamos algo, nos damos el golpe y reaccionamos. Estamos en la reacción.

Usted forma parte del comité de expertos que ha recomendado al Ministerio de Infancia cero pantallas antes de los 6 años y sin smartphones hasta los 16. ¿Por qué?

–Queremos un cambio de paradigma. Hasta ahora cuando se hablaba sobre infancia y adolescencia no se ponía en el centro su salud (física, emocional y mental). Hemos visto un retroceso enorme en el lenguaje, el desarrollo de las relaciones y a nivel psicoemocional. Y tiene que ver con el uso excesivo de las pantallas. Una cosa es aprender lo digital y otra aprender a través de lo digital. Se puede aprender lo digital sin tener las pantallas. Y, después, cuando tenemos las capacidades adquiridas, utilizamos las pantallas para potenciar el aprendizaje. Hemos puesto pantallas pensando que mejoraría su proceso educativo y hemos comprobando que no solo no ha mejora sino que ha dado un paso atrás. En la etapa 0-6 años hemos visto que las pantallas se utilizan más por interés del adulto, pero no lo necesitan para su desarrollo. En la adolescencia lo que necesitan es ir adquiriendo esa formación y a partir de los 16-18, poder hacer ese uso. Pero hemos hecho al revés. No son nativos digitales, son huérfanos digitales. Haber nacido con tecnologías, no significa saber usarlas Al que tiene las capacidades, la tecnología le potencia. Al que no las tiene, le vuelve dependiente.

“Vemos retrocesos en el lenguaje y a nivel psicoemocional debido a un uso excesivo de las pantallas”

Hablaba antes de la necesidad de legislar. El Ministerio de Educación habla de prohibir los móviles...

–Es importantísimo que las escuelas sean espacios libres de móviles. No hemos visto ningún estudio que constate que su uso potencie el aprendizaje o la salud emocional de los jóvenes, pero sí vemos que la puede deteriorar. La escuela no consiste solo en aprender conocimientos, también aprenden a relacionarse y tiene que estar libre de móviles para que no haya interferencias. Se necesitan espacios para crear vínculos afectivos profundos, tenemos vacíos emocionales. 

¿Se está sobreprotegiendo a los hjos off line y se les abandona on line?

–Sí, vivimos en una sociedad donde el adulto tiene muchos miedos y quiere sobreproteger a sus hijos. Les entregan el móvil y no se dan cuenta de que eso genera descontrol porque dejan una puerta abierta no para que ellos se adentren en el mundo virtual, sino que para que ese mundo entre en ellos. Pero claro los primeros adictos a las tecnologías somos los adultos. Debemos reflexionar sobre cómo estamos viviendo para que las pantallas hayan devorado a los jóvenes; dónde estábamos los adultos mientras esto ocurría y qué debemos hacer.

“Al quien ha adquirido las capacidades, la tecnología le potencia ; a quien no, le vuelve dependiente”

Porque las tecnologías ofrecen muchas oportunidades...

–A mí me encanta la tecnología. Hay un mundo muy rico que va a ayudar al ser humano a evolucionar muchísimo, pero no este tipo de tecnología que ha privatizado el sector. Las noticias que llegan de EEUU, dejan una sensación de desesperanza y quiero dar un mensaje optimista. Las pantallas han apagado nuestra parte humana y necesitamos pantallas que la activen. Los jóvenes están hiper motivados externamente, pero con una motivación interna apagada. Es como si hubiéramos apagado a una generación y tenemos que encenderla. Pero antes debemos encendernos nosotros primero.