La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra ha condenado a dos años de prisión a un empresario gerundense, A.C.H., por un delito de estafa agravada, ya que engañó a un agricultor navarro al que iba a vender una cisterna para limpiar purines que nunca entregó finalmente. La Sala le condena además a una multa de 4.800 euros y, en concepto de responsabilidad civil, deberá indemnizar al perjudicado –representado por el abogado José Marí García Elorz– en la cantidad de 73.810 euros.

La Sala da por probado que el acusado, en torno al mes de septiembre de 2019 y con claro ánimo de obtener un beneficio patrimonial ilícito, celebró, como administrador de una mercantil, un contrato de compraventa de maquinaria agrícola con el agricultor navarro, la parte compradora.

El referido contrato tenía por objeto la venta por parte del acusado, en nombre de la mercantil, de una cisterna marca Joskin, modelo Quadra 20000 TS, por el precio de 73.810 euros, de los que 61.000 € correspondían al precio de la cisterna y 12.810 € al 21% de IVA. La víctima se desplazó hasta Gerona para ver la máquina y, ante los signos de solvencia y seriedad empresarial y profesional que aparentó, concertó la compraventa y realizó el pago de los 73.810 euros mediante transferencia bancaria en septiembre de 2019. La Audiencia precisa que el acusado no tuvo intención de cumplir con la entrega.

La víctima declaró en el juicio que “en agosto de 2019 fue a ver la cisterna hasta Gerona; que estaba anunciada en la página web Mil Anuncios y la vio físicamente en la campa del taller”. Manifestó que allí mismo “acordaron el precio y esa cisterna, la que vio, era la anunciada en la página web y la que iba a comprar”. No se la llevó porque el acusado le dijo que la iba a repasar y dejarla bien, para luego enviársela a Navarra con un transporte especial. Pagó 73.810 euros, incluido el IVA. “Era de segunda mano, le dijo que la iba a poner a punto, pero nada de que tuviera defectos”, afirmó.

Continuó explicando que “luego, la cisterna no llegaba y siempre daba largas”. Primero le dijo que no pasaba la ITV. Volvió a Gerona y la cisterna ya no estaba. El acusado le dijo que la había llevado a Alemania para pasar la ITV por problemas de dimensiones y que luego la traerían de vuelta. Más tarde, le decía que no había transportes y seguía dándole excusas.

La víctima se desplazó una tercera vez hasta el taller, donde firmaron un documento en el que el acusado se comprometía a enviarle la máquina en 10 días. Pasado ya mucho tiempo, el acusado le dijo que le mandaría la cisterna o le devolvería el dinero, pero nunca lo hizo.

Por su parte, el acusado afirmó que él “no vendió una cisterna, sino que gestionó encontrarle una cisterna igual, pero no la que vio”, y que, como se dedicaba a la compraventa de ocasión, “siempre piden el pago total”.

Sin embargo, la Audiencia considera probado que por parte de la víctima “contamos con un contrato de compraventa y un pago debidamente documentado y la falta total y absoluta de cumplimiento”. Así, “no cabe duda de que se celebró ese contrato de compraventa de la cisterna que estaba en la campa anexa a la mercantil del acusado”.

La Sala destaca que “es evidente que el perjudicado tomó todas las medidas necesarias de precaución, para ver la máquina y conocer al vendedor y su empresa”.

Por otro lado, la Sala indica que “la solvencia del acusado no excluye el delito ni el dolo en el autor, siendo un mero indicativo para distinguir incumplimiento civil de delito. Que una persona tenga capacidad económica no impide que, por maldad, avaricia o cualquier otro motivo, decida enriquecerse ilícitamente a través del delito”.