"¿Qué hacer cuando un paciente ha recibido la mejor profilaxis posible y, aun así, presenta náuseas y vómitos?", plantea la doctora Marian García del Barrio, responsable del Servicio de Farmacia de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid en un estudio internacional que profundiza en los desafíos del manejo de los efectos secundarios de la quimioterapia, en aquellos casos en los que las guías clínicas no ofrecen respuestas específicas.
Los resultados han sido publicados en la revista científica European Journal of Cancer.
El estudio
Este trabajo es una continuación de la publicación de la guía de antiemesis de la Asociación Multinacional de Atención Médica de Apoyo en Cáncer (MASCC - Multinational Association of Supportive Care in Cancer).
El objetivo es destacar la importancia de adaptar los tratamientos de quimioterapia a las características de cada paciente: "Este estudio busca responder a las preguntas que las guías no pueden detallar con exhaustividad para garantizar que la elección de tratamientos antieméticos proporcione una eficacia óptima", explica la doctora García del Barrio.
La publicación
Entre los aspectos a tener en cuenta, se destaca la necesidad de considerar factores individuales que pueden aumentar el riesgo de experimentar náuseas y vómitos, y trata cuestiones como la dosis óptima de olanzapina, la posible supresión de los corticoides de los esquemas de premedicación, el manejo de la emesis tardía o la profilaxis más adecuada para los antineoplásicos de administración oral, entre otros. "La evidencia actual establece la combinación de cuatro fármacos como el tratamiento óptimo para evitar las náuseas y los vómitos en pacientes oncológicos. Sin embargo, la aplicación de las guías requiere siempre individualizar cada caso", resalta García del Barrio.
Por otra parte, se plantea la conveniencia de obtener datos en vida real y reportados por los pacientes, con el fin de evaluar si la eficacia y toxicidad observadas en los ensayos clínicos se confirman en la práctica clínica diaria. Asimismo, ayudan a revaluar el plan terapéutico mediante la reducción de dosis, la combinación de medicamentos o la prolongación de tratamientos más allá de lo estipulado.
Por último, se trata el papel de la farmacia hospitalaria en el proceso, no solo en la validación y ajuste de tratamientos, sino también en la generación de conocimiento clínico aplicable. "Nuestro trabajo es dar respuestas personalizadas cuando la pauta general no funciona. Y eso solo se consigue con investigación, formación, trabajo multidisciplinar y coordinado con el equipo clínico, y una escucha activa de la experiencia de los pacientes", concluye la doctora.