Muchas personas mayores en situación de dependencia prefieren envejecer en sus hogares, en lugar de en una residencia, un centro sociosanitario o un geriátrico. Sin embargo, ese deseo de permanecer en casa se topa en numerosas ocasiones con obstáculos añadidos, que pueden en casos contribuir a un deterioro en la calidad de vida de estas personas por no recibir una asistencia profesional o en una carga familiar desmedida. A ello se une que el sector de los cuidados en el hogar está plagado de situaciones laborales clandestinas e irregulares por tratarse de un ámbito especialmente feminizado y migrante. Para abordar estos retos, y más, Civican acogió ayer la Jornada de Buenas Prácticas Rural Domus bajo el lema "Cuidados que transforman: claves para reimaginar la atención domiciliaria desde lo local", que presentó proyectos de distintas entidades que trabajan sobre esta casuística.

El encuentro, organizado por el Hospital San Juan de Dios Pamplona-Tudela y la Fundación-Clínica Josefina Arregui, reunió a representantes de entidades que, mediante su labor, pretenden ofrecer a las personas mayores servicios de atención domiciliaria de calidad, además de regularizar y dignificar la situación del personal de cuidados. Las iniciativas, pese a estar orientadas a actuar en entornos rurales o locales, están diseñadas para ser aplicables a distintas escalas.

En un contexto en el que la población en situación de dependencia vive cada vez más años, Rural Domus, uno de los proyectos que se expusieron en la jornada, trabaja por ofrecer una formación teórico-práctica que prepare a las personas cuidadoras para ofrecer una atención de calidad. “Las familias se sienten más seguras de tener a una persona capacitada y formada para cuidar de sus mayores”, afirmó Rodrigo Palacios, técnico del pionero proyecto. 

La formación de Rural Domus, de 480 horas, se ha ofrecido en la Sakana y la Ribera y la cursan mujeres de nacionalidades muy diversas. Por el momento, hay 32 alumnas matriculadas, de las cuales cinco ya la han superado y se encuentran tramitando la convalidación de su título. “La mayoría son mujeres migrantes con vivencias complicadas. Disponer de un título regulariza su trabajo y les ayuda a dignificarlo”, añadió Palacios.

Por su parte, Saray Sanz, responsable de la entidad AICP Corella, explicó que el 87% de las personas mayores de su red desean envejecer en la tranquilidad de su hogar. Además, añadió: “Escuchar a la persona que requiere de asistencia, respetarla y ponerla en el centro del asunto son las bases de nuestro trabajo”. También destacó que la labor de las entidades pretende crear una red de comunidades cuidadoras que consiga que los cuidados “no recaigan exclusivamente sobre las familias o las mujeres”.

“Hemos vivido en nuestras propias pieles la precariedad del sector”

Las mujeres migrantes constituyen una pieza fundamental del sistema de cuidados a personas mayores. Sin embargo, la mayoría de ellas trabajan sin un contrato laboral, por lo que su seguridad, sus derechos y su dignidad están desprotegidos. Esperanza Vidal nació en Ecuador. Actualmente, vive en Estella y es miembro de la microcooperativa Ciudando-T, una organización que proporciona a las mujeres migrantes la oportunidad de formarse en el ámbito de los cuidados domésticos para acceder a oportunidades de trabajo dignas.

Esperanza explicó que la entidad acoge a migrantes recién llegadas, les ayuda a situarse, a comprender a dónde han llegado y a encontrar trabajo, con el fin de que no caigan en situaciones de marginalidad. “Al trabajar como cuidadoras de personas mayores hemos vivido en nuestras propias pieles la precariedad del sector”, reveló Esperanza.

Carmen Almeida también nació en Ecuador y, como Esperanza, forma parte de la cooperativa. La joven explicó que "la entidad las empodera y les da la capacidad de decidir lo que quieren y no quieren hacer". Aunque podrían haber optado por hacerse autónomas, Carmen resalta la importancia de que la lucha por honrar la labor de las cuidadoras sea “conjunta y ofrezca una red de apoyo para todas”. “Muchas personas prefieren trabajos de prestigio con altas remuneraciones, pero es importante prestar atención a trabajos que, aparentemente son invisibles, pero que sostienen la vida de muchas personas”, concluyó Carmen.