La vicepresidenta y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, Ana Ollo, ha visitado en Otsondo uno de los campos de voluntariado organizados dentro del proyecto Fronteras de Hormigón. En dicha iniciativa, organizada y cofinanciada por el Instituto Navarro de la Memoria y el Instituto Navarro de la Juventud, se ha logrado recuperar una treinta de búnkeres franquistas en el Pirineo Navarro a lo largo de 8 años, y gracias al compromiso de 350 jóvenes.
En su visita, la vicepresidenta Ollo ha aprovechado para destacar el valor de estas actividades para sensibilizar a las nuevas generaciones ante el avance de mentalidades involucionistas y autoritarias.
La frontera navarra está salpicada por 2.000 fortificaciones -más de 10.000 en toda la cordillera pirenaica- levantadas por el régimen franquista en prevención de una hipotética invasión aliada o republicana a través de los Pirineos, cosa que nunca se produjo por los cambios en la geopolítica del momento. Las fortificaciones quedaron diseminadas y abandonadas luego por toda la muga, hasta que el Instituto Navarro de la Memoria, en 2017, consideró que podía ser un elemento muy útil en su política de recuperación de la memoria y la sensibilización, especialmente entre la población juvenil.
En concreto, en el búnker de Otsondo trabajan actualmente 25 jóvenes de distintas autonomías, que se suman a los otros tantos voluntarios y voluntarias que participaron en la primera quincena de agosto en la rehabilitación de otras dos fortificaciones en Ibardin (Bera). Ambos campamentos han conformado las iniciativas de voluntariado desarrolladas este verano de 2025 por el Instituto Navarro de la Memoria (dependiente de la Dirección General de Memoria y Convivencia) en colaboración con el Instituto Navarro de la Juventud (del Departamento de Vivienda, Juventud y Políticas Migratorias).
Desde su puesta en marcha, el trabajo voluntario de más de 350 jóvenes ha permitido la recuperación de un número importante de fortificaciones en Auritz / Burguete, Igal / Igari, Erratzu, Bera, Lesaka, Otsondo, Eugui o Isaba / Izaba, entre otros emplazamientos. En el proyecto también colabora, desde 2022, la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.
La vicepresidenta, que ha estado acompañada en su visita por el director del Instituto Navarro de la Memoria, Josemi Gastón, ha destacado la importancia del apoyo de las entidades locales de los valles y las zonas en las que se ubican estas construcciones, como en este caso el Ayuntamiento de Baztan. La recuperación de estos búnkeres contribuye también a completar y enriquecer la red de las trece Rutas de Fronteras de Hormigón, consideradas asimismo como “espacios con memoria”.
Estas edificaciones (que incluían los elementos para la ubicación de nidos para ametralladoras, cañones anticarro, morteros, refugios, etc.) se construyeron en lo que hoy es el territorio foral en dos tandas. En la primera fase, hasta 1940, se hicieron un total de 115. En la segunda fase (hasta 1955 aproximadamente), 1.836. De esta segunda etapa, además, se planificaron 2.884 por lo que 1.047 se quedaron sin construir.
Conciencia de la juventud ante los nuevos fascismos
La vicepresidenta Ollo ha querido hoy transmitir a los jóvenes participantes en este campo de voluntariado la importancia del compromiso de la juventud para mantener viva la memoria de la violencia injusta del régimen franquista, en un contexto como el actual de auge de nuevos fascismos que pretenden legitimar en nuestros días aquellas políticas del terror y de falta total de empatía y respeto hacia los derechos humanos.
“La convivencia en nuestra sociedad no puede basarse en el olvido ni la negación, sino en la memoria crítica. La memoria no es solo una cuestión de pasado, sino de futuro, y estos trabajos no solo sirven para recuperar un patrimonio sino para concienciar y sensibilizar contra el autoritarismo”, ha afirmado durante su visita.
“La historia ha demostrado además la inutilidad de este tipo de edificaciones, que además restaron recursos económicos y humanos (en ocasiones en forma además de trabajos forzados) muy necesarios para la sociedad civil en la dura época de la posguerra, donde el hambre y las condiciones eran muy malas. En cualquier caso, pienso que la mejor línea de defensa contra la intolerancia y el fascismo –antes y ahora- es la construcción de un mundo basado en la democracia, los derechos humanos, la justicia y la libertad”, ha señalado la vicepresidenta.
Una iniciativa con competencias acreditables
Esta iniciativa forma parte de una estrategia más amplia por parte del departamento de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera, con una doble vertiente, que tiene que ver tanto con la sensibilización como con el trabajo con las nuevas generaciones, para propiciar una transmisión dialogada de la memoria (Escuelas con Memoria) que se desarrolla en los propios espacios de represión (Lugares con Memoria).
El proyecto Fronteras de Hormigón es, por tanto, un cruce de caminos de ambas líneas, y donde se enmarcan estos campos de voluntariado que se desarrollan en colaboración con el Instituto Navarro de la Juventud desde hace años.
En las dos primeras ediciones (2017 y 2018), los campos de voluntariado acogieron a jóvenes de entre 15 y 29 años originarios tanto de otras autonomías como también de diferentes países (Corea del Sur, Italia, Francia, Bélgica, Rusia). A partir de 2019, además de una tanda con mayores de edad, se incorporó un grupo de menores de entre 15 y 17 años de otras comunidades. En 2020, debido a las restricciones por la pandemia del COVID-19, sólo hubo un campo con jóvenes de entre 18 y 24 años procedentes de Navarra y la Comunidad Autónoma Vasca. En 2021 se organizaron dos tandas de jóvenes voluntarios a nivel estatal, el primer grupo compuesto de 25 personas con edad comprendida entre los 15 y 17 años y el segundo grupo compuesto por otras 25 personas de 18 a 24 años.
En 2022 se llevaron a cabo tres tandas, una de ellas dirigida a jóvenes de la Eurorregión Nueva Aquitania-Euskadi-Navarra de entre 15 y 17 años, otra con menores también de 15 a 17 años de diferentes autonomías, y, finalmente, una tanda con jóvenes de 18 a 24 años con participación también internacional (Francia, Italia, México y Turquía). En 2023 se realizaron dos ediciones, ambas con menores de entre 15 y 17 años de procedencia estatal. Finalmente, el año pasado (2024) tomaron parte otro medio centenar de jóvenes con dos tandas, al igual que este año, que lo ha llevado a Ibardin (Bera-Bortziriak) y Otsondo-Gorramendi (Baztan).
Como novedad además, este verano desde el Instituto Navarro de la Juventud se acreditarán las competencias adquiridas en los campos de voluntariado mediante un certificado para la empleabilidad juvenil, donde se evalúan competencias como el trabajo en equipo, la escucha activa o la resolución de problemas a través de la Red Reconoce.