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La botadura de la nao ‘San Juan’ en Albaola ya tiene fecha

La réplica del ballenero vasco del siglo XVI se construye en la factoría pasaitarra desde hace más de una década

La botadura de la nao ‘San Juan’ en Albaola ya tiene fechaARNAITZ RUBIO

La nao San Juan se botará el 7 de noviembre. La réplica del ballenero vasco que se hundió en Canadá en 1565 lleva doce años construyéndose en Pasaia, en el mismo municipio en el que se levantó el original, en las instalaciones de la Factoría Marítima Vasca Albaola. Para acometer la fase final de la nao, el 7 de noviembre la embarcación tocará el agua, tal y como han confirmado a este periódico distintas fuentes conocedoras del hecho. Así, Albaola y la sociedad vasca en general celebrarán un “hito de relevancia internacional que marcará un antes y un después en la puesta en valor del patrimonio marítimo”.

Tras ser depositado en el agua, los operarios de Albaola, que trabajan en este navío siguiendo los procesos de la carpintería de ribera y reproduciendo métodos artesanales de hace cinco siglos, instalarán los distintos elementos de navegación como los mástiles y vergas, a partir de 20 abetos, y las velas, entre otros. La factoría que dirige Xabier Agote, incluso, se encargará del forjado de las anclas. 

De cara a 2026 se colocarán los elementos necesarios –barriles, txalupas balleneras, arpones y calderos de cobre– para convertir el barco en una máquina del tiempo llegada desde el siglo XVI. Una vez terminada la embarcación, la idea es que esta salga a mar abierto, previsiblemente, en 2027 y rumbo a Canadá, reproduciendo el viaje transoceánico original. De hecho, Albaola, que procurará que al igual que la construcción la travesía reproduzca la manera medieval de navegación –incluso los marineros vestirán con ropajes que seguirán el patrón antaño– se encuentra ya reclutando a profesionales, con algo de experiencia de navegación, que completen todas las funciones operativas necesarias para el correcto desarrollo del viaje. En este sentido, la nao San Juan busca ahora a un experto cocinero que no tenga miedo a enrolarse.

Métodos tradicionales

La réplica de la nao San Juan comenzó su construcción en el año 2013. Lo hizo como un proyecto vinculado a la Capital Cultural Europea que ostentó Donostia en 2016, no obstante, el proyecto se ha ido dilatando. Construir un galeón del siglo XVI en el siglo XXI de forma artesanal no es moco de pavo.

Para poder hacerlo, el equipo científico de Albaola recurrió a los planos que elaboró Parks Canadá, después de culminar la investigación arqueológica sobre el pecio de la San Juan original hallada en Red Bay, a diez metros de profundidad. A partir de aquellos diseños, la factoría desarrolló los definitivos para su construcción: la réplica cuenta con 28 metros de eslora, 7,5 manga y seis metros de puntal conformando 3 cubiertas. Además, contará con 560 metros cuadrados de paño y seis kilómetros de sogas de cáñamo. 

Tras saber cómo era el barco sobre el papel, pasaron a desarrollar plantillas a tamaño real de todas las partes necesarias para ensamblar el ballenero. Con esos modelos acudieron a los bosques de la Sakana, a seleccionar los robles con la forma más adecuada para las piezas de la nao.

Una de las cuestiones más particulares de la San Juan tiene que ver con su quilla. En primer lugar, porque mantiene una forma atípica para la época y que tiene su base en una manera de construir medieval que en la época en la que navegó el ballenero se encontraba en declive. Otra de las características definitorias de la quilla es que se talló con haya, mientras que en el resto de la embarcación, tal y como se ha citado, se empleó la madera de roble. Las investigaciones realizadas revelan que el uso de haya para este corazón de las embarcaciones era una particularidad vasca. Para la réplica de la nao San Juan, se usó un árbol de ocho toneladas de peso del que se extrajo una quilla de 14,5 metros de longitud. 

La construcción siguió con el casco: el espejo de popa, de cuatro metros de ancho y casi seis de largo; la roda; las catorce cuadernas centrales que se asemejan a las costillas de la embarcación; los ligazones y el resto de elementos de la cubierta. Tras el forrado del casco, se procedió al calafateo y al embreado del casco para su impermeabilización, el último proceso necesario para que se proceda con seguridad a la botadura.

Patrimonio arqueológico

Gracias al empeño de historiadores como la canadiense Selma Huxley –encontró múltiples referencias escritas a la presencia vasca en las costas de su país–, que durante años residió en Oñati, el pecio de la nao San Juan se encontró en Red Bay, en Labrador (Terranova), en 1978. Estos trabajos fueron liderados por el arqueólogo canadiense Robert Grenier.

Las condiciones bajo el agua favorecieron su conservación durante los últimos cinco siglos, lo que permitió a los expertos un estudio exhaustivo de la embarcación, tras haber sido extraído muchas de sus piezas, en un trabajo submarino de gran complejidad técnica que se prolongó durante casi una década –la investigación académica, en cambio, se desarrolló durante 30 años–. Una vez desmontado el pecio, se reprodujo y todas las piezas volvieron a dejarse bajo el agua, dado se estimó que esa era la mejor manera de conservar los restos.

En 1985 la revista National Geographic dio a conocer el hallazgo de Red Bay al mundo y el ballenero se convirtió en el emblema del patrimonio subacuático de la UNESCO. Cuando la nao San Juan toque el agua el 7 de noviembre, el mundo recordará la existencia de una industria naval vasca que dominó los mares hace cinco siglos y que ahora está más viva que nunca.