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Manu Mendoza, navarro superviviente de suicidio: “Nadie sabe cómo comunicar a sus hijos que su madre se ha suicidado”

La exmujer del pamplonés Manu Mendoza se quitó la vida en 2022 y con la ayuda de Lucía García, su pareja, y de la asociación Besarkada ha afrontado el duelo por suicidio junto a sus dos hijos de 14 y 16 años

Manu Mendoza, navarro superviviente de suicidio: “Nadie sabe cómo comunicar a sus hijos que su madre se ha suicidado”Unai Beroiz

Fue una llamada de madrugada de la Policía Municipal la que comunicó a Manuel Mendoza que su exmujer se acababa de suicidar. Recuerda que el dolor y el shock tras aquella conversación le hizo no despertar a sus dos hijos –Izan y Yoel, de 14 y 16 años– y ni él ni Lucía García, su actual pareja, pegaron ojo pensando en cómo se lo iba a decir y cómo se lo iban a tomar. Al día siguiente, viernes 21 de octubre de 2022, Izan y Yoel fueron al instituto con normalidad porque Manu –como todo el mundo le conoce– necesitaba meditar cómo se lo iba a comunicar.

“Fueron momentos muy duros porque, además, teníamos la custodia compartida y ese mismo viernes les tocaba irse a casa de su madre. Les llevé al instituto con normalidad, pero hablé con los tutores para explicarles lo que había ocurrido y ellos me dijeron que era mejor que se lo contase ya para evitar que se enteraran por terceros. Y ya cuando empecé a recibir llamadas de gente cercana decidí sacarles de clase”, rememora este vecino del barrio de San Jorge.

Primero cogió a Izan, el mayor, y después fueron a por Yoel, y a los dos les dijo, como excusa, que no se acordaba de que tenían cita con el médico. “Yendo a casa en el coche solo pensaba en protegerles a los dos y nadie está preparado para comunicar a sus hijos que su madre se ha suicidado. Yo tenía claro que necesitaba a Lucía a mi lado para contárselo. Al llegar a casa nos sentamos los cuatro y les dijimos que su madre se había hecho daño y que había fallecido. No utilizamos la palabra ‘suicidio’ porque consideramos que el pequeño no estaba preparado para escucharla”, relata Manu, a lo que Lucía añade: “Para mí fue durísimo porque ya llevábamos años conviviendo juntos y para mí Izan y Yoel también son mis hijos y el impacto y el dolor de la muerte de su madre lo sentí igual”.

El apoyo incondicional de Lucía desde el primer momento ha sido para Manu un pilar fundamental, sin el cuál admite que no sabe cómo hubiese podido lidiar con esa situación.

“A Lucía le debo la vida”, reconoce con cariño. A ambos les cuesta poner palabras a los sentimientos de aquel momento, con Izan, “que es más reservado”, sin parar de llorar y con Yoel, “que es mucho más expresivo”, callado y en shock. También fue “brutal” la incineración y la primera vez que volvieron a casa de la exmujer de Manu y la madre de Izan y Yoel. “El mayor, que era consciente de lo que había ocurrido con su madre, entró, pero el pequeño no fue capaz, prefirió no volver a esa casa”, recuerda.

Y precisamente fue Yoel, el pequeño, quién ha llevado peor el duelo por suicidio de su madre, con crisis muy duras en las que se bloquea e incluso con ideas suicidas. A Manu le llegó a expresar en alguna ocasión lo que se le pasaba por la cabeza y el sufrimiento que sufría el joven y su familia era muy difícil de calmar.

“Ahora ya está mucho mejor, pero ha tenido crisis brutales. La verdad que Lucía con paciencia y mucho cariño siempre conseguía calmarlo, pero era muy difícil”, señala Manu. “En estos casos es fundamental que haya confianza plena y apoyo mutuo en la familia y no aferrarse al dolor, sino acogerlo, aceptarlo y aprender de ello. También es muy importante que los hijos, sobre todo si son pequeños, sepan que te tienen ahí para lo que haga falta, ya sea hablar o simplemente un abrazo en silencio”, relata Lucía, que añade que hubo crisis en las que incluso tuvieron que llegar a acudir a Urgencias: “Sí que pediría que en los hospitales se formase a los profesionales para que supiesen cómo atender estos casos, porque hay veces que hemos tenido alguna mala experiencia”.

El apoyo de Besarkada

Ahora, tres años después, el duelo, que seguramente les acompañará toda la vida, ha ido evolucionando y han ido aprendiendo a convivir con él. Izan está fuera estudiando –y eso que tuvo una época en la que le costó mucho centrarse en los estudios– y las crisis de Yoel han ido aminorando y ahora, con 17 años, se va dando cuenta de cosas de las que antes no era consciente.

Pero ese camino no lo hubiesen podido recorrer sin el soporte de la asociación Besarkada, a donde acudieron recomendados por la Unidad de Barrio de San Jorge. Allí, han sido atendidos, escuchados, apoyados y abrazados por los psicólogos Unax Flores y Sara Pérez, que acompañan a los cuatro en el duelo. “Si no es por ellos no hubiésemos sabido cómo actuar ni cómo tirar hacia adelante. Les debemos todo. Sara ha ido haciendo un trabajo muy bueno con Yoel y le ha ido abriendo la mente. De hecho, ya el año pasado le habló por primera vez de la palabra ‘suicidio’”, señala Manu.

Pero, pese a que la evolución ha sido positiva, todavía siguen presentes la tristeza, el dolor y sentimientos como la culpa, que van aflorando con la madurez: “A veces me pregunta: ‘Papá, ¿por qué no me di cuenta? Tendría que haber estado más tiempo con mamá’. Yo le intento hacer ver que era un niño, cómo se iba a dar cuenta de nada si muchas veces ni los adultos podemos encontrar una explicación a lo que ha ocurrido. También se preocupa mucho por nosotros y cuando nos ve agobiados nos pregunta a ver qué tal estamos. La verdad es que estoy muy orgulloso de mis hijos y de cómo han sabido convivir con algo tan duro como esto”.