Las rebajas de la pena debido a la aplicación de la nueva ley del solo sí es sí que habían solicitado ante el Tribunal Superior de Justicia de Navarra (TSJN) dos condenados por agresión sexual y por abusos, respectivamente, y que finalmente no han sido estimadas hacen referencia a dos episodios graves de violencia sexual cometidos sobre víctimas muy jóvenes de edad que acabaron con ambos acusados encarcelados.

En el primer caso, que hacía referencia a una condena de 7,5 años de prisión a Juan Pablo Á.G., de 29 años, y que pretendía que se le rebajara a 5 años, la violación ocurrió en mayo de 2016 a la salida de un bar del barrio de San Juan. Hubo otro condenado a 6,5 años de cárcel, que no llegó a consumar la agresión sexual pero que se ayudó de un tercer joven varón sin identificar.

En el otro caso en cuestión en el que el condenado había solicitado la revisión de su sentencia y esta le fue rechazada la condena hace referencia a una condena de 3 años y 1 mes por abusos cometidos por J.M.M.B, vecino de la Ribera de 41 años, que realizó tocamientos a una joven de 19 años con la que se había citado para contratarla como empleada del hogar, como niñera de su hija menor. También debía indemnizar con 9.000 euros a la víctima. El inculpado había contactado con la víctima a raíz de que ella publicara una oferta de trabajo como empleada del hogar interna a través de una página web. Tras varias conversaciones ella se desplazó de Zaragoza a la localidad de la Ribera. La idea era que la denunciante conociera a la hija menor del procesado, a la que supuestamente iba a cuidar. Sobre las 18.30 horas del 5 de agosto de 2018, el encausado la recogió en la estación de tren y la llevó a su vivienda.

Una vez allí, comenzó a hablarle de "temas personales", le dijo que necesitaba "una mujer fiel", se aproximó a ella y comenzó a abrazarla. Intentó desvestirla y besarla, a lo que ella se opuso. Después la cogió del brazo y la llevó "a la fuerza" a su dormitorio, donde le quitó la ropa interior y "le tocó por el cuerpo". Ante la oposición reiterada de la joven, cesó en su actitud. De nuevo en el salón, el procesado retomó su actitud anterior, volvió a tocarla y la llevó por la fuerza al dormitorio, en donde siguió los tocamientos. Finalmente, depuso su actitud, la llevó a la estación de tren y le pagó el billete de regreso a Zaragoza. Allí la víctima fue reconocida en el servicio de urgencias de un hospital. La joven se encontraba sin familia ni trabajo en España, en una situación "vulnerable". Precisó de seguimiento psicológico.