La violencia sexual intrafamiliar, es decir, aquella que se comete en el seno de una unidad familiar y que tiene por víctima a menores de edad, comienza a aflorar en Navarra, si bien los expertos policiales en la materia aseguran que aún queda una gran “cifra negra” oculta, es decir, hay una multitud de casos que no trascienden y no derivan en la correspondiente denuncia, motivo por el que muchos de estos hechos no son investigados y quedan impunes. 

La Brigada Asistencial de la Policía Foral, especializada en investigar delitos contra la libertad e indemnidad sexual, atendió en 2022 un total de 23 denuncias de agresiones sexuales cometidas en el ámbito intrafamiliar, una cifra que supone más del triple que las 7 denuncias que recibió la misma unidad del Cuerpo autonómico en 2020. En los nueve primeros de este año, han sido doce denuncias.

Delitos sexuales en Navarra

Según estudios realizados en este ámbito, el mayor porcentaje de agresores se encuentra entre los padres biológicos y los familiares colaterales (primos, cuñados, tíos...) y en la mayoría de estos supuestos el agresor convivía en el domicilio familiar o en el de uno de los progenitores, o el menor frecuentaba asiduamente el domicilio del agresor. Su perfil no es el de delincuentes sexuales que salen en busca de su víctima, sino que son en su gran mayoría delincuentes oportunistas que aprovechan el fácil acceso que tienen al menor y la relación de confianza y afecto que suele existir entre ambos. 

La mitad, menores de 10 años

Las denuncias por violencia sexual cometidas en el ámbito intrafamiliar en Navarra revelan que las edades de las víctimas son cada vez más bajas. No en vano, de las 54 denuncias por agresiones sexuales con menores de 18 años que ha atendido el Cuerpo autonómico en el ámbito intrafamiliar desde el año 2020, casi la mitad tienen como víctimas a niños o niñas de menos de 10 años (26).

En concreto, en el año 2020 hubo cinco denuncias de las siete que se presentaron con víctimas menores de 10 años (71%); en 2021 hubo cuatro denuncias de un total de doce (33%); fueron ocho de las 23 que se interpusieron en 2022 (35%); y en el año en curso ya han sido nueve denuncias con menores de 10 años, de las 12 tramitadas (75%). Además de estas 26 víctimas que tenían menos de 10 años, otras 16 contaban con entre 11 y 14 años de edad, y la edad de 12 oscilaban entre los 15 y 17 años, según las denuncias recibidas por la Policía Foral desde el año 2020.

Más conciencia

Las cifras de la Policía Foral revelan que las denuncias de agresiones sexuales en el ámbito intrafamiliar van en aumento, lo que la inspectora Cristina Eseverri, jefa de la Brigada Asistencial, relaciona con una mayor sensibilización. “Ahora se tiene más conciencia, información y confianza en las instituciones”, asevera. 

La inspectora Cristina Eseverri, jefa de la Brigada Asistencia de la Policía Foral. Patxi Cascante

Eduardo Sainz de Murieta, comisario principal del Área de Investigación Criminal, asegura que “los casos que se denuncian son solamente la punta del iceberg que va aflorando, pero sigue siendo la punta, porque hay muchas personas que llevan años sufriendo este tipo de violencia y que, por las circunstancias que sea, no dan el paso de denunciar”.

“Que las víctimas sean menores de edad es una de las razones de que haya una elevada cifra negra”, explica Eseverri. “Los abusos empiezan a una edad muy temprana, de modo que a veces ni siquiera son capaces de verbalizar lo que les pasa”, agrega.

Alertas en el ámbito escolar

En este sentido, “la mayoría de las alertas proceden de profesores, de personas referentes en el ámbito escolar que bien detectan prácticas sexuales que las víctimas tienen con otros compañeros, bien porque les ven afectados. En edades tan tempranas es difícil que las víctimas lo cuenten. Sin embargo, cuando van creciendo, entonces sí es más habitual”. 

Para evitar ser descubierto, “el agresor se va ganando la confianza del niño de forma muy sutil, ya que se aprovecha de la cercanía, para ir por poco a poco, mediante premios, hacerle cómplice de las prácticas sexuales, que presenta como juegos, para que el menor no aprecie que está mal.Después, conforme la víctima va creciendo, comienzan las amenazas y las coacciones, para meterles miedo”.

Habitualmente, los agresores “se aprovechan de quedarse a cargo del cuidado del menor, cuando la madre está fuera de casa, para cometer las agresiones sexuales”, advierten.

Negación absoluta

El trabajo de la Brigada Asistencial de la Policía Foral tiene dos focos importantes: atención a la víctima o a la persona comunicante, “porque si es la madre la que lo descubre, es una persona afectada y también requiere una especial atención por nuestra parte”, y “una investigación exhaustiva de cada denuncia”, expone la inspectora Cristina Eseverri, ya que “los agresores nunca reconocen los hechos, hay una negación total”.

Si bien los agentes de la Policía Foral no toman declaración a las víctimas menores de 14 años de edad, sí lo hacen a las personas comunicantes, que son las que alertan de un caso de violencia sexual intrafamiliar. “Les pedimos que nos cuenten el relato textual que le hizo el menor, con las palabras textuales usadas por el menor. También les derivamos a los servicios de atención a las víctimas, que realizar un papel fundamental en este ámbito, que es la intervención terapéutica para posibilitar la recuperación de la víctima, que es muy importante también”.

Compresión del relato

Si las víctimas son mayores de 14 años, los policías forales sí les toman declaración, “con escucha activa, empatizando, porque es importante dar comprensión al relato del menor. Normalmente protegen a su agresor, muchas veces por miedo a que les hagan daño a ellos o a sus hermanos”.

En cuanto al supuesto agresor, desde la Policía Foral aseguran “nunca reconocen los hechos. Aseguran que no ha pasado nada. Se sienten seguros y realizan una negación total, confiando en que es su palabra contra la de un menor”. Por este motivo, desde el Cuerpo autonómico llevan a cabo “la investigación más exhaustiva posible, porque realizan las agresiones sexuales en la mayor de las intimidades, sin testigos”.

No obstante, la inspectora destaca que “cuando un menor verbaliza algún hecho, otros hermanos o menores que han convivido en ese mismo ámbito familiar, también lo verbalizan, lo que ayuda en la investigación”.