Era todo un especialista de lo que en el argot policial se denominan 'baterías'. Su función dentro del grupo especializado en robos y que se hartó de rastrear viviendas vacías en el verano de 2017 en Pamplona era precisamente la de detectar dichas moradas que estuvieran sin inquilinos y marcarlas con señuelos de plástico, que pasan prácticamente inadvertidos para el resto del vecindario, y de esa manera alertar al resto de ladrones para que pudieran acceder a la fuerza a dichos domicilios.

Este hombre, de 42 años y de nacionalidad georgiana, fue interceptado in fraganti cuando salía de uno de los edificios. Ahora, arrastra dos condenas, la última de ellas de un año y medio de prisión por usar dichos marcadores en unos pisos de la calle Premín de Iruña, en el barrio de Mendebaldea. Dicha resolución, confirmada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra tras una primera sentencia condenatoria del Juzgado de lo Penal 4 de Pamplona, fija además que la pena de prisión le será sustituida por la expulsión del país durante ocho años. El condenado se encontraba en estancia irregular en España y se le condena por el delito de conspirar para cometer robos con fuerza en casa habitada.

Hace escasas semanas, el TSJN volvió a confirmar una condena de 3,5 años de prisión contra el mismo acusado por robos perpetrados en ese caso en domicilios de la avenida Sancho el Fuerte de Pamplona. En aquel caso se halló ADN del encausado en los testigos de plástico que colocó en las puertas. En los intentos de robo de Mendebaldea, que no se llevaron a cabo, no se llegó a analizar si había restos genéticos, puesto que el acusado fue arrestado en el lugar con numerosas evidencias de la comisión del delito.

Interceptados en el lugar y con llamadas intercambiadas

La sentencia ahora conocida relata que el acusado actuó en compañía de otra persona con la que inició actuaciones para poder entrar en diversos pisos. En torno al 20 de agosto de 2017 acudieron a los inmuebles citados cercanos a la zona de Hospitales y marcaron las puertas con unos testigos de plástico transparente. En la madrugada de dicho día ambos acudieron a otro portal cercano con la misma finalidad de seleccionar pisos en los que entrar a robar. Así, mientras la otra persona se quedaba junto al portal vigilando la zona y los accesos al portal, el acusado consiguió entrar al mismo e introducirse en el interior del inmueble, colocando otros testigos de plástico en varios pisos.

Señuelos colocados entre el marco y la puerta de los pisos. Redaccion DNN

El acusado fue detenido a la salida del inmueble por la Policía Nacional que ya habían interceptado a su acompañante. Entre sus pertenencias se localizó un trozo de plástico transparente similar a los que se habían encontrado en los pisos y un cortauñas para poder cortar dichos marcadores. Asimismo, y pese a la hora, el teléfono de la otra persona, mientras estaba retenido por la Policía, sonaba constantemente porque le estaba llamando el acusado. Le efectuó cinco llamadas entre las 1.30 y las 3.00 horas.

En la sentencia anterior, respecto a los robos en los pisos de la avenida Sancho el Fuerte de la capital navarra, ocurrieron entre el 6 y el 9 de agosto y se llevaron a cabo gracias a la colocación de los citados marcadores por parte del inculpado en dos viviendas que estaban vacías en las que se produjeron robos “sin riesgo de ser sorprendidos por estar vacías en ese momento”.

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De uno de los domicilios se apoderó —o posibilitó a través del repetido medio de colocación de los marcadores que otras personas se apoderaran—, de un reloj Duward, tres cadenas, dos medallas y siete anillos de diferentes características que han sido tasados pericialmente en 10.390 euros. Del otro piso se llevaron un gemelo de plata valorado, en su conjunto, en 60 euros. No se acreditó que el acusado llegara a entrar en esas viviendas. Por su parte, su acompañante fue condenado en relación con esos robos en sentencia firme dictada el 2 de diciembre de 2020.