Este miércoles en las fiestas de Murchante se dio un aviso general de que Manuel Romero Orta, uno de los directores de lidia de la localidad, que el pasado 18 de agosto sufrió una cornada en la femoral, se está recuperando y lo han trasladado a planta. En cuanto el pueblo supo la noticia, comenzaron a gritar al unísono: “¡Lolo, Lolo, Lolo!”, que es el nombre con el que los vecinos le conocen. “Esto es lo que me motiva a seguir adelante”, ha confesado Lolo con la voz entrecortada y algunas lágrimas en los ojos mientras observaba el vídeo que mostraba este momento.  Ese día vi más la muerte que la vida y debo velar por mi vida”, se ha emocionado.

El hombre de 43 años se encuentra en una de las habitaciones del Hospital Universitario de Navarra (HUN) tras dos operaciones de urgencia y varios días en la UCI. A pesar de tener borrosas las imágenes de lo sucedido, Romero Orta ha recordado que no sintió dolor. “Empezó a salir mucha sangre, mi mujer, que es auxiliar, lo vio y empezó a chillar diciendo que me pusieran una vía. Yo no me estaba enterando de qué pasaba”, ha contado.

Las previsiones en el Hospital Reina Sofía de Tudela no fueron buenas, ya que “no sabían si iba a salir de esta”. Se quedó dormido antes de entrar a quirófano y consiguieron estabilizarle lo suficiente como para llevarle en helicóptero hasta Pamplona, donde volvieron a operarle. “Es que me pasó lo mismo que a Paquirri, pero gracias a Dios he sobrevivido”, ha sentenciado.

De hecho, los médicos le comentaron que ha dado “pasos agigantados” en su evolución, aunque la recuperación va para largo. “No todo el mundo puede contar que ha sobrevivido a un susto como este. Por ahora, hay que ir con cuidado porque la herida está abierta y se puede infectar”, ha apuntado. Por suerte, podrá andar después de un tiempo, debido a que le extrajeron una de las venas de la extremidad derecha y se la colocaron en la de la izquierda. “El pitón me destrozó la pierna”.

"Debo velar por mi vida"

Y aunque lleva desde los siete años dedicándose al mundo taurino, no tiene intención de recuperar esta pasión una vez salga del Hospital porque “es una mochila que está ya cargada. Hay que mirar por la mujer y por los hijos. Esto era un hobby. Ahora solo pienso en la ambulancia, en una médica que se puso encima para salvarme, en que no podían parar la sangre… Es duro dejar algo que te gusta tanto, pero ha llegado en el momento en el que prefiero verlo desde la barrera que desde dentro. He visto más la muerte que la vida y debo velar por mi vida”, se ha emocionado.

Con todo, toda esta situación le ha hecho sentirse en deuda con todos los vecinos de Murchante, en especial desde que le contaron que cuando le subieron al helicóptero todos le hicieron un pasillo mientras lo miraban por preocupación. “No te das cuenta de lo que tienes, de toda la gente que se encuentra a tu alrededor hasta que estás a punto de perderlo. Murchante es mi pueblo y siempre me anima a seguir adelante gracias a todas sus llamadas y visitas”. Y con este sentimiento de estar en deuda con la localidad, ha añadido que el ser consciente de todo cuanto le hace seguir le lleva a sentir que “volví a nacer un 18 de agosto”.