La cruz de la moneda de la presencia de desfibriladores en la vía pública son los actos vandálicos que sufren los aparatos. El año pasado se registraron, solo en Pamplona, un total de 51. “Muchos son gamberradas y otros son intentos de robo de los equipos. Las personas que los cometen no son conscientes de que pueden impedir que una persona sea reanimada”, denuncia Javier Landibar, director técnico de IDM Medical.
Hace unos días, agentes de la Policía Municipal detuvieron a un varón de 18 años por el robo de un desfibrilador instalado en la fachada del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra. El equipo fue encontrado tirado en un jardín de la avenida de Galicia. “En todos los robos y actos vandálicos hemos recuperado los desfibriladores. Hasta hoy, no hemos perdido ninguno”, señala Landibar.
AVISO AL 112
Los propios aparatos cuentan con un sistema de geolocalización en tiempo real. “La gente debe ser consciente de que si se llevan un equipo, le vamos a pillar”. Además del sistema de geolocalización, en cuanto alguien saca un desfibrilador de su vitrina, “se activa un aviso que nos llega a nosotros y el aviso lo comunicamos al 112. Normalmente si es una urgencia médica, alguien ya ha llamado a SOS Navarra para cuando lo hacemos nosotros y se han movilizado recursos”.
Landibar incide en que “el robo de un desfibrilador no tiene recorrido, porque cada aparato tiene un código que se da de alta a nivel mundial. Además, en cuanto se produce un hecho, interponemos la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil y si sacan el desfibrilador fuera de España, lo van a localizar”. “El robo de un equipo puede suponer condenas de 2 a 8 años de prisión”, concluye.