El acusado de matar a una joven en una bajera de la Rochapea acepta 21 años de cárcel
Tendrá que cumplir 15 y luego será expulsado, con la condición de no regresar a España a partir de entonces en diez años
Yahia Mazouri, el hombre de origen marroquí de 28 años que asesinó en octubre del año pasado a una joven en una bajera en la que vivían varias personas alquiladas en el barrio pamplonés de la Rochapea, ha aceptado este viernes 21 años de prisión por un delito de asesinato, con la agravante de alevosía y ensañamiento y la atenuante de alteración psíquica, y dos delitos de amenazas.
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Tendrá que cumplir 15 años de cárcel y luego será expulsado, con la condición de no regresar a España a partir de entonces en diez años. El procesado se encontraba en situación irregular y tenía por resolver una orden de expulsión de mayo de 2024. El juicio se iba a celebrar en noviembre con jurado popular, pero ya no será necesario que se celebre. La pena, fruto de un acuerdo entre la Fiscalía, las acusaciones y la defensa, evita la celebración de un juicio con jurado. En un principio la Fiscalía había solicitado un total de 31 años de prisión.
Acuchilló 23 veces a la víctima, de 20 años, y amenazó a las personas inquilinas del local. Como responsabilidad civil tendrá que pagar 300.000 euros a los padres y hermanos de la víctima, aunque el acusado se ha declarado insolvente.
LOS HECHOS
El condenado, un hombre de 27 años, fue detenido por matar a cuchilladas a una joven de 20 años el pasado 10 de octubre de 2024 en una bajera del barrio pamplonés de la Rochapea. Permanece desde entonces en prisión provisional. Contaba con antecedentes policiales (11 detenciones, 5 de ellas por Policía Municipal de Pamplona).
Detenido por matar a una joven a cuchilladas en una bajera en la Rochapea
El crimen se produjo en una bajera acondicionada para alquilar habitaciones situada en la calle Carmen Baroja Nessi. El procesado llevaba allí unos tres meses, ya que el propietario le había dejado vivir en un cuarto que hacía de trastero mientras encontraba domicilio. En ese tiempo generó muchos problemas de convivencia y llevó allí a un primo suyo sin autorización. Por eso el dueño y su hija, de 20 años y que vivía también en la bajera, le habían pedido en reiteradas ocasiones que se marchara. La joven también vivía en la bajera.
La tensión fue a más los días previos al asesinato. El 6 de octubre, acusado y dueño discutieron porque ni él ni su primo se iban, disputa en la que el propietario de la bajera sufrió unas lesiones. Por estos hechos, el acusado ya fue condenado en febrero. Al día siguiente, 7 de octubre, la hija del dueño de la bajera denunció ante la Policía Nacional los problemas de convivencia. Y comunicó que iba a pedir una orden de alejamiento “por el temor que sentía”. Ese mismo día, el propietario del local, su pareja y una de las inquilinas denunciaron , al acusado por sus amenazas y reflejó que “temía por la integridad física de su hija”.
La noche del 8 al 9 de octubre de 2024, el acusado decidió acabar con la vida de la joven. Así, entró a la bajera y cogió un cuchillo de
cocina de 20 centímetros de hoja y fue a la habitación de la joven. Entró de manera sorpresiva, mientras ella estaba sentada en una silla y, sin darle tiempo a reaccionar ni defenderse, comenzó a clavarle el cuchillo reiteradamente y con gran violencia, asestándole un total de 23 puñaladas. Después, el acusado acudió a la cocina de la vivienda, dejando a la joven gravemente herida y limpió con jabón tanto el cuchillo como sus manos, dejando el cuchillo en la encimera.
A continuación, el acusado salió de la cocina y amenazó a varios inquilinos de la bajera con atentar contra su vida si contaban
algo a la policía. Concretamente, a una mujer le dijo: "Ahora va a venir la policía, tú no digas nada, si hablas te voy a hacer lo mismo”. También a otro inquilino le repitió lo mismo haciendo repetidos gestos de clavar un cuchillo en el pecho.
La Policía Municipal de Pamplona acudió, pocos minutos después, alertada por otra inquilina y le detuvo en el lugar.
El acusado posee una estructura de personalidad disfuncional, con inestabilidad emocional y déficit de control de impulsos, lo que unido al consumo previo de alcohol en la fecha de los hechos produjo un menoscabo leve de sus facultades intelectivas.
El fallecimiento se produjo como consecuencia del cúmulo de lesiones recibidas, estando la víctima consciente durante la agresión, lo que aumentó su sufrimiento dado el elevado número de lesiones causadas por el procesado.
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