Comprometida, versátil y apasionada, Norma Ruiz reflexiona con sinceridad y una firme defensa sobre el talento actoral acerca de su regreso a los cines, algunos rodajes en los que ha participado y la situación de sus compañeros en el panorama audiovisual actual.
¿Qué nos puede adelantar sobre su personaje en Los Futbolísimos 2 que se estrena este próximo 8 de agosto? ¿Y cómo ha sido el reencuentro con el equipo?
Alicia es un personaje que ya interpreté en la primera, por lo que ha sido coger el testigo del personaje que tan fenomenalmente bien escribió Roberto Santiago. Ella tiene las cosas muy claras, mucha energía, es una persona muy directa, trabajadora y constante. Tiene muchísima ilusión respecto a que el equipo al final se clasifique y gane la liga, y su gran sueño sería ser entrenadora de fútbol. El equipo artístico es más o menos el mismo que el de la primera, incluso el técnico. Volver a coincidir con Carmen o Joaquín ha sido una maravilla. Se ha incorporado gente nueva estupenda, como ha sido Arturo Valls, que está fantástico en la película. Yo creo que, al final, lo importante es no perder la esencia de los libros, de la película y de los niños.
Esta saga tiene mucho tirón entre el público joven. ¿Qué cree que la hace tan especial?
La mezcla de fútbol, aventura y misterio es muy atractiva. Ahora que estamos, además, en la era digital y hay que motivar mucho a los niños, los libros no te dejan indiferente y te tienen todo el rato en vilo. Eso pasa con la película. Los padres llevan a los niños a verla, pero también van a conectar con la película, porque es para todos los públicos. Hay momentos en los que parece que estás viendo Los Goonies o E.T. Tiene esta cosa mágica que te traslada y que conecta muchísimo con todos los espectadores, que yo creo que es un poco el objetivo de la película.
Idilia, donde interpreta el personaje de Diana Leiva, aborda temas muy profundos y sensibles. ¿Cómo fue su preparación para este papel?
Fue bastante minuciosa. Me concentré muchísimo en hacer un trabajo interno con mi coach, Paz Moral, y nos pusimos a muerte. En el set de grabación me aislé mucho, porque era un personaje que era un poco la antítesis a mí. Había que hacer grandes cosas en muy poco tiempo de rodaje, por lo que necesitaba estar aislada para sentir un poco el aislamiento que tiene el personaje. Con lo que a mí me gusta compartir el rodaje... Es un poco futurista, la protagonista es una persona con altas capacidades, superdotada, que vive y respira, y que recibe las cosas de forma diferente. Estoy muy contenta de haberlo hecho así, porque me permitió dar el 100% en la película. Una película, además, que ya se estrenó en el Fant de Bilbao. Estamos teniendo un recorrido muy bueno y vamos a ver dónde llegamos.
Sobre todo con el auge de la inteligencia artificial, ¿cómo cree que ha influido esta en el panorama audiovisual actual?
Creo que la inteligencia artificial, hoy en día, lo es todo. No tenemos nada más que ver al Chat GPT, que ha entrado en nuestra vida, que todo el mundo lo usa y al que no podemos dar la espalda. Lo interesante en la película es el tema que toca, que a mí me parece que está tan alejado de la realidad y espero que no lleguemos ahí, pero si no se controla... Es la regularización y control de las inteligencias artificiales, porque son muy peligrosas. No podemos dejar que nos dominen, al mundo y a la gente. Al final, las inteligencias artificiales no dejan de ser bombas de relojería si no sabes utilizarlas bien. A lo mejor esto nos hace reflexionar, al final, todo hay que regularizarlo.
¿Cómo fue su experiencia trabajando en una comedia coral como Señor, dame paciencia con tantos actores reconocidos como Jordi Sánchez, Eduardo Casanova o Silvia Alonso?
Muy bien. La grabamos hace mucho, y bueno, la comedia siempre es divertida. La verdad es que nos lo pasamos muy bien. Tenía un reparto muy chulo, estaba Carol Rovira, Félix Gómez... Nosotros nos reímos mucho y en el rodaje nos lo pasamos fenomenal.
¿Es de las que pide paciencia en la vida real también?
Uy, yo sí, muchísima. Yo no tengo paciencia. Es uno de mis defectos, la no paciencia. Tengo que respirar un montón, irme a hacer ejercicio, meditar, ponerme música, porque siento que a veces voy a un ritmo que no sé si es bueno o malo o es el que hay que llevar. Sí que es verdad que la paciencia no la llevo bien (risas). La pido, sí, sí.
Con Jordi Sánchez ha compartido también reparto en otra serie, La que se avecina. Con tantos fans e historia como tiene, ¿le costó adaptarse al ritmo frenético y al humor tan característico de la serie?
La verdad es que no, porque yo vengo de hacer mucha comedia, y cuando los personajes están bien escritos, como era el caso de mi personaje, pues la verdad es que era un caramelito. Ellos llevan muchísimo tiempo y te acogen fenomenal, no tienes ningún problema. Se trabaja super a gusto, que al final es como se tiene que trabajar la comedia. Tienes que estar relajado, porque si no, no surge. Ellos lo tienen muy medido y es muy fácil trabajar ahí. El tema de la comedia es que es muy complicada, se premia mucho el drama y no me cansaré de decir que la comedia es lo más difícil que hay. De hecho, siempre recurrimos a las mismas series de éxito de comedia. Es raro que la gente te recomiende series nuevas de comedia. Además, hay que cuidar que no baje la calidad de los guiones, porque empiezan muy bien y luego pierden fuerza.
¿Cómo ve el panorama actual para los actores y las actrices?
Creo que el panorama siempre ha sido más o menos el mismo. En el Estado español tenemos un problema y es que casi siempre trabajan los mismos. Creo que falta imaginación y nuevas oportunidades. Hay que dedicarle mucho más tiempo a todo, a los rodajes, a los castings, a hacer las cosas más minuciosas... Es verdad que el panorama es desolador, porque solo trabaja un 3% de los actores. A mí me encanta el oficio, pero bien es cierto que esta profesión es bastante complicada. Tengo la sensación de que en Estados Unidos se valora el talento más que aquí. Me acaban de dar un premio en Nueva York a Mejor Actriz y no me lo podía ni creer, cuando no hemos podido ni ir al festival.