El escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga (su nombre está íntimamente ligado al del director González Iñárritu, del que ha sido guionista) es el último premio de novela Alfaguara con 'Salvar el fuego', una novela de amor, sentimiento que enfrenta a sus protagonistas con la realidad de pertenecer a dos universos muy diferentes dentro de un mismo país. Corrupción, ambiciones, desigualdad, racismo o narcotráfico son los caminos que dirigen al lector a un cruce donde... se encontrará con el poder del amor.

La gira promocional por haber ganado uno de los premios más importantes de las letras españolas era muy intensa y Guillermo Arriaga estaba esperándola como agua de mayo, pero la crisis del coronavirus la ha truncado. "Es una pena, porque me gustan más las entrevistas en persona", dice. "No hay más remedio que hacerlas a 9.000 kilómetros de distancia, pero lo importante de esta crisis es saber que podemos seguir comunicándonos, que no estamos aislados". Arriaga es un hombre positivo que cree en el poder de la especie humana y está convencido de cuál es el papel que el arte debe jugar en la sociedad actual. El autor de novelas como El salvaje y de guiones cinematográficos como Amores perros, 21 gramos o Babel, está en estos momentos totalmente imbuido en el mundo de la literatura. Salvar el fuego le ha llevado más de cuatro años de escritura y a acumular unos cuantos kilos de más, pero tiene ya otra historia entre manos a la que está dando forma.

¿Salvar el fuego es sobre todo una historia de sentimientos fuertes e intensos?

Pudiera describirse así. Fundamentalmente es una historia de amor de una coreógrafa adinerada, casada y madre de tres hijos.

Conociendo su literatura, seguro que es una historia de amor complicada.

Ella, Marina, empieza a involucrarse socialmente creando funciones para la cárcel y dentro de una conoce a una persona con la que empieza a establecer una relación. Además de lo que es una historia de amor, se habla de muchas otras cosas. Por ejemplo, ella reflexiona mucho sobre el arte y está obsesionada con la medianía de su obra.

¿Insatisfecha con su trabajo?

Considera toda su obra como mediocre, y dedica meses a crear una coreografía para que luego esté en cartelera durante dos días. Es también una reflexión sobre el racismo, porque el padre del protagonista masculino es un indígena. La novela trata temas sociales y políticos.

¿Tiene similitud con alguna de sus obras anteriores?

Con El salvaje. Entre las dos novelas hay puntos de encuentro, aunque Salvar el fuego tiene una estructura completamente distinta. Está narrada a tres voces y cada una de las tres personas que narran las historias tiene un lenguaje muy particular.

¿En qué sentido?

Una de ellas explora la jerga del habla norteña de México. Es la parte más dura, porque cuenta el pasado criminal del protagonista masculino; es también la que tiene más chispa. La segunda voz es la del hermano de este protagonista, que habla a su padre ya fallecido delante de su tumba. Luego está la voz de Marina, la protagonista femenina. También hay otras voces, pero quedan detrás, en un lugar más secundario.

Siempre da la sensación de que a usted le gustan mucho las polifonías literarias, incluidos sus guiones de cine.

Es una forma de describir distintas visiones de la vida. Sí que es una polifonía en la que cada voz va contando un tiempo distinto. La novela está contada desde diversos puntos de vista espaciales y temporales, pero poco a poco se empiezan a unir hasta que se termina de ver el conjunto de la historia.

Navega por caminos muy intensos: poder, amor, odio y muerte.

Son ingredientes que siempre van a formar parte de la literatura. Salvar el fuego es, de todas mis novelas, la que más reflexiona sobre el poder.

¿El poder político?

No todo el poder es político. Esta historia habla del poder del amor, de la capacidad de subversión del amor, de cómo el amor es una forma de hacer que nos encontremos a nosotros mismos, y deja claro que aceptar el amor hacia determinada persona es aceptar también a la persona que uno es. Tiene que ver también con la violencia que viven algunas partes del país, con la política, con la corrupción?

¿Amor romántico?

Todo amor puede serlo al principio, ¿no? Pero todo amor te hace reflexionar. En esta narración coges muchos caminos para después centrarte en lo que es una historia de amor.

¿Podríamos decir que Salvar el fuego es un reflejo del México actual?

Quizá. La empecé cinco años, y después de documentarme me llevó cuatro años y medio escribirla. El México que yo describo puede parecer distinto al México del último año, pero hay cosas en el libro que son claras: la corrupción, la desigualdad, la llegada a algunas zonas del país del narcotráfico, el racismo escondido que existe y que no es del todo aceptado, la existencia de una clase social que está totalmente al margen de lo que sucede en el país?

¿La burbuja de los poderosos?

Más o menos. Hay zonas de México en las que las clases altas viven una realidad totalmente al margen de lo que sucede en el país.

Hace mucho tiempo que no le vemos por el universo cinematográfico. ¿Sigue relacionado con el cine?

Sí, pero ahora estoy concentrado en la literatura, y ya llevo nueve años y medio escribiendo novelas. No he dejado de producir cine, pero ya no voy a escribir más para el cine, a menos que dirija yo.

La literatura y el cine han ido de la mano muchas veces, pero ahora de una forma especial.

Es verdad que siempre han estado muy unidos. En ambos mundos se trata de contar una historia. Yo, lo que puedo decir es que mis libros no están escritos para ser llevados al cine, mi literatura va destinada a los lectores. No me planteo que lo que escribo se convierta en cine; si ocurre, bien, pero no es mi intención.

Parece que no le gusta mucho que hablemos de cine en estos momentos.

Es cierto, prefiero hablar de Salvar el fuego, de literatura en general, porque son temas que tengo más frescos y que en estos momentos me apetecen más. Llevo muchos años seguidos dedicándome solo a escribir libros. Como digo, no es que haya abandonado el cine, pero ahora mismo lo mío son los libros.

Salvar el fuego ha sido galardonada con el premio Alfaguara y no ha podido hacer la promoción internacional por el coronavirus. ¿Qué hace usted mientras esta crisis pasa?

Ahorita mismo estoy escribiendo otra novela. A pesar de todo lo que está ocurriendo, espero que a Salvar el fuego le vaya tan bien como a El salvaje.

Pues El salvaje está considerado uno de los mayores éxitos de la literatura reciente...

Va por su traducción número doce, pero el resto de mi obra está traducida a veintiún idiomas. Para mí, ganar el premio Alfaguara de novela ha sido fascinante. Este premio ha sido mejor que un Oscar.

Sabrá que la repercusión mediática entre uno y otro premio está a una distancia sideral.

No importa. Creo que fue Borges el que dijo: La nación de uno es el idioma. Alfaguara reconoce a los escritores que escribimos en español y parte de ese premio es la difusión y la enorme caja de resonancia que va a tener en lengua española. La pena es que todas las promociones y el acercamiento a los lectores se han suspendido.

¿Cómo se vive en México el tema de coronavirus?

Pienso que acá, en México, se está tardando en tomar medidas, aunque mi familia y yo estamos en cuarentena desde hace días.

¿Cuarentena voluntaria?

No quisimos arriesgarnos viendo la experiencia de España, lo que es una situación muy ilustrativa para mí. Hubo un momento en el que estaba decidido a ir allá. De hecho, tenía que haber viajado el sábado 14 de marzo, y le dije a la editorial que mis médicos me autorizaban a ir y que estaba dispuesto. Pero uno de los médicos me dijo: Cierran España en dos días. El sábado que tú aterrices allí vas a llegar a una España en donde no habrá nadie en la calle, a un país vacío. Dicho y hecho, se cumplió su pronóstico: ese día cerraron España a cal y canto.

¿Es usted aprensivo?

No, sí? No lo sé, pero no voy a esperar a que suceda en México lo mismo que en España. No voy a arriesgar a los míos, eso nunca, así que casi todos en la familia nos hemos guardado en casa.

En algunos momentos parece que estamos viviendo una ficción apocalíptica y no la realidad. Parece una distopía sacada de la imaginación de un guionista.

Podría serlo, pero para nuestra desgracia es todo real. Es un momento difícil. México ya lo pasó con el virus H1N1 (gripe A), fue el foco de la epidemia y por fortuna lo pudimos controlar, algo que los chinos no lograron hacer. Se tomaron medidas y vivimos una situación muy semejante a la que estamos viendo ahora.

¿Cómo se supone que va a ser la salida de este túnel?

Pienso que vamos a salir de todo esto con una forma distinta de apreciar la vida. Vamos a reconocer a los otros y vamos darnos cuenta de que solo la solidaridad nos va a sacar adelante. En la parte novelística de este momento oscuro vamos a encontrar cosas positivas.

¿Quiere decir que este momento nos llevará a los humanos a reflexionar sobre todo lo que hemos hecho mal?

Y también sobre lo que hemos hecho bien. Creo en el género humano.

Hay quien dice que la peor plaga que ha sufrido el planeta es la del ser humano.

Yo no creo que seamos una plaga. Hemos tenido conquistas extraordinarias. El hecho de que estemos hablando ahorita por teléfono usted y yo es una de esas conquistas. Esta crisis nos ha impedido una entrevista cara a cara, pero seguimos comunicándonos a no sé cuántos miles de kilómetros de distancia?

A unos 9.000 kilómetros.

Eso es, y habla de que somos una especie que ha tenido unos logros increíbles. Hay que reflexionar sobre los errores que hemos cometido como sociedad y sobre los grandes aciertos que hemos tenido como especie. Es el momento de replantear el sistema económico global. El capitalismo no puede seguir permitiendo la concentración de los dineros. No podemos seguir siendo todos empleados de corporaciones. La economía tiene que abrirse más y esta debe ser la gran lección del coronavirus.

¿Cuál cree que es el papel de un escritor en la sociedad actual?

La función general del arte es generar preguntas.

¿No respuestas?

No, no somos como la ciencia, que su obligación es dar respuestas. Nuestra obligación es generar preguntas, desde las más personales a las más generales. El arte debe provocar, debe de suscitar diálogos, debe incomodar, perturbar, herir, curar? Hay muchas funciones para que el arte realice en cada una de sus disciplinas. En este momento oscuro que estamos padeciendo, estamos viendo cómo está funcionando el arte. Vemos cómo a través de la música varios vecindarios cantan al unísono; vemos como la música se ha convertido en un punto de unión.

¿Se mantendrá esta unión a través del arte?

Dependerá de todos nosotros. Estos momentos no se van a olvidar tan fácil. Ahora se hacen discusiones de libros a través de las redes sociales. El arte puede convertirse en un vaso comunicante.

¿Es usted optimista?

Sí. Sé que saldremos de esta situación, créeme, los humanos somos increíbles. Saldremos con reflexiones sobre lo que hemos sido y lo que seremos. Confío en que con el próximo libro las entrevistas las hagamos cara a cara. Eso significará que hemos superado esta situación.

PERSONAL

Edad: 62 años (13 de marzo de 1958).

Lugar de nacimiento: Ciudad de México.

Formación: Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Obtuvo una maestría en Historia.

Trayectoria: Es escritor, guionista, director y productor cinematográfico. Cree que en los dos espacios se pueden contar buenas historias que hablen de la realidad y que a la vez sean entretenidas. Una brutal pelea que tuvo a los 13 años en el barrio en el que vivía en Ciudad de México le hizo perder el olfato. Este hecho fue el detonante para escribir sus principales guiones cinematográficos.

Obra: Ha escrito las novelas Escuadrón guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994), El búfalo de la noche (1999), Retorno 201 (2006) El salvaje (2016) y Salvar el fuego (2020), y los guiones de Amores perros (2000) 21 gramos (2004) y Babel (2006), dirigidas por Alejandro González Iñárritu, y de Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005) y El búfalo de la noche (2007).