Son "como dos gotas de agua", "Están hechos el uno para el otro". "No puedo imaginar que puedan hacer algo o ir a algún lugar el uno sin el otro". Son frases de admiración que las parejas inseparables provocan en boca de los demás. Este retrato perfecto de dos en uno, como si se tratase de una oferta comercial irrenunciable, aparece a menudo como un ejemplo del ideal romántico. Como esos enamorados que quieren que el día que se conocieron sea declarado fiesta nacional. La idea de pareja inseparable parece tan buena como el oro, pero es tan engañosa como el latón. Es una imagen que pronto empieza a perder brillo, cuando los dos miembros que conforman esta unión tan envidiable han de enfrentarse poco a poco a otra realidad. La realidad es terca y al final llama a tu puerta€

El concepto de una pareja inseparable no es la única forma de estructurar una relación amorosa. Es más, puede estar muy lejos de ser el mejor sistema. Unirse de forma tan exclusiva, adhesiva, incondicional y dependiente a otra persona es como llamar al mal tiempo. Tarde o temprano la inseparabilidad genera preocupaciones de presión, cansancio, temores, celos e inseguridades nada saludables. Porque si tu pareja es la única persona que alimenta tu vida para siempre y cubre todas tus expectativas emocionales, ¿no corres el riesgo de que si ella desaparece de tu perspectiva mueras emocionalmente?

Son los riesgos de poner todos los huevos en la misma cesta. Si alguien condiciona su relación sentimental a una sola persona y cree que ésta es la única en todo el mundo que puede realizar su ideal de pareja inseparable, puede causar en ella pensamientos de extrema responsabilidad y con la que poder vivir en ella. Ser uña y carne al mismo tiempo. No ser dos, sino uno para siempre. Sin embargo, perseguir este grado de perfección amorosa corre el riesgo de explotar. Es un sentimiento de estar viviendo como en una olla a presión. Este tipo de acuerdos sitúa a la pareja inseparable en una constante hiperalerta: sentimientos de desesperación si el otro falla en algo, deseos de controlar las conductas, y preocupaciones o temores por la posible tragedia de perder la pareja.

Frases como "Yo solo te necesito a ti", "No sabría qué hacer sin ti", "Tu eres todo lo que yo necesito", "No me dejes nunca. No podría sobrevivir", "Hagámoslo todo siempre juntos" o "Sin ti no soy nadie" pueden ser un excelente argumento para el guion de un culebrón televisivo mexicano o colombiano, pero no tiene lugar en una relación que quiere crecer y tener esperanzas de mantenerse en un mutuo y sano equilibrio emocional.

Tanto la persona que pronuncia este tipo de frases de vida o muerte, como la que las recibe, se entregan inconscientemente al sufrimiento y la despersonalización mutuas. Los esfuerzos por abandonar la búsqueda de sus propios valores amparándose en los del otro provocan una inquietante tensión en la pareja inseparable. Crean un vacío personal, cuando lo mejor sería permitir que las diferencias individuales se pusieran de manifiesto y se respetaran por ambas partes. Para llevarse bien, en una pareja no se necesita tener ambos las mismas ideas. Se necesita el mismo respeto. Los riesgos o las desventajas de las relaciones que piensan en el todo o nada son los siguientes.

Pérdida del propio interés: Es mucho mejor para ambos miembros de la pareja que cada uno de ellos se sitúe primero en su escala de prioridades emocionales, y a su pareja en un segundo y cercano lugar, antes que ubicar a su pareja en primer lugar y él en un distante segundo lugar.

Tensión y resentimiento: No asumir tus propias diferencias al compartir tu vida con alguien por el que sacrificas tu personalidad te predispone a padecer tensión y resentimiento mientras estás tratando de ser todo para la otra persona.

La 'pareja inseparable' impide autodescubrirte y completar tu personalidad: Engañándote a ti mismo en una rutina orientada constantemente a reflejarte en los resultados del otro limita tus opciones en la vida. De acuerdo con un proverbio portugués, "la luna y el amor, cuando no crecen, disminuyen".

La familiaridad engendra desprecio: La falta de un tiempo y un espacio personales para cada uno de los miembros de la pareja a menudo provoca roces de excesiva familiaridad que acaban molestando a ambos. Son agravios que se producen al estar demasiado tiempo alrededor o junto a alguien. El deseo de tener algo de tiempo y espacio puede ser visto por muchos como una amenaza para la relación. Pero no es cierto. El verdadero amor no significa perseguir el mito de la pareja inseparable (estar pegados como lapas todo el día, salvo para ir al baño), sino que nadie cambie por estar separados.

Pérdida del aprecio por lo novedoso: La novedad ayuda a hacer interesante la vida. Pero las constantes exigencias de estar juntos, sentir seguridad, vivir con la persona de tu vida, tu media naranja, etcétera, acaban percibiéndose como una relación desequilibrada, desmotivada, en la que nada cambia y mata las posibilidades de que se produzca alguna novedad.

Abrupta ruptura de la relación: Agobiado por la continua exigencia de exclusividad, por parte del miembro menos dependiente de la pareja inseparable, éste propicia el debilitamiento de la relación hasta llegar a una inesperada ruptura (las parejas fuertes son capaces de buscar una salida a la presionante situación de pareja inseparable antes que continuar exponiéndose a conductas tan estrictas o rigoristas).

Considerar una serie de ideas liberadoras del mito de pareja inseparable, al estilo de las que propone la Terapia Racional Emotiva, y los valores que aquéllas encierran, proporciona a la relación amorosa posibilidades mucho más enriquecedoras y variadas que permanecer unidos como siameses. Por otra parte, una pareja que no sepa concederse espacios liberadores por falta de confianza mutua (o solo por parte de uno de ellos), es no dar a la vida la oportunidad de que la mejore y la madure. Existir es cambiar, cambiar es madurar, y madurar es crearse uno a sí mismo indefinidamente.

Ventajas de dejar de vivir bajo el mito

Si la pareja se concede espacios de separación física, de forma que esté sin contacto por algunos períodos de tiempo, ello le reportará las siguientes ventajas:

  • Aprenderá más cada uno del otro.
  • Se conocerá más uno mismo.
  • Conocerá más al otro.
  • Respetará y valorará las diferencias que les separa.
  • Eliminará tendencias posesivas y celosas.
  • Rebajará las exigencias de todo tipo.
  • Se concederá un voto de confianza mutuo.
  • Valorará más el tiempo que la pareja se dedica a sí misma (menos cantidad, pero más calidad).
  • Percibirá el mundo de forma más amplia y diversa.
  • Desarrollará cada uno sus propios recursos y facultades, tanto sociales como profesionales.

Regla de oro: Conceder a tu vida sentimental las ventajas de dedicar más tiempo a las cosas que te gustan, mientras alientas a tu pareja a hacer lo mismo, es un paso importante para que ambos enriquezcáis vuestra personalidad. No llegar a este tipo de acuerdos y defender a ultranza el mito de pareja inseparable puede convertirse en esa olla a presión emocional que al fin explota. Distanciarse y juntarse es la regla de oro para conseguir una relación equilibrada y el bienestar personal.