Hace tres años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció como enfermedad el burnout o desgaste profesional, consecuencia de un estrés laboral crónico y de la incapacidad para desconectar del puesto de trabajo.

En esa fecha, una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) cifraba en el 27% el porcentaje de trabajadores que corrían el riesgo de padecer estrés laboral crónico.

Estos datos empeoraron tras la pandemia: un 74% de empleados españoles afirmaba estar siempre disponible en su trabajo y un 45% reconocía sufrir estrés por su actividad laboral, según un estudio realizado en 2020 por Cigna Covid-19 Global Impact.

Según los expertos, poder desconectar para cubrir nuestras necesidades primarias, de alimentación y sueño, de actividad física, social y, sobre todo, afectiva, es la única forma de reducir esas cifras y mantener nuestro bienestar.

De lo contrario, puede haber consecuencias incluso en nuestro cerebro.

Como explica la psicóloga Agnès Brossa, en el ámbito psíquico los pensamientos de desmoralización o de que no vamos a llegar a todo, asociados al estrés laboral, llevan a un estado emocional de tristeza, ansiedad o desánimo. Y, en el momento en que el cerebro recibe la señal de que está en peligro, "despliega unos mecanismos neuronales para que nuestro cuerpo se ponga en estado de alerta para poder activarse y seguir adelante a pesar de la situación en la que estamos. Pero todos estos neurotransmisores que se segregan porque nuestro cerebro ha interpretado que estamos en estado de peligro actúan, a largo plazo, dañándolo", indica.

"El proceso ocurre cuando empezamos a segregar una hormona llamada cortisol o excesiva noradrenalina, adrenalina u otros neurotransmisores de este tipo. En este momento, las dendritas, que son esos pequeños hilos que salen de la neurona y hacen que conecte con la siguiente neurona y transmitan información, se acortan", añade Brossa, que especifica que estamos hablando de un daño físico en el ámbito neurológico conocido como estrés psicosocial por derrota reiterada.

Señales de aviso

¿Cómo podemos darnos cuenta de que el estrés laboral nos está sobrepasando? Como explica Enrique Baleriola, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, ese estrés avisa sobre todo de dos formas: física y psicológicamente, y ambas están interrelacionadas.

Desde el punto de vista físico, las señales más frecuentes son: agotamiento y cansancio, presión en el pecho, palpitaciones, ansiedad acumulada y problemas para dormir y relajarnos durante la noche o durante nuestro tiempo libre.

En cuanto al ámbito psicológico, destacan los cambios de humor, posponer o evitar enfrentarnos hasta a las tareas más sencillas de nuestro trabajo, o comenzar la jornada laboral deseando que termine y pase rápido.

Consejos para desconectar

- Priorizar los éxitos sobre los fracasos. La falta de éxito repetitiva produce estrés en nuestro cerebro, mientras que la euforia reiterada por éxito afecta al contrario, en positivo. Por ello, la primera recomendación es intentar tener muchos periodos en los que sintamos que hacemos las cosas bien.

- Buscar espacio para cubrir necesidades no laborales. Conocer muy bien y cubrir nuestras necesidades de alimentación y sueño, sociales y afectivas y de actividad física.

- Ponernos y poner límites. Debemos aprender a pensar "esto no puedo hacerlo, lo dejo para mañana" y decir "no" porque ahora es nuestro tiempo. Si no llegamos, volvemos a planificar entendiendo que quizá hemos sobreestimado el tiempo que teníamos o los objetivos.

- Evitar los sentimientos de culpa. Existe una relación muy directa entre lo que piensas, lo que sientes y lo que haces. Si desarrollamos un pensamiento más positivo sobre nosotros mismos, seguramente nos sentiremos mejor y nuestra conducta será más ajustada.

- Medidas frente al teletrabajo. Si teletrabajas, debes diferenciar espacios, fijar rutinas y horarios como si estuvieras en la oficina y establecer una buena planificación de la jornada laboral.