Adiós gimiendo Aunque cabían dudas sobre alguna maniobra orquestal de última hora a cargo de la Teodorocracia, Pablo Casado aceptó ayer con resignación su condición de fiambre político. Y quizá estaba en su cabeza una despedida grandilocuente de esas que sacan media lagrimita en la concurrencia. Lo intentó, de hecho, con alusiones al gran honor que había sido seguir la estela (hay que aguantarse la risa) de Fraga, Aznar y Rajoy. También jurando que se las pira sin rencor, como si no se notara a la legua que se la tiene jurada a, por lo menos, una docena de conmilitones. O, ejem, ejem, reivindicando su torpe suicidio en nombre de la regeneración y la lucha sin cuartel por la limpieza. Pero fue todo en vano, porque el discurso encalló en la misma letanía que lleva repitiendo desde que se dio cuenta de que la había pifiado bien pifiada. "No he hecho nada malo", "No me merezco esto", volvió a gimotear demostrando su patética concepción de la política. Que pase el siguiente.

El deseado Y ese siguiente es solo un cataclismo podría evitarlo Alberto Núñez Feijóo. Después de haberse dejado querer durante diez días, hoy mismo hará oficial que se postulará como mesías que saque al PP del profundo pozo en el que está y lo reconduzca a la tierra prometida, es decir, a La Moncloa. De partida, tiene a prácticamente todos los barones en posición de firmes. Más que nada, porque a la fuerza ahorcan y porque después de haber limpiado a la vieja guardia no hay nadie en toda la organización (salvo la que ustedes están pensando; enseguida vamos con ella) con auténticas cualidades de liderazgo. Por eso muchos de los rancios que llevan años acusando por lo bajini al gallego de mingafría o, incluso, de no parecer de derechas, se postran ante él de hinojos. Es casi en sentido literal el buey con el que no les queda más remedio que arar.

Ayuso seguirá dando guerra O mucho me equivoco, o lo va a tener que hacer tratando de guardarse las espaldas de las acometidas y el juego subterráneo de la arriba mentada. Como escribe Igor Santamaría en estas páginas, Isabel Díaz Ayuso reventó el aterrizaje de Feijóo. Por si alguien lo dudaba, la resentida lideresa dejó muy claro que busca una vendetta sin matices. No le bastan los cadáveres políticos de Casado y García Egea. Los quiere fuera del partido y en compañía de los que maniobraron contra ella. Es su forma de anunciar que va a seguir con el cuchillo entre los dientes y que ya no se va a conformar con el premio de consolación de dejarle vía libre para presidir el partido en Madrid. Más madera. Sigue la guerra.