PAMPLONa - José Luis Munilla dice que sigue muy de cerca todas las novedades que acontecen en Puente la Reina, en la institución en la que creció. Ofrece colaboración, pide perdón pero dice que no sabe qué hacer porque la verdad allí quedó.

¿Se siente sorprendido o abrumado por las noticias de abusos en el colegio de Puente la Reina?

-Esto ha sido un sinvivir. Me produce mucha tristeza y preocupación y, a su vez, me produce mucho respeto sobre todo por las personas que han denunciado y han padecido esos abusos. Con Guillermo (el primer denunciante) me quedaba asombrado y sorprendidísimo porque, con él, casi coincidimos en la época, y para nada viví lo que él cuenta. Llegué a conocer al padre Senosiáin y la idea que tengo de él es muy positiva, lo recordaré en el plano positivo, era gran deportista, tenía cualidades tremendas, era alguien cercano, cariñoso con todo el mundo, nos apoyaba, y ahora cuando sale de esto te puedes imaginar la cara de sorpresa que se me queda. ¿Cómo es posible que aquella persona pudiera hacer algo de esto? Me produce mucho respeto lo que sufrieron estas personas, en la intimidad y que nadie podía sospechar que estaban pasando. No se cómo explicarlo.

Es difícil explicarlo, pero a veces son necesarias ciertas explicaciones y no se trata de un caso aislado. ¿Es desagradable afrontarlo?

-No se trata de ocultar nada ni de esconder la cabeza entre las alas. Nos quedamos sorprendidos la primera vez que leímos esto en la prensa. Nos preocupaban las personas que había detrás y el mismo día traté de hablar con Guillermo. Le pedí perdón, le dije que lo lamentaba y ahora, cada vez que aparece un testimonio más, vuelve la sorpresa y el vuelco al corazón. Y reitero el ofrecimiento de ayuda a cada uno de ellos. Son hechos que ocurrieron hace más de 30 o 40 años y muchos de los nuestros ahora ni siquiera conocieron a aquellos sacerdotes. Con Guillermo, en concreto, he contactado varias veces para saber cómo se encontraba. Por nuestra parte no está ocultar ni silenciar nada, si ocurrieron los hechos, ocurrieron. Tratamos de investigar, me puse en contacto con el director de Puente la Reina, contacté con las personas que pudieron estar entonces, sacamos expedientes de aquellos años, miramos si había indicios de que se produjeran estos hechos... Eran hechos cometidos en la intimidad, que no salían a la luz, pese a que se dice que era vox populi no llegaron a oídos de los responsables del centro o no consta que llegaran. En todo lo que he mirado, actas, crónicas, y personas que vivieron en aquella época y a las que creo, no hay ni un dato.

Hay un testimonio, el de Mikel (en la siguiente página), que relata que tras sufrir un episodio de abusos del hermano Basilio, se lo comunicó al sacerdote Carrera, y que, a partir de entonces, él dormía con una estaca bajo la cama. Mikel acabó huyendo del centro. ¿Eso no consta?

-Sinceramente, no consta nada así. Marcelino Carrera también falleció y no puedo saber qué ocurrió. No dudo de que se hiciese, seguramente fue como Mikel lo cuenta, pero no se trasladó a la comunidad educativa o no es algo que se hablase por entonces y se dejase constancia. Aunque fueran tiempos pasados, éramos sensibles a que se produjera cualquier cosa de estas, habríamos estado alerta.

Salvo que, como dice, ¿se produjeran en la intimidad esos hechos o en un entorno bien protegido?

-En aquellos tiempos estos temas no tenían la fuerza que tienen ahora por el contenido mediático. Los chavales de aquella época sabían que se les iba a escuchar, pero que igual no pasaba de ahí y pensaban que eran cosas de críos, inventos. Por más que he tratado de averiguar no hemos podido encontrar nada. Hay cosas concretas que dicen que pasaron por entonces, por familias y compañeros de aquellas épocas, que no vivieron tampoco la realidad que se está trasladando. Esos abusos eran de personas concretas, no eran todos iguales, no podían ser habituales porque esto hubiera saltado mucho antes. Hay padres de por medio, hay responsables...

¿Le entiendo que lo que quiere decir que si eso hubiera ocurrido a menudo se hubiera sabido antes?

-Si han ocurrido estos hechos que cuentan ellos, que son en distintos años, son con personas distintas, con responsables distintos. Si te pones a pensar en aquella situación, a pensar en aquel momento, que pudiesen darse, no lo dudo. Pero no salió como escándalo o como una situación que hubiera que cortar. Lo que me dices de Mikel no conozco muy bien el caso porque no he contactado con él. Yo he vivido otra realidad en la que no había castigos ni palos. Se está presentando una situación de un centro que parecía más un reformatorio que otra cosa y no era así. Éramos todo personas normalitas.

¿Entiende que la imagen que se ha dado del centro no es la adecuada a la que usted vivió?

-No, yo no viví eso.

¿Qué pasos van a seguir?

-Me he ofrecido a lo que haga falta, les he pedido qué es lo que necesitan. Pero tampoco me puede venir una víctima de estas para que compre su silencio. De eso nada. A eso no voy a entrar. Ahora, si me dices que necesitas ayuda psicológica, porque lo has pasado muy mal. Pero decirnos que es lo que necesitáis. Porque tampoco podemos hacer gran cosa. Estamos hablando de personas fallecidas, de una verdad que no se puede esclarecer porque no se puede contrastar. Pero la Justicia no se puede hacer con las personas muertas porque no tengo ni idea qué hicieron en su vida.

Pero también un comunicado para estas víctimas u otras manifestando su postura y su perdón ¿no le parecería adecuado?

-Pido perdón humildemente y con sinceridad. Creo que en la Iglesia, en la sociedad, en la familia, las personas son buenas y honestas. No dudo de eso. Y no creo que cometan delitos. Pero siempre aparece alguien que se salta todo lo bueno que existe y, no por eso, toda la Iglesia, familia y sociedad es mala. Hay personas concretas que son así. Ahora, si ha ocurrido esto en nuestra institución, los recibiré con los brazos abiertos. Por las noticias me he ido enterando de sus intenciones y les digo que cuenten con nosotros, porque no vamos a ocultar que alguien hizo algo y se ocultó. Pero no podemos decir lo que no sabemos. Claro que hay que hacer Justicia, pero ¿dónde está la verdad de todo esto si no puedo constrastarla con nadie? ¿Dónde está la presunción de inocencia incluso para los que se acusa? Y eso es Justicia también y es un principio de derechos humanos. Y yo me encuentro también con las manos atadas de no saber cómo actuar. Ojalá estuviera alguien vivo porque yo sería el primero en denunciarlo. La lástima es que hasta ahora nadie se atrevía a denunciarlo, pero ni en la Iglesia, ni en la familia, ni en ningún sitio.

¿No considera normal que se tarde tantos años en denunciar algo así?

-Claro. En aquellos tiempos nadie le daba esa importancia. Se ha tardado mucho en denunciar pero es normal, por vergüenza, por no descubrirme, por propia intimidad, no por no acusar a nadie. Nosotros seguimos con la investigación, no hemos cerrado ninguna puerta. Hasta ahora he preguntado para ver si incluso podía haber una intuición. Pero esto va a continuar. Les invito a aquellos denunciantes que se pongan en contacto conmigo, les voy a atender e incluso tenemos una dirección de correo electrónico (protecciondelmenor@spj.es) porque a lo mejor alguien no quiere dar la cara o ir a los medios. Estaríamos encantados de escucharlos, porque gracias a ellos hemos conocido de todo esto. Y en todos nuestros centros estamos trabajando el tema de la prevención. No puede suceder de nuevo esto. También te digo, ¿quién está libre? Las personas somos como somos y nunca sabremos quién es el malo de la película.