- Tiene sólo 23 años y una trayectoria en la Asobal que incluye Benidorm, Sinfín y ahora el Helvetia Anaitasuna. Ander Torriko es uno de los refuerzos del equipo navarro esta temporada y su explosividad, descaro, rapidez, olfato goleador y creación de juego le han convertido en uno de los referentes ofensivos del conjunto de Quique Domínguez. Hoy debía enfrentarse a sus excompañeros cántabros, pero la covid-19 ha impedido que el partido se pueda disputar. El central de Zumaia, que lleva bien toda esta extraña situación, habla de su buena adaptación al nuevo Helvetia, de su rol en el equipo, del amor por el balonmano -que le viene de familia- y de sus amistades dentro del mundo del deporte.

¿Cómo está el equipo tras las derrotas en Cuenca y Sagunto?

-Somos deportistas de alto rendimiento y a todos nos molesta perder. Lo importante es coger una balanza y saber llevar la derrota y la victoria más o menos a un mismo nivel. Tenemos buen ambiente y un grupo sano, algo que nos ayuda a tener ganas de seguir entrenando se gane o se pierda. Las dos derrotas nos han dolido, por supuesto, porque eran partidos importantes. De haber ganado, sabíamos que nos permitían ponernos mejor en la clasificación. Pero seguimos ahí con diez puntos y mantenemos la ilusión intacta.

Son dos partidos perdidos después de tres victorias consecutivas. ¿A qué lo atribuye?

-Nuestro deporte va mucho por dinámicas. Veníamos de tres triunfos seguidos y eso te da un plus muy grande anímicamente. Pero los partidos fuera de casa siempre son más complicados, aunque ahora mismo no haya público. En ambos encuentros nos ha pasado lo mismo. No hemos sabido apretar más en los momentos que hemos tenido para romperlos. Y luego la portería rival empieza a parar, no estás cómodo en ataque y al final les metes a ellos en el partido. Tanto Cuenca como Sagunto supieron jugar mejor las segundas partes, mientras que nosotros no las afrontamos bien. Todos esos factores han podido influir en las dos derrotas.

Para esta jornada debían enfrentarse al Liberbank Cantabria Sinfín, su exequipo. Tendría ganas de jugar.

-Muchísimas. En Santander estuve dos años muy bonitos y tengo recuerdos inmejorables del club y de los compañeros. Pero es lo que nos está tocando vivir ahora y hay que adaptarse. Cuando se pueda jugar, va a ser especial.

¿Cómo lleva el tema de la pandemia y los aplazamientos?

-Lo llevo bien. Me ha tocado estar confinado también, porque mi hermana dio positivo hace unas semanas. Estudia fisioterapia en Tudela y fuimos juntos en el coche. Estuvimos en Zumaia, después de haber entrenado yo aquí un viernes, y pasé el fin de semana con ella. Empezó con el gusto y el olfato, aunque en casa tendemos a tener alergias y no piensas que puede ser el virus. Luego se hizo la PCR y dio positivo. Yo tuve la suerte de dar negativo, pero estuve como nueve o diez días en casa. Es extraño, porque estuve en contacto directo con ella, viajamos juntos, fuimos al monte y yo no di. Pero ya digo, llevo bien el tema. Aunque entiendo que para otros jugadores sea más duro.

Es uno de los referentes ofensivos del equipo. Se ha adaptado bien.

-Sí, aunque sin los compañeros, imposible. Desde que vine en julio el ambiente ha sido muy bueno. Hay ganas de hacer las cosas bien. La llegada de Quique (Domínguez) también ha influido mucho. Creo que es un entrenador buenísimo y me atrevo a decir que es el mejor que he tenido hasta ahora. La adaptación ha sido buena porque los compañeros, el entrenador, el cuerpo técnico y el club lo han hecho fácil. Me están saliendo bien las cosas y estoy contento.

Es un jugador rápido, explosivo. Sus características encajan bien en la idea de juego de Quique Domínguez.

-Sí. Él se basa en un juego muy dinámico, rápido, con jugadores con velocidad y chispa a la hora de jugar. Es un balonmano bonito que gusta ver. Creo que mi perfil encaja bien con lo que él quiere. Y la confianza que está depositando tanto en mí como en todos los compañeros está siendo muy buena. Estoy agradecido.

Se le ve cómodo en la pista.

-Me siento muy bien. Además, está confiando en mí de central, cuando en Santander jugaba más de lateral, sobre todo izquierdo. La verdad es que nunca he terminado de jugar del todo de central en la Asobal. En Pulpo sí que lo era, en la selección de Euskadi y en las categorías inferiores de la española también, pero aquí me estoy encontrando en esa posición. Tengo 23 años y aún tengo recorrido, debo mejorar mucho. Pero me siento cómodo porque confían en mí en ese puesto, que además es de mucha responsabilidad.

Parece que no le dan miedo los retos, ¿no?

-Para nada. En eso soy atrevido. Si estamos en el último minuto de un partido y me la tengo que jugar, lo hago. Eso tiene sus pros y sus contras, pero siempre he sido echado para adelante en todo y esto también me ha ayudado en mi carrera deportiva.

Los centrales deben tener mucha cabeza. Todos los jugadores, en general, pero en especial quienes están en este puesto de creación.

-Sí, hay que tener. El balonmano ha evolucionado mucho, ahora es más físico. Aun así, también tiene mucho de inteligencia. De saber jugar situaciones de superioridad o inferioridad, de saber cuándo atacar o no, de mirar vídeos. Es un deporte de inteligencia y el puesto de central te exige estar muy concentrado, porque al final es el que manda en las jugadas y organiza el juego de ataque. Aunque tanto Quique como los jugadores más veteranos me están ayudando mucho y eso se está reflejando en la pista.

¿Cuándo se empezó a interesar por esto del balonmano?

-Bueno, mis padres han jugado los dos. Mi aita estuvo en Zarautz, aunque luego tuvo mala suerte con su lesión de rodilla y lo dejó, pero con 18 años subieron él y el tío de Erik Balenciaga, Xabier Balenciaga, a Plata. Mi ama también jugó, en el Pulpo. Salieron campeonas de España cadetes e incluso fue a alguna convocatoria con la selección española. Así que viene de familia. Es algo que también ha pasado a mi hermana, que ha jugado en el Ikasa, en Plata, si bien tuvo que dejarlo por tema de estudios y por la rodilla. Pero desde pequeños nos han inculcado los valores del balonmano.

¿Y dónde empezó? ¿En el colegio?

-Sí, como casi todos. Practicaba diferentes deportes y al final le cogí el gusto al balonmano. Además, mi padre me insistía mucho. Recuerdo que cuando era pequeño, me cogía a mí, a Kauldi Odriozola el del Bidasoa y a Mikel Martínez, que acaba de dejar con Amenabar, y nos llevaba a Aizarnazabal para entrenar durante hora u hora y media. Desde pequeño me metió el balonmano en las venas.

¿Los tres iban juntos al colegio?

-Siempre. Desde parvulitos. Con Mikel jugué en Zarautz y con Kauldi hasta Juveniles. Luego él se fue a Bidasoa. Ese año en Plata nos enfrentamos. Más tarde él ascendió a la Asobal con Bidasoa y yo me fui de Amenabar al Benidorm. Cada año tengo la suerte de jugar contra él.

También tiene amigos en el mundo del fútbol, creo. Hablo de Peru Nolaskoain, jugador del Athletic.

-Tenemos una relación muy buena y somos amigos íntimos. Cuando debutó, yo sabía que iba a ser titular. Era la Semana Grande de Bilbao, Aste Nagusia, y estuvimos cenando. Le dije que iba a marcar gol y encima de cabeza. Lo hizo. Fue en un córner y anotó. Ganaron 2-1. Su debut fue de ensueño y me alegré mucho por él.

¿Y cómo recuerda el suyo en la Asobal, en 2016, con Benidorm y precisamente ante Anaitasuna?

-Pues muy buenos recuerdos no tengo (se ríe). Salí en la segunda parte y estaba nerviosísimo. Jugué como cinco u ocho minutos. Perdí dos balones, Chocarro me robó una, Mota me sacó una falta en ataque... No tuve tiempo de saborearlo. Encima perdimos. Me salió un encuentro horrible, pero un debut siempre es especial.

Y al final ha acabado en el Helvetia.

-Sí. En mi primer año en Sinfín ya tuve su llamada. Pero por temas de estudios, ya que me queda muy poco para terminar la carrera de INEF en Santander, y además tenía contrato, decidí seguir allí. Este año me volvió a llamar. Estaba muy bien en el Sinfín, pero miré el dar un paso más a nivel deportivo y estar cerca de casa también. Así que decidí venir a Pamplona y estoy encantado.

Lugar y fecha de nacimiento. Zumaia (Gipuzkoa), 21/02/1997.

Demarcación y altura. Central. 1,82 m.

Trayectoria. Jugó en el Pulpo Eskubaloia hasta 2015. En la temporada 2015-2016 estuvo en el Amenabar Zarautz, en División de Honor Plata. En 2016 se incorporó al Benidorm, con el que debutó en la Liga Asobal. Más tarde fichó por el Sinfín (2018-2020) y este año se ha incorporado al Helvetia Anaitasuna. Ha firmado por dos temporadas más otra opcional. Ha jugado también en la selección de Euskadi y en las categorías inferiores de la española.

Familia. Su padre Andrés Torriko jugó al balonmano, al igual que su madre Mª Ángeles Egaña y su hermana Sara, de 20 años.

"Tengo 23 años y mucho recorrido aún, pero me siento cómodo porque confían en mí"

"Mi debut en Asobal fue con Benidorm y contra Anaitasuna. Me salió un partido horrible"