o siempre la política es una vocación precoz, pero tampoco resulta extraño que los hombres y mujeres que hoy engrosan las primeras filas de los partidos apuntasen maneras desde su adolescencia e incluso desde su niñez, en premonitorias demostraciones de curiosidad por lo que los adultos se decían en conversaciones de sobremesa y café, que brotaban a veces acaloradas, a veces a media voz en muchos domicilios, especialmente tras el comienzo de la Transición. Diálogos que surgían en la cocina o el comedor, en torno a la 'pequeña pantalla' o al transistor, cuando la prensa y el papel formaban un binomio sin matices e internet no era más que un cigoto.

Esa atracción por lo político se iba forjando en paralelo al proceso de maduración, con preguntas en batería a esos mayores, y después emulándoles si había sintonía o enmendándoles la plana y confrontando si surgía la contestación. Lo habitual es que una vez picado el gusanillo, éste permanecía. Hoy, los cambios tecnológicos han acrecentado la percepción de que la política nunca se detiene, pero no han aliviado la carencia de militancia activa que aqueja a las formaciones. Ramón Alzórriz, secretario de Organización del PSN-PSOE, y uno de los testimonios de este reportaje, admite que "los partidos al final tiran de quien pueden tirar, no de quien a veces quieren tirar. A las formaciones nos gustaría que hubiese mucha más gente que viniese a participar y a presentarse en listas".

Además de la exposición pública, la dedicación aca la política tiene otro coste severo: roba tiempo para dedicar a la familia o a las amistades. Un peaje que supone un "enorme dolor" para Mikel Buil, pues "no es lo mismo perder un amigo que ganar un compañero de trabajo". Otra renuncia a veces costosa es el abandono obligatorio del ejercicio profesional en aras de una nueva responsabilidad incompatible, y que por lo tanto obliga a elegir. Es el caso de la trayectoria periodística de Uxue Barkos o la circunstancia más matizada que ha vivido María Jesús Valdemoros. La propia Valdemoros y Alzórriz son los únicos consultados que afirman que su vocación política no se alimentó de un ambiente doméstico. Los casos de Barkos, Maiorga Ramirez, Buil y Marisa de Simón confirman por el contrario que la conciencia política a menudo empieza a labrarse en casa.

María Jesús Valdemoros: "Ha sido consecuencia de mi especialización en macroeconomía"

Uxue Barkos: "He mamado política en casa de mis padres desde que nací"

Alzórriz: "Tenía el gusanillo de servicio público desde joven, al inicio sindical"

Maiorga Ramirez: "Recuerdo un compromiso político inherente en mi familia"

Mikel Buil: "Político he sido siempre, por mi profesión y por lo que vi en casa"

Marisa de Simón: "En mi casa se hablaba mucho de política, mis padres eran republicanos"