La noticia del fallecimiento de Gabriel Hualde, amigo entrañable, por inesperada, nos ha sacudido profundamente. Ha fallecido en su pueblo, en Ezcaroz, lugar de refugio y encuentro esperado y deseado cada verano, porque le permitía disfrutar de familia y amigos.

La muerte le ha salido al encuentro dando su paseo diario, ya que la salud no le permitía el ascenso a la montaña que era una de sus pasiones.

Su estancia en el pueblo le hacía feliz y le proporcionaba un "asilvestramiento", es lo que le decíamos los amigos con un tanto de ironía, cuando en septiembre, de retorno a la ciudad, lo veíamos retomar las tareas cotidianas.

Los que hemos conocido a Gabriel, sabíamos de su enorme humildad y humanidad, que no lograba ocultar para nosotros el hecho de su gran acervo cultural, su sabiduría y conocimiento profundo del ser humano y de los aspectos que, como ser social, le caracterizan. Buen sociólogo, riguroso en sus análisis y síntesis. Estoy segura de que otros, con mayor conocimiento, glosarán mejor estos aspectos que lo definían.

Quiero destacar aquí su aportación en nuestro grupo de reflexión Solasbide/Pax Romana del que formó parte desde sus inicios. Y lo quiero hacer, sobre todo, para agradecerle lo mucho que nos ha aportado. Comunicaba su fe, su esperanza, el sentido de la gratuidad de la vida con una ternura y credibilidad dignas de todo encomio. Y lo hacía siempre con sentido del humor, alegría de vivir, gozo de estar y charlar con los amigos, a poder ser degustando un pequeño refrigerio. Sus intervenciones en el grupo, las charlas y encuentros de amigos, eran para nosotros ricos en contenido y aportaciones generosas. No obstante, según él decía, lo poco que sabía y tenía lo había antes recibido gratuitamente y necesitaba ponerlo al servicio de los demás. Por eso, hoy aunque conmovidos por su muerte, queremos mostrar y compartir la esperanza que él practicó.

Eskerrik asko, Gabriel, por todo lo que nos has dado y ahora que estás junto a Jesús, en quien siempre creíste, ruega por nosotros.