Kostya Oharkov ya está a salvo. El niño ucraniano de 7 años, que fue operado el año pasado de un cáncer de huesos en la Clínica Universidad de Navarra, en concreto de un osteosarcoma en el fémur, ya ha visto la luz en Pamplona, adonde llegó el pasado 17 de marzo después de refugiarse en un búnker de su ciudad, Lviv, desde que el país fue invadido por Rusia.

Ahora mismo están alojados en un piso de alquiler de la capital navarra y en 7 minutos andando llegan a la CUN para proseguir con la rehabilitación. El niño está en perfectas condiciones, con trabajo por delante con la rodilla para conseguir una óptima mejoría.

El doctor que le intervino en la capital navarra, a través del programa Niños con cáncer, el traumatólogo José Lamo de Espinosa, ha compartido una foto de Kostya, con sus padres Anton y Yulia, en su perfil de Twitter, donde se felicitaba de la llegada de la familia a tierras navarras. Habían abandonado Ucrania el pasado jueves 10 de marzo a través de la frontera con Polonia.

La historia de Kostya, que en febrero, antes del estallido de la guerra, había estado de revisión en Pamplona, conmocionó a la sociedad navarra por la superación intrínseca que conllevaba el hecho de que el pequeño, que había sufrido también un proceso de quimioterapia, tuviera que hacer su vida habitual y la recuperación de su operación en el sótano del edificio de siete plantas en el que residía.

El doctor Lamo de Espinosa se encargó de dar difusión a un relato increíble. Había reconstruido el fémur de Kostya a partir de su peroné y parte de la tibia. Camina con muletas y cada día iba a mejor hasta que el conflicto bélico agitó sus vidas. No por ello Kostya dejó de esforzarse en caminar a diario y a su vez siguió entregado a sus dos pasiones: el baile y las matemáticas.

A partir de ahí, sus padres, Anton, programador informático, y Yulia, fotógrafa, ambos de 33 años, tuvieron muy claro que debían abandonar su hogar. Y hace dos semanas aceleraron esa salida del país, que la efectuaron en coche hasta llegar a Varsovia.