La patrulla se desplazaba hacia la 1.30 horas a una discoteca del polígono de Barañáin. De camino les llamó la atención un trío de jóvenes que bajaban por la zona con bolsas y bebidas, predispuestos a hacer un botellón, y que uno de ellos llevara un gorro de lana con semejante calor como el que hacía. Hicieron la ruta de vuelta y los agentes de la Policía Foral solo vieron de regreso a uno de los jóvenes. Le preguntaron entonces por el paradero de sus amigos y él les contestó que estaban locos, que iba solo. No quería destapar a nadie.Los agentes miraron por los alrededores y encontraron a otro de los jóvenes, un pamplonés de 20 años, escondido entre dos vehículos. No lo sabían entonces, pero tenía media docena de requisitorias judiciales y de ingreso en prisión por delitos de atentado con arma blanca, agresión a un taxista, a un médico y por robo. Era un buen motivo -el de sus antecedentes- para reaccionar como lo hizo. Cuando los agentes le pidieron que saliera de ahí que solo querían identificarle, el chaval echó a correr, cruzó la carretera, encaró la orilla del río y se lanzó en plancha a las zarzas. No llegó al agua. No lo hizo porque además de 4 metros de desnivel, se quedó enganchado en una zona altísima de arbustos y zarzas, con bien de pinchos. De hecho, los matojos impiden incluso que se vea que detrás de ellos está el Arga.

El fugitivo se quedó ahí apresado, pero los policías apenas podían intuir dónde. Un agente observó una mano asomando entre la hierba y se le ordenó que saliese de allí. Todo casi a tientas. Pablo, agente 1º del grupo de Prevención y Atención Ciudadana y que intervino en el dispositivo, recuerda que entonces el individuo "empezó a zafarse, se desenganchó y cayó para abajo a la orilla del río. Lo vio un compañero enfocando con la linterna. Empezó luego a nadar aguas arriba hacia Miluce y le perdimos la pista". Todo el dispositivo de Seguridad Ciudadana de la Policía Foral del sábado se dedicó a buscarle. También acudieron bomberos pero desaconsejaron usar la Zodiac para esa tarea sin luminosidad.

Los policías fabricaron entonces una pasarela con palets que encontraron por el polígono para salvar así el desnivel y la zona de matorral. Subieron por los palets a modo de escalera, escacharon las zarzas y localizaron el gorro del fugado. Luego siguieron la inspección a pie por la orilla, 40 metros aguas arriba. A esas horas era difícil ver nada en esas condiciones, pero los policías intuyeron que para huir con ese ardor podían estar ante un individuo peligroso por algún delito grave. Se escondió bajo las ramas de un árbol, dentro del agua, que le llegaba por el cuello. "Él permanecía inmóvil, no hacía ni mirarnos, no sacaba las manos del agua y no sabíamos si iba armado. Eran las 3 de la mañana (la fuga duró dos horas). Miró desafiante y para evitar una huida o agresión, disparé a un banco de tierra, una zona segura, para advertirle. Entonces sacó las manos y dijo que tenía mucho frío", recuerda Pablo.

Otro agente se había adentrado en el río y le ayudó a salir. Pero el joven se negó a colaborar. Apenas se identificó comprobaron su historial. Al terminar su huida, se atrevió a decir "que amaba su libertad y que tenía pensado irse a Francia en dos semanas". Con las requisitorias que tiene pendientes ingresará en prisión de inmediato. Los policías le trasladaron a Urgencias con un leve principio de hipotermia, el torso desnudo repleto de arañazos y sin calzado. En doce años de servicio, a Pablo no le había tocado una actuación igual.

"En cuanto le pedimos que se identificara, salió corriendo y se lanzó en plancha a unas zarzas"

Agente Prevención y Atención Ciudadana de la Policía Foral