Euskadi se asoma a un otoño inédito con una vuelta al trabajo y a la actividad escolar que va a exigir "un nuevo modo de vida", con la imperiosa necesidad de buscar el equilibrio entre salud, vida social y actividad económica. Una fórmula que se resiste, y que todavía no ha encontrado la ecuación perfecta.

La nueva normalidad en la era posconfinamiento no ha cuajado. Las reiteradas advertencias para cambiar los hábitos de vida y el modo de relacionarse con el fin de frenar la propagación del COVID-19 no han surtido el efecto deseado durante este verano. La CAV no deja de acumular datos preocupantes. Euskadi ha registrado en las últimas horas 578 positivos por coronavirus, el mayor número de contagios desde que se levantó el estado de alarma, lo que parece despejar todo asomo de duda sobre la necesidad de tomar cartas en el asunto, con la implantación de medidas incluso más duras que las que propone el Estado.

Llueve sobre mojado. Nuevamente se trata de evitar un colapso sanitario que por el momento se antoja lejano, pero sin perder de vista que no deja de crecer el número de hospitalizaciones ?31 personas más en las últimas horas, 158 en total, con trece ingresados en la UCI?, con un personal sanitario cansado y de vacaciones. La previsiones apuntaban a que la segunda ola llegaría en octubre, pero lo ha hecho en agosto, presentado una curva de contagios más plana pero no por ello menos preocupante. Tanto es así, que la consejera vasca de Salud, Nekane Murga, alertó ayer de que Euskadi está ante "un posible tsunami" que es necesario frenar. A pesar de que la cadena de contagios sea "más lenta" que la de marzo y no sea por el momento equiparable, en los últimos tres días el número de nuevos contagiados diarios se ha mantenido por encima de los 500.

El Gobierno Vasco descarta de plano un nuevo confinamiento similar al decretado en marzo debido a las irreversibles consecuencias económicas que podría conllevar un nuevo parón económico. La solución a esta endiablada situación llamada a perpetuarse hasta que no se comercialice una vacuna que inmunice a la población pasa por buscar una solución intermedia. En este contexto, el Gobierno Vasco declarará mañana la Emergencia Sanitaria, y a partir del martes concretará nuevas medidas para contener el virus.

El motivo de esta medida es dotarse de un soporte jurídico para adoptar decisiones que nuevamente pueden afectar a la vida diaria de la ciudadanía, en la medida que se vayan sucediendo los contagios.

Se ha previsto un marco general, con una nueva normativa que afectará a toda Euskadi y un segundo escenario en el que se adoptarán "medidas quirúrgicas" con carácter local, como puede ser el confinamiento de una calle o barrio, cuando así lo requiera la situación sanitaria. A modo de anticipo, la consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, adelantó que las medidas afectarán a la restricción de aforos, de agrupación de personas, horarios de hostelería y la adaptación del transporte público en horario nocturno.

No se trata de un modelo ni mucho menos encorsetado. Estará sujeto a la evolución diaria de los casos. La declaración de la Emergencia Sanitaria permitirá, de manera inmediata, activar el Plan de Protección Civil de Euskadi, cuya dirección y coordinación será asumida por el propio lehendakari. Este instrumento, en aplicación de la Ley de Gestión de Emergencias, establece los mecanismos de integración del sistema vasco de atención de emergencias.