- Desde el lejano año 1975 hasta el lunes de esta misma semana han sido 45 años de amistad intensa, ininterrumpida. Nos conocíamos de antes, probablemente desde los años 1970-1972, cuando no tendríamos más de 8 ó 10 tacos, coincidiendo en improvisados partidos de fútbol en la Vuelta del Castillo, en el asalto a alguna de aquellas huertas abandonadas que entonces había en Iturrama, o quién sabe, en alguna de aquellas peleas a pedradas que se estilaban entonces. Pero fue en 1975, el año en que murió Franco y cuando teníamos 13 años, cuando empezamos a acudir juntos a las salidas al monte y a los campamentos, y nos hicimos amigos, al igual que el resto de la cuadrilla, Los Nueve.

Mirando fotografías antiguas o simplemente cerrando los ojos, puedo recordar cómo creciste, cómo te hiciste adolescente, luego joven y finalmente adulto. Cómo fuimos cambiando hasta convertirnos en lo que somos, en lo que éramos hasta hace tan solo una semana.

Recuerdo también la mala suerte, los palos terribles que te dio la vida. Cómo, casi a la vez que tus padres, tus dos hermanos mayores murieron de forma prematura, dejándoos solos a tu hermana Mari Carmen y a ti. Y cómo perdiste también a tu hija, Amaia, y a tu mujer, Blanca, quedando tu familia reducida a tu hijo Mikel y a ti mismo. Joder Txuma, qué puta mala suerte...

De cada golpe saliste de nuevo a flote, volvimos a recuperar tu sonrisa enorme, tus carcajadas estruendosas, tu carácter inusitadamente abierto, amigable y sociable de siempre. La sal y la pimienta de cualquier evento. ¿Que, con 14 ó 15 años, improvisábamos un partido de fútbol, usando como balón un bidón cogido de una obra...? Pues entonces tú eras el que rematabas a gol... ¡de cabeza...! ¿Cómo olvidar aquella vez que, en un partido de fútbol y a la salida de un córner, te quedaste con el peluquín de un defensa en la mano...? Eran dignas de ver las caras que pusisteis los dos... O aquella otra vez en la que, cruzando un riachuelo con bicicletas de montaña, te quedaste "arteramente" mirando por donde cruzábamos los demás, para elegir la mejor ruta... ¡y al final fuiste tú el único que se atascó en el centro y se mojó...! Nos reímos hasta que nos dolió la tripa, Txuma...

Son tantas las ocasiones vividas, en los juegos y trastadas de críos, en las aventuras de adolescentes, en las salidas (diurnas y nocturnas) de aquella eterna juventud nuestra, o en los últimos y más tranquilos años de madurez... En el barrio, jugando a la rana en Casa Emeterio, haciendo la ronda por San Nicolás, en mil cenas en lo Viejo o en San Juan, en el monte, en El Sadar y hasta en la Plaza de Toros. ¿Cómo aceptar que no te vamos a volver a ver, en la cumbre de nuestra Gradería 10, alto, imponente, sangría en mano, con tu camisa blanca arremangada y tu blusón azul de la peña Donibane anudado por la cintura...? Es imposible pensar que no volveremos a compartir taxi para volver a casa por San Fermín, tras una buena gau-pasa, con churros calenticos para nuestras amatxos, saludando y bendiciendo a la gente como si fuéramos el Papa, y eso sí, reservando siempre un par de churricos para el sufrido taxista. Sandiós, Txuma, apenas te has marchado y ya te estamos echando de menos...

Y es que los palos, los golpes de la mala suerte dejaron su poso en tu salud, la machacaron en secreto, poco a poco y sin darse a conocer. En los últimos años rehiciste tu vida rota, y encontraste todo un tesoro, tu querida Anabel. Esa media naranja con la que has pasado unos pocos, poquísimos, pero maravillosos años. Y es que las heridas del corazón habían sin duda marcado tu destino. El domingo 1 de noviembre, la víspera de tu muerte, nos escribiste al whatsapp de la cuadrilla. Nos contabas que habías pasado el día en Urbasa, y proponías una excursión al monte para la semana que viene. Con tus amigos, con Los Nueve de siempre, pero ya no pudo ser. Te marchaste ese lunes, en el trabajo, de improviso y prácticamente sin darte cuenta, pero eso sí, después de almorzar. Genio y figura, Txuma... Todavía no se ha cumplido un año desde que yo mismo os casé y, entre pandemias y confinamientos, ni siquiera habéis podido disfrutar del viaje que tus amigos os habíamos regalado. ¡Copón...!

Ha pasado ya casi una semana pero tu compañera Anabel, tu hijo Mikel, tu hermana Mari Carmen y tus amigos apenas nos hemos podido aún hacer idea de tu falta. Es un trago amargo y que tendremos que digerir muy poco a poco. Pero si de algo estamos seguros es de que tu cuadrilla, la de siempre, seguirá siendo la de Los Nueve, y que seremos ocho tan solo para quienes no sepan mirar bien.

En cuanto a la salida al monte que proponías... no la vamos a suspender, amigo, tan solo tendrá que esperar un poco más. Algún día, Txuma, no sé ni dónde ni cuándo, haremos otra vez cumbre juntos. Estate seguro, zaude ziur.

Recibe, mientras tanto, un abrazo enorme (uno más) de tu amigo Joseba. Para ti, siempre Tomari.