- Hace una semana la noticia de la muerte de Teresa Ayerra Ballesteros llegaba desde Ferrol a Navarra; a Lumbier y a Alsasua, dos pueblos significativos en la vida de su padre, el exsacerdote y párroco de Alsasua durante la Guerra Civil, Marino Ayerra Redín. Uno le vio nacer y fue el escenario de su infancia, el otro fue en el que vivió la experiencia que marcó su vida.

Su inesperado fallecimiento tras una intervención quirúrgica causó conmoción a familiares y amigos de estas tierras a las que se acercó para dar a conocer la figura de su padre. Teresa, nacida en Buenos Aires hace 69 años, fue el principal testimonio de la vida de Marino Ayerra en Argentina, donde residió hasta su muerte en el año 1988 atropellado por un miembro de las fuerzas armadas argentinas. Se había exiliado a Uruguay en 1940 y fue en ese país donde colgó sus hábitos.

La hija pequeña del autor del libro No me avergoncé del Evangelio, una de las fuentes primarias más importantes para entender el papel de la Iglesia Católica en la guerra de 1936, se comprometió con los valores y la difusión de la obra paterna, visitó los dos pueblos el año pasado coincidiendo con la reedición del libro por Txalaparta. Tenía previsto volver a Alsasua en 2020 para participar en la inauguración pendiente de un centro de transeúntes que llevará el nombre de Marino Ayerra, pero la pandemia lo impidió en su momento y a día de hoy no tiene fecha.

En este acercamiento de Teresa a Navarra fue decisivo el interés de un profesor de euskera de enseñanzas medias, el casedano Rafael Blanco Arbe, que ejerció 20 años su labor docente en el instituto de Alsasua, antes de trasladarse al Sierra de Leyre de Sangüesa, donde imparte sus clases en la actualidad.

Alsasua fue el despertar del interés que un día de su adolescencia le produjo la lectura de la obra de Marino Ayerra. "En el instituto sonaban apellidos de su libro que releí y tuve ocasión de hablar con gente que le conoció y participó con su sobrina, Helena Taberna, en su película basada en la vida del párroco. Yo siempre tenía presente el tema y me preguntaba qué había sido de él después de su exilio. Qué valor tuvo que acumular para comportarse como lo hizo y para dejar el sacerdocio años después en Uruguay, por lo que quedó marcado y pagó su precio también a nivel profesional cuando le cerraron las puertas, entre otras las de la docencia".

Rafael Blanco quería recabar información y motivado por este interés, voló a Argentina con la idea de contactar con sus hijas y supo que Teresa residía en Ferrol desde 1990. Allí se instaló con su familia tras huir del corralito. Amable y generosa, "lo primero que hizo fue apuntarse a aprender gallego, y ayudar en la escuela de idiomas a emigrantes en el estudio del castellano", recalca Blanco. La visitó en Ferrol y fue el comienzo de una amistad en la que el profesor le sugirió organizar alguna charla para conocer la figura de Marino.

En octubre de 2016 fue el primer acercamiento en unas jornadas organizadas por Altsasuko Memoria. "Llenó el auditorio de Iortia con un público de todas las edades. Fue una charla muy emotiva que le abrió las puertas. Por aquellos días hizo amigos que hoy lamentan profundamente su pérdida", añade.

En su libro, Marino Ayerra narra su amarga experiencia de la guerra en Alsasua y de su breve etapa en Uruguay, pero poco se sabía de su vida en Argentina. En eso Teresa fue fundamental, "porque nos dio cumplida cuenta, siempre con su acento porteño, de los pormenores de la etapa argentina de su "papá". En esta última reedición del libro, nos obsequia con un magnífico epílogo en el que glosa la figura de su progenitor con el que compartió su afán de búsqueda de la justicia y un profundo aliento humano", apunta el profesor.

La complicidad y sintonía entre ambos se puso de manifiesto en sus encuentros que alimentaron los estudios del "Marinologo" como le llamaba cariñosamente Teresa. La obra de Marino Ayerra tiene, a su juicio, una dimensión universal ya que cuestiona el papel de la Iglesia y su falta de coherencia. "Me preguntaba cómo pudo autoeditarlo y distribuirlo desde Buenos Aires hasta Toulouse, cómo fueron sus años posteriores; qué pensaría, por ejemplo, de la Teología de la Liberación, cómo viviría la dictadura de Videla y qué escribiría al respecto de todo ello. Teresa me habló también de un posible segundo libro, pero con su muerte, planes, viajes y encuentros han quedado truncados" lamenta Blanco al tiempo que abraza desde estas líneas a su viudo Enrique y a su hijo, Pablo, al pueblo de Altsasu y a su familia Ayerra Redín. Teresa, Goian Bego! Marian Zozaya Elduayen