Afectada por el dolor producido por el desgarro de la pérdida del papá querido, Silvia me ha pedido que ponga palabras a los sentimientos que le brotan en amores. Me ha esbozado unas pinceladas sobre su padre al que yo también tuve el honor de conocer. Son destellos de lo que ha supuesto la vida de este buen hombre. Nació en Lantz hace casi noventa años, este próximo domingo los cumpliría. Hijo de un matrimonio sencillo y muy trabajador, tuvo ocho hermanos. Su personalidad era la heredada y propia de nuestras gentes de Montaña: sencillo, noble, sin algarakas. Teniendo José Luis 7 años, su familia se traslada a Pamplona en busca de un mejor futuro laboral. Son años de lucha y esfuerzo. Desde pequeño supo José Luis lo que era vivir del trabajo y la abnegación. Con 17 años conoció a Esther, el amor de su vida, con la que ha vivido feliz y firmemente unido hasta el último anhelo. Su amor fructificó en tres hijos queridos. Fue amante del fútbol y un mítico jugador en el Rotxapeano y el Anaitasuna. El deporte era su pasión como sano desahogo tras su intensa vida laboral. Hasta tres trabajos simultaneó para sacar adelante a su familia. Siempre fue muy querido por sus compañeros de toda ideología. Su hogar estuvo enraizado en la calle Descalzos, cuna de su mujer, al amparo de la Virgen en las advocaciones pamplonesas del Carmen y de la Dolorosa. Saboreó entrañablemente todas las tradiciones de esta ciudad. Un matrimonio creyente de fe recia que eran asiduos a su parroquia de San Lorenzo y a la iglesia del Carmen. San Francisco Xabier y San Fermín habrán recibido con un abrazo a este padre honrado; María y José lo habrán llevado ante el Padre Eterno. José Luis, ahora juegas en la liga de las Estrellas. Descansa en paz. Goian bego