La vida se nos ha ido entre las manos, tu vida se nos ha ido y nos ha roto a todos los que te queremos. De golpe y sin filtro. Como una bofetada más que es cada vez más difícil de encajar. Porque no, no es ley y no es justo despedir a una persona con 22 años.

Irónica y cruel cuanto menos la vida que se lleva a una persona maravillosa cuyo trabajo era indispensable para salvar la vida de muchos otros. Mi más que querido primico Dani transportaba sangre entre el hospital de Pamplona y el de Tudela. Un engranaje más en la cadena de los imprescindibles. Así que si, Daniel Zugasti Osés también salvaba vidas.

Quiero recordar a mi familia y presentaros a los que no tuvisteis la oportunidad cómo era él.

Danielico, como lo llamábamos en casa, era tan buena persona que una vez quiso aprobar un examen del instituto solo, porque yo había pasado la tarde del día anterior estudiando con él. No quería decepcionarme, no quería que pensase que no se había esforzado. Y ¿sabéis por qué hacía eso? Porque me quería. Como quería a todos los que le rodeaban.

Cuando mis abuelos enfermaron paso días y noches en el hospital sujetando sus manos, acompañando desde el cariño y el amor.

Dani era arropador por naturaleza por eso tenía la templanza que muchos no hemos tenido para escribir y recordar cosas que algunos de nosotros hemos querido olvidar, yo la primera. Solo un ser humano así es capaz de ser benevolente sin pedir nada a cambio. Perdonar está al alcance de muy pocos entre ellos él.

Estoy segura de que no lo decía, pero la persona que más admiraba Dani en el mundo y de la que más orgulloso estaba era de su hermana Patricia. En lo bueno y en lo malo Patri, pero Dani celebraba tus logros como si fuesen los suyos porque te quería.

Dani era de Riezu y para Riezu, porque ahí podía pasar sus horas libres con sus tíos Juan Luis y Kar, disfrutar de la alegría de su padre y de una larga charla con su madre. Porque créeme, tía que valoraba vuestra compañía, conversación y cariño como nadie.

Tranquilo mi Danielico que los vamos a cuidar, a todos.

Querido Dani, muchas gracias por venir a darme un beso y pincharme con la barba de tres días cuando iba a tu casa a tomar café con mi tía Pili. Tu siempre te levantabas a besarme.

A los demás, llorar todo lo que necesitéis pero estar tranquilos porque a Dani le van a recibir fuerte cuatro almas que lo han querido más que a sus vidas. Dani, estoy segura de que te va abrazara tu abuelo Moisés en cuanto te vea porque lleva viéndote desde que naciste. También te besara tu abuela Carmen mientras te entona un irrintzi. Dale un beso de mi parte al abuelo Emilio que un poco desorientado seguro te preguntará que haces aquí tan pronto. Otro a la abuela María Jesús que te echara una carcajada de esas que te reconfortan mientras te dice danielico que guapo estás.

Nosotros que siempre cantábamos juntos hoy nos rompemos al cantarte a ti "Allá en el otro mundo, en vez de infierno encuentres gloria".

Te queremos mucho todos. Y nos has roto a pedazos.

Hoy me toca a mí, en nombre de toda la familia Zugasti Osés, agradecer por todas las muestras de solidaridad y cariño. A los pueblos de Riezu y Peralta, a sus amigos de Lezaun, al club Osasuna, al Banco de Sangre de Navarra y a todos los que nos han arropado.

Hasta siempre danielico. Nosotros aquí te vamos a recordar siempre.

Tu prima Cristina que te quiere y te adora con toda su alma.