pamplona - La comisión parlamentaria que investiga el final de Caja Navarra está dando a conocer situaciones que, desde el prisma de un ciudadano de a pie, son casi surrealistas. En 2008, mientras la entidad financiera registraba pérdidas en su actividad ordinaria y recurría incluso a “licuar ladrillos” (como denominaba Enrique Goñi a la venta de edificios y oficinas para conseguir dinero), la Caja se dedicó a comprar solares y terrenos por toda España en una serie de operaciones que alcanzaron cifras millonarias. Una situación cuanto menos paradójica sobre la que ayer versó la comparecencia de Jesús Javier Munárriz, quien estuvo al frente de una empresa dependiente de la entidad cuyo cometido era desarrollar productos inmobiliarios y que se denominó Cubican.

Munárriz indicó que desarrolló su trabajo en Cubican entre 2004 y 2011 y que la sociedad experimentó dos etapas diferentes. En un primer periodo, Cubican “desarrolló proyectos inmobiliarios de la mano de promotores”. El papel de Cubican, que dijo que era similar al de Servihabitat de La Caixa o Altamira del Santander, cambió con la llegada de la crisis. “Entonces se dejaron de vender pisos, los activos inmobiliarios pasaron a ser ilíquidos y los promotores, muchos de ellos, entraron en situaciones de insolvencia”.

A raíz de esa situación, Munárriz explicó que Caja Navarra les encomendó “ir formalizando operaciones de compra y gestionando los activos”. Se hicieron operaciones en toda España, tal y como refleja la memoria de Caja Navarra de 2009. Todas, según dijo Munárriz, derivadas de situaciones de insolvencia de promotores, y sobre las que un comité “decidía que lo mejor era adquirir los terrenos”. La memoria de 2009 es bastante somera. Algunos de estos activos se zanjaron por la vía de la dación en pago. Otros, sin embargo, conllevaron cuantiosos gastos: 10 millones en terrenos en Chiloeches, Guadalajara; 4 millones en La Puebla de Alfindén, Zaragoza; 4 en Sant Feliú y Manresa, en Barcelona; y otras muchas en Pamplona y alrededores por cifras millonarias.

Precisamente, una operación en la cuenca de Pamplona sirvió a Koldo Martínez (Geroa Bai) para demostrar que en todas esas operaciones la insolvencia de las promotoras no fue el denominador común. Y trajo a colación el mismo ejemplo que ya puso Manuel López Merino durante su comparecencia: la compra, por parte de la Caja, de unos terrenos “baldíos” en Zizur a la constructora MRA por un valor de 9 millones pagados en cheque. Fue la operación que sirvió a Martínez para arrojar dudas sobre el sistema. “Al final, la caja era una especie de socorro azul que ayudaba a empresas a salir del agujero, cuando la propia caja tuvo un balance negativo en 2008”, ironizó Martínez. Munárriz lo negó de plano. “La Caja no salvó a ninguna empresa, decidió adquirir activos como opción menos mala”, explicó. Además, dijo que las operaciones de Cubican venían dirigidas por el comité, estaban tasadas “por firmas homologadas por el Banco de España”, se tomaban en base a informes y luego se ratificaban por parte del consejo de Cubican y la corporación.

Lo que pasa es que la documentación de Cubican es un misterio, denunció Arantxa Izurdiaga (EH Bildu). “Hemos pedido esos informes y ha habido un silencio absoluto”, lamentó Izurdiaga, que denunció la “total opacidad” de Cubican.

geroa bai pide más información

En la comisión. Geroa Bai anunció ayer, tras la comparecencia de Munárriz, que solicitará “información detallada de las compras y daciones en pago destacadas en la memoria del año 2009 de Caja Navarra”. En un comunicado, el portavoz de la formación, Koldo Martínez, denuncia que “hubo empresas insolventes que necesitaron la dación en pago a la Can por impago de créditos, pero también hubo empresas no insolventes que recibieron cheques, como los 9 millones de euros que recibió MRA en Zizur”. Para “conocer los detalles de las demás compras”, solicitará información adicional a través de la Comisión de una parte clave en la corporación de la entidad, y que a su juicio es “el agujero negro informativo de la comisión”.