En el pistoletazo de salida hacia la campaña electoral, oficializado ayer en la Plaza de Colón de Madrid, Pedro Sánchez puede tomarse un respiro. Efímero, eso sí. Hoy mismo tendrá que ponerse manos a la obra si quiere salvar las enmiendas a la totalidad de ERC y PDeCAT a sus Presupuestos, aunque no parece que un esfuerzo de última hora vaya a surtir efecto. Eso sí, lo que se preveía una manifestación multitudinaria en su contra se quedó, simplemente, en numerosa aunque una buena parte de los medios estatales tuvieran escritas ya de antemano sus informaciones y editoriales. El trastoque numérico no les hará rectificar. Bien es cierto que en un principio los convocantes del acto, PP y Ciudadanos, con Vox a sus espaldas, pensaban en reunir a 20.000 personas, una cifra por lo bajo para luego presumir por lo alto. Finalmente tuvieron que recurrir a hinchar los datos oficiales para sacar pecho de alguna manera.

Para colmo, Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal se dejaron ver en una misma fotografía, y eso que el líder naranja se había hecho el remolón hasta la fecha para quedar su partido inmortalizado junto a la ultraderecha. Como el refrán: Dios los cría... La constatación de la triple alianza andaluza que quieren exportar a otros lugares del Estado, allí donde fletaron autobuses y donde no. La instantánea en blanco y negro que vislumbraba Sánchez el día anterior desde Barakaldo. La concentración, que duró solo una hora, fue una cascada de descalificaciones hacia el presidente español y los independentistas catalanes, insultos gruesos incluidos. Al grito de “España unida jamás será vencida”, se corearon lemas como “Puigdemont, a prisión”, “Fuera el okupa”. “No necesitamos mediadores”, “España no está en venta” y “Con la soberanía nacional no se mercadea”. “He venido para ayudar a España porque a este presidente no le echamos de Moncloa ni con agua caliente”, decía un jubilado de Extremadura. “Estamos aquí porque somos españoles”, se oía en otro grupo. Como si quienes se quedaron en casa, bajo el exitoso lema en redes sociales #YoNoVoy, tuvieran carné de extranjero. “Nos está engañando a todos. Está negociando con los independentistas y eso es anticonstitucional”, resumían otros. Y ya, el remate. “España fue la primera nación de Europa donde hubo unidad y no vamos a permitir que se divida. Con lo que le costó a Isabel la Católica unirnos, ahora no se van a ir (los catalanes)”, advertían.

descalificaciones Con la presencia del premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, que hace poco dijo que los nacionalistas eran la “peste”; se vociferaron e inscribieron en carteles todo tipo de frases hechas. “Adelante, españoles. Sin miedo a nada, ni a nadie”; “Golpistas a prisión”; “Sánchez, traidor a la patria”; “Ni relatores, ni traidores”; “Hay héroes sin capa... Pero llevan toga. Todo mi apoyo al juez Llarena”; “No somos fachas, somos españoles”, se leía en la camiseta de la dirigente del PP Andrea Levy; “Al del Falcon... deja de tocar los cojones y convoca elecciones”; “Okupa, cagón, vete y mejor en cohete”; o “Torra, not welcome” (No bienvenido). Lindezas.

Las reacciones de las fuerzas contrarias no se hicieron esperar, principalmente desde Catalunya. Y desde el exilio. El expresident Carles Puigdemont ironizó con que “la amenaza ultra era una fantasía. Hubo más catalanes manifestándose en la capital de Europa por la independencia de Catalunya que españoles en su capital por la unidad de España, Y eso que a ellos les regalaban el viaje”, sostuvo el líder de la Crida. Jocosa también la vicepresidenta del PDeCAT, Míriam Nogueras, quien apuntó que “se manifiestan más DNI españoles por la independencia que por la unidad de España”.

Desde Podemos, si Pablo Iglesias aludía al fracaso numérico, su secretario de Organización, Pablo Echenique ahondaba en la llaga. “PP, Cs y Vox, con todo su dinero de Suiza, del Ibex y de Irán, con OKcloacas, ABC y La Razón convocando en portada, las televisiones dando cobertura 24/7 y con autobuses gratis: Pinchazo”, escribió en su Twitter.

El 8 de marzo, cuando las mujeres vuelvan a reclamar igualdad, mismos derechos y libertades, será el partido de vuelta. Anoten resultado: otra derrota de la ultraderecha.