la fugaz visita que este viernes hizo Pablo Casado a Pamplona no dejó titulares más allá de los habituales de la campaña electoral. Al contrario de lo que nos tiene acostumbrados, en esta ocasión el líder del PP se limitó a participar en un acto político sin protagonizar provocación alguna como en su anterior paso por Navarra, cuando le pareció oportuno mantener una entrevista con Eduardo Inda en el bar Koxka de Alsasua y sin previo aviso al propietario del establecimiento. Quizá porque estamos a poco más de una semana de pasar por las urnas, Casado incluso firmó las paces con el ciudadano Mikel Altadill, aquel que el pasado 9 de julio fue captado en la plaza Consistorial de Pamplona con una sombrilla cuando increpaba al entonces candidato a presidir el PP en un vídeo que se hizo viral. Casado dijo que de aquella situación, que comparó con la Varsovia ocupada, salió bien “de milagro”.

“Cuando llegamos a la plaza Mayor -la confundió con la del Ayuntamiento- fue como esa Varsovia en la que no podías salir de sus calles. Empezaron a llamarse, empezaron a salir de las terrazas, a crear un auténtico tumulto a nuestro alrededor y a los cinco minutos una jauría de energúmenos empezaron a insultarnos, a tirarnos vasos, a coger los palos de las sombrillas para intentar pegarnos”, fue el exagerado relato que Casado describió el 27 de diciembre de aquel incidente sanferminero.

Este viernes, las vidas de Casado y Altadill volvieron a cruzarse en el Casco Viejo de Iruña. Con la mediación de la senadora del PP Cristina Sanz, ambos estrecharon sus manos y zanjaron el desencuentro.