La noche del pasado domingo se pudo apreciar con detalle. Hasta en seis ocasiones el disputado voto entre el PSN-PSOE y EH Bildu cambió de agrupación por un puñado de votos que varió entre 70 y 400 sufragios de diferencia para alcanzar el asiento. Un escaño que vale 47.000 sufragios, el quinto por Navarra, y que finalmente se quedó la segunda en la lista socialista, Conchi Ruiz, en detrimento de la cabeza de lista abertzale, Bel Pozueta, que no irá al Congreso por solo 400 apoyos menos recabados.

Las diferencias que arrojan la aritmética electoral son evidentes. A los de Navarra Suma les costó cada diputado 53.562 papeletas en las urnas, mientras que los socialistas, para los mismos congresistas, tuvieron que recabar 13.030 apoyos menos. Y no por ser tercera fuerza para Unidas Podemos la rebaja fue mayor. Al contrario, el escaño de la formación morada en Navarra fue el más caro, 68.168 votos, el total de sus apoyos.

Para EH Bildu en Navarra no es que saliese caro, porque finalmente, y a pesar de rozarlo con los dedos, no consiguieron el asiento en Madrid, pero sí resultó el precio más elevado a pagar, el que no consigue nada a cambio. Los 46.640 votos que recibió Bel Pozueta para la coalición abertzale cayeron en saco roto. 400 votos de diferencia con el segundo escaño socialista les cerró las puertas del Congreso.

Y aunque está previsto que mañana se conozca el voto extranjero, será difícil que le den la vuelta al resultado. 2.502 navarros residentes en el exterior han depositado su voto por correo para las elecciones generales y, previsiblemente, no modificarán el reparto de escaños que dejó el escrutinio electoral. Al menos si tenemos en cuenta la tendencia de los últimos comicios de 2016. En aquellas elecciones fueron 1.533 los residentes en el exterior los que ejercieron su derecho al voto. El PSOE sumó 221 votos y EH Bildu obtuvo 64 papeletas. Así que, salvo sorpresa inesperada, los escaños están repartidos.