Una de las dudas que dejaba la legislatura era saber cómo iban a afrontar la campaña electoral quienes llevan cuatro años profetizando el fin de los días. Que no es fácil insistir en una catástrofe que no llega sin que alguno empiece a sospechar que le están tomando el pelo.

Y hay que reconocer que les ha costado mantener el nivel. Lo que es normal, porque la coalición de UPN, PP y Ciudadanos ha reducido la competencia, y desde que se juntaron todos en la esquina derecha de la plaza de Colón se han acomodado un poco. Enrique Maya, por ejemplo, ha pasado de anunciar que nos iban a quitar los encierros y las procesiones a decir que “nos merecemos algo mejor que txoznas, letrinas y pivotes”, y que Pamplona se ha convertido en una ciudad “cutre y fría”. Mientras, Javier Esparza se ha gripado en lo del “sectarismo” y la “paralización de Navarra” Y claro, viniendo de donde venimos, pues como que sabe a poco. Así que entre que no han sido muy originales y que a la pobre Ana Beltrán la han escondido con las banderas españolas para que no espante a la gente, la cosa les ha quedado un poco plana.

Por suerte hemos contado con la ayuda de los paracaidistas habituales en estas fechas. Que no es que sepan muy bien dónde cae Navarra, pero al menos animan el cotarro. Ahí ha estado por ejemplo Mario Vargas Llosa, que nos ha concedido el honor de visitar Pamplona para decir a los navarros de bien que “este domingo tienen que dar un revés al nacionalismo fanático, destructor y sanguinario”, claro, votando al trifachito local. Y a ver quién le lleva la contraria a un premio Nobel.

O a Inés Arrimadas, que aprovechó una tarde que tenía libre para pasarse por aquí a decirnos que ojo cuidao que vamos camino de acabar con en Cataluña. Hasta se inventó que para ser médico hay que saber euskera. “Están haciendo lo mismo, con las imposiciones identitarias y con el adoctrinamiento en las escuelas. Es el mismo modus operandi”, advertía a Arrimadas como si estuviéramos gobernados por un comando de la ETA. Y eso ya lo vino a decir el ministro del Interior cuando vio a EH Bildu firmando el acuerdo programático en 2015.

Total, que estamos donde empezamos. Navarra no ha desaparecido, pero lo hará si los del griterío, los aspavientos y el pataleo no ganan el domingo. Y eso sería una pena. Porque tal y como andan por Madrid después del batacazo de abril, parece claro que no van a cambiar de estrategia. Y verlos cuatro años más danzando por la oposición puede ser divertido. Que no pare la música.