Pamplona La noche electoral fue de euforia en el Hotel Iruña Park. 20 escaños en el Parlamento, varias mayorías absolutas en ayuntamientos importantes como Tudela o Noáin, y primera fuerza en varias localidades más hacían buena la coalición de UPN, PP y Ciudadanos, que por el camino había arrasado con Vox, que apenas obtuvo el 1,3% de los votos. Un resultado que se ha visto reflejado en la conformación de los nuevos consistorios, donde con la colaboración indirecta del PSN ha recuperado numerosas alcaldías.

Es el primer paso de la vuelta de la derecha al poder. La experiencia, la única unión de las derechas en todo el Estado, ha funcionado como un contenedor de votos. Ha maximizado el resultado evitando que ningún grupo quede por debajo del límite legal, y la disciplina electoral del votante se ha impuesto a las dudas que podía generar entre el regionalismo navarro una alianza con un partido marcado por la corrupción y otro que pública y reiteradamente se ha mostrado antiforalista.

El resultado sin embargo puede resultar engañoso. Los 20 escaños esconden en realidad: 15 parlamentarios de UPN, los mismos que logró en 2015, su peor resultado desde 1987. Insuficiente para formar mayoría, y sin puentes para buscar aliados más allá de las derechas, que tienen en su presión a Ferraz el único argumento de peso. Mientras, el PP se mantiene con dos representantes que, seguramente, hubiera perdido de ir en solitario, y los antiforalistas de Ciudadanos han logrado entrar en la Cámara foral por primera vez con tres representantes.

A partir del miércoles todos compartirán grupo parlamentario en una difícil cohabitación. Así que de momento UPN ha optado por recuperar su marca y su presencia pública. Los dos diputados en Madrid obedecen a su sigla, y así se hace constar en cada intervención. Lo hizo Javier Esparza tras su encuentro con el rey, ofreciendo la abstención "de UPN" a cambio del Gobierno de Navarra. Y aunque PP y Ciudadanos cuentan en Madrid como propios los resultados en Navarra, es UPN quien al final toma decisiones como la de facilitar la investidura de Sánchez.

Es, en cierto modo, una realidad lógica en una coalición fuertemente descompensada, y que ha convertido a PP y Ciudadanos en actores secundarios de UPN en Navarra.

Desde la marcha de Ana Beltrán a Madrid los populares están desaparecidos. Y Ciudadanos ya ha logrado situar en las instituciones a sus principales cuadros, por lo que por ahora tampoco necesita mayor protagonismo.

Ninguno cuenta con voz propia dentro de Navarra Suma, donde las decisiones las toma UPN, que asumirá las principales portavocías.

La coalición ni siquiera cuenta con órganos internos de decisión. De hecho, fue la ejecutiva de Esparza quien esta semana daba réplica al posicionamiento del PSOE respecto a Navarra. Queda por ver cómo se concreta esta dinámica en el día a día en la legislatura que ahora comienza.

Sobre todo si al final Navarra Suma acaba en la oposición. Una situación que va a dejar todo el protagonismo a Javier Esparza como líder del principal grupo parlamentario a costa de silenciar la voz de sus dos socios electorales, que están sometidos además a la disciplina de voto que marque UPN.