l próximo 1 de julio Alemania cogerá el testigo de la presidencia semestral de turno de la Unión Europea de manos de Croacia que la ostenta desde enero. El semestre alemán coincide con un momento histórico de la UE: crisis del covid-19, solución definitiva del brexit y aprobación de los Presupuestos europeos 2021-2027. La policrisis comunitaria en todo su esplendor. Le toca tratar de dar impulso a la agenda europea a una Canciller que está cercana en teoría a su retirada de la vida política. Ángela Merkel ha sido, durante quince años, para bien y para mal, la Jefa y Señora de Europa. En su supuesto epílogo se encuentra ante la responsabilidad de salvar a la UE de su descomposición o lo que es lo mismo, de aprovechar la oportunidad de demostrar al mundo que el proyecto europeo está más vivo y es más relevante que nunca. Una aventura que quién sabe si podría concluir con su ascensión al cargo de presidenta del Consejo Europeo, si las circunstancias críticas excepcionales lo requirieran y su estado de salud lo permitiera.

Cuatro mandatos seguidos al frente de la Cancillería y de ellos tres ha gobernado junto a su principal adversario político el SPD, en forma de grosse koalition. En este largo periodo ha pasado de ser la ejecutora del austericidio en la crisis del euro de 2008, a la Mutter Angela (mamá Ángela) por sus políticas de solidaridad con los refugiados víctimas de los conflictos sociales y militares en el Medio Oriente y, ahora ante la amenaza de la pandemia del coronavirus, ha recibido el reconocimiento general por su gestión en Alemania y su impulso europeísta al plan de Reconstrucción europeo. Considerada por la revista Forbes durante trece años seguidos como la mujer más poderosa del mundo, Merkel se ha enfrentado a Putin en la crisis de Ucrania y a Trump en la guerra comercial entre EEUU y la UE. Guante de seda en mano de hierro, es una negociadora nata, consciente de las bondades del consenso como hija que es de la Alemania rota en dos por la Guerra Mundial. Una memoria histórica que le ha llevado a profundizar en lo posible el eje franco-alemán donde ha debido lidiar con presidentes de la República de todos los colores políticos y condiciones personales -Chirac, Sarkozy, Hollande y Macron- .

Merkel ha mantenido siempre su política europea de "valores y ambiciones". Defiende la actual fisonomía de la UE como una Confederación de Estados miembro. Para ella la clave del club europeo debe ser su capacidad interna de ofrecer un mercado único útil para el bienestar de los ciudadanos. Y tiene dos obsesiones de autonomía europea: la política energética que libere a Europa de su dependencia exterior y el establecimiento en común de un ejército europeo de carácter permanente. La salida del Reino Unido supuso un duro revés para su visión del proyecto europeo. Merkel siempre ha considerado a Londres como un socio imprescindible y fiable para avanzar en políticas comunitarias. El brexit ha supuesto, pues, una reconfiguración de su geopolítica reforzando su posición centroeuropea y de cercanía a Holanda y los Estados escandinavos y bálticos. Con estos mimbres, la presidencia alemana bajo el lema Juntos para la Recuperación de Europa, pretende hacer frente a una difícil agenda y lo quiere hacer con una Presidencia Triple junto a los que serán sus sucesores: Portugal y Eslovenia. Las tres capitales ya han comenzado a trabajar en un programa conjunto que sentará las prioridades de la Unión para los próximos 18 meses.

Será la decimotercera vez que Alemania preside de turno la UE y la segunda en que Angela Merkel será su presidenta. La anterior ocasión lo hizo en 2007. En sus prioridades, la primera por acuciante, la salida de la crisis sanitaria, económica y social provocada por el covid-19. La negociación final del Plan de Recuperación presentado por su compatriota Von der Leyen será ardua. Pero por medio tendrá que hacer frente a una posible salida sin acuerdo del brexit y deberá lograr que se apruebe el Marco Financiero Plurianual de la Unión Europea para el periodo 2021-2027. En el exterior su presidencia vendrá marcada por las elecciones de noviembre en Estados Unidos y en su país, la cercanía de los comicios de 2021 a los que ha anunciado que no se presentará le puede suponer no pocos quebraderos de cabeza. Más allá de especulaciones sobre su estado de salud, la realidad es que en esta última crisis Merkel se ha mostrado con la firmeza y seguridad a las que nos tenía acostumbrados. Por ello, no son pocas las voces en Bruselas que especulan con la posibilidad de que si el semestre europeo se queda corto para poder encauzar una agenda tan crítica, la Canciller pudiera asumir la presidencia europea que ahora ocupa el belga George Michel, para convertirse en la líder europea que la situación demanda. Todo dependerá de lo que suceda en los próximos meses y de cuánto de terrible sea el escenario económico al que nos enfrentamos. Pero de su autoridad para dirigir la nave ya nadie duda en Europa.