Hasta el lunes, todo lo que sabíamos de los tratos entre Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán era a través del informe que la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil elaboró a partir de las grabaciones que Koldo García conservaba en sus tres Iphone y su grabadora Phillips. El informe es muy minucioso, pero no deja de ser un informe policial. No es la palabra de un juez. La diferencia ahora radica en que es el magistrado del Tribunal Supremo, Leopoldo Puente, el que recoge en su auto del lunes un relato de los hechos que investiga. Y en ese relato obran “indicios bastantes” para considerar que los tres investigados, “en compañía y auxilio de terceros”, podrían haber conformado “una organización criminal” orientada, en síntesis, a obtener indebidamente premios económicos por la ilícita adjudicación de obra pública.

Puente resume en dos páginas el que a su juicio de instructor es el funcionamiento de la trama, en la que existía una relación “vertical” —con Santos en la cúspide— y “reparto de papeles”. Nace, dice el magistrado, gracias a que antes de coincidir los tres investigados en Madrid —los tres formaron parte del equipo de colaboradores de Sánchez para las primarias del PSOE en 2017—, tanto Santos como Koldo mantenían una relación previa. “Don Santos Cerdán y don Koldo García habrían mantenido una suerte de trama, vinculada a la empresa Servinabar 2000 SLU, para la obtención de beneficios económicos como consecuencia de la adjudicación de determinadas obras. Son los tiempos en los que Santos, Koldo y Antxon Alonso coinciden en Servinabar, Noran Coop y el proyecto de Mina Muga que señala la UCO en su informe.

El salto de 2018

El salto se produce a partir de que Sánchez llega a la Moncloa en junio de 2018. El presidente nombra a Ábalos ministro de Fomento, y aquí se produce un movimiento en cascada. Como Ábalos pasa a ser ministro, Santos, que hasta entonces era su mano derecha en el PSOE, pasa a asumir, de facto, la organización del partido, tal y como él mismo reconoció ante el juez el lunes. Ábalos, como ministro, tiene derecho a nombrar una serie de asesores, y uno de ellos será Koldo García, “precisamente a instancia de don Santos Cerdán, con el compartido propósito de, aprovechando la condición de ministro, canalizar indebidamente determinadas obras públicas licitadas en el marco de dependencia correspondiente al ministerio de Ábalos, en particular, en la dirección general de Carreteras y en Adif.

Precisamente, subraya el juez, fue Santos Cerdán quien “persiguió y obtuvo” el nombramiento de Javier Herrero Lizano. Con los tres ya muy arriba en el organigrama —Santos, al frente del PSOE; Ábalos, de ministro; Koldo, de asesor— nace la “concurrencia de intereses y conductas” dispuesta a, “a través de un correspondiente reparto de papeles”, “aprovechar de manera estable” cuantas oportunidades se presentaran para cometer los sucesivos delitos proyectados.

El reparto de papeles

¿Cómo era ese reparto de papeles? El juez cree que Ábalos, en su condición de ministro, inspiraba “la influencia que en dicha condición le correspondía”. Era él quien encomendaba la “gestión concreta” de las adjudicaciones a su asesor, Koldo García, quien aunque “en principio carecía de toda competencia en esta materia”, era el que permanecía en “contacto directo y frecuente” con Herrero e Isabel Pardo de Vera, la entonces recién nombrada, de la que Santos dijo el lunes que es una “excelente profesional”. El juez cree que Cerdán consiguió colocar a Koldo, que entonces era de su más estricta confianza, y también a otras personas que resultaron “claves para la operativa diseñada” en el organigrama del ministerio. Además, se interesaba “de manera repetida” por las licitaciones y adjudicaciones.

El punto clave en el papel de Cerdán es el siguiente: que el juez cree que era, en la organización, la persona encargada de percibir los premios económicos, comisiones o mordidas, a cambio de los cuales se otorgaban las indebidas adjudicaciones. De momento, por los audios, el juez calcula cerca de un millón. De hecho, al magistrado le resulta “muy elocuente” que Ábalos y Koldo en particular no reclamaban las mordidas a las constructoras, sino que acudían a Cerdán y este, a su vez, era quien se ponía en contacto con las constructoras, “las recaudaba y las hacía llegar después a los señores Ábalos y García”, dice el juez. Aquí es donde ve el juez la relación “vertical, de cierta preeminencia”, siendo el encargado de “distribuir entre sus miembros los ilícitos frutos”. El juez incluso llega a pensar que, si el esquema es así, Ábalos y Koldo podían incluso desconocer a quién se estaba reclamando el dinero y la cantidad, algo que solo conocería “inequívocamente Santos”. Por cierto, que el juez sostiene que “parece descartable que actuara exclusivamente en beneficio de aquellos dos” y de forma “completamente desinteresada”.