- Podemos Navarra ha iniciado esta semana el proceso interno para renovar su dirección, que concluirá este otoño con unas primarias para elegir nuevo secretario general. El actual líder de los morados en Navarra abandonará el cargo después de tres años "con sus luces y sus sombras", satisfecho por haber recuperado la solvencia y la credibilidad como partido tras una legislatura marcada por las disputas con el sector "tránsfuga" en el Parlamento. "Se termina un ciclo político. Hemos llevado a las instituciones reivindicaciones que antes no tenían cabida, y ahora toca dar el relevo a personas con una nueva piel y con la fuerza suficiente para llevarnos un poco más allá", argumenta Eduardo Santos, que continuará como consejero de Justicia y Políticas Migratorias del Gobierno de Navarra hasta el final de la legislatura, y que en plena pandemia envía un mensaje de optimismo. "La sociedad navarra ha salido de situaciones mucho más duras que esta", recuerda Santos. Él mismo superó la covid-19 el pasado marzo.

¿Por qué ha decido no seguir al frente de Podemos Navarra?

-Porque gestionar un partido solo desde los cargos públicos puede suponer una apropiación indebida de las emociones y de las urgencias de la sociedad. Podemos nació hace seis años con mucha fuerza, y ahora está en las instituciones. Por eso hacen falta nuevos mediadores entre las urgencias de la sociedad y las instituciones.

¿No se trabaja de la misma forma por los ciudadanos en las instituciones que desde fuera de ellas?

-Las instituciones marcan el límite de lo posible, y Podemos está obligado a pasar esa línea, a caminar hacia la utopía. El partido debe marcar una dirección, y sus cargos en el Gobierno deben buscar las vías para hacerlo posible, asumiendo que no se puede llegar hasta el final. Nos venden la política como algo sencillo, pero es un arte complejo. Y más en Navarra.

¿Esa reflexión es válida también para el partido a nivel estatal?

-Es una reflexión personal y colectiva que hemos hecho en Navarra, donde hemos adelantado este final del ciclo precisamente para que la nueva dirección tenga tiempo para plantear su proyecto. Algo que, por cierto, nosotros no hemos tenido. Pero los tiempos no tienen por qué ser los mismos a nivel estatal.

¿El cambio en la dirección del partido implica revisar la presencia en el Gobierno foral?

-No. Esa es una línea estratégica refrendada por las bases con un 85%. Sería un bandazo inesperado. Podemos ha nacido para entrar en el Gobierno porque es ahí donde se hacen y se condicionan las políticas.

¿Habrá mucha renovación?

-Podemos es un partido vivo, así que habrá gente que dé el paso. No me corresponde a mí decir quién debe estar y quién no. Pero sí creo que, como en todo, sería bueno un equilibrio entre la renovación y la experiencia acumulada estos años.

Su ciclo se cierra con Podemos en el Gobierno pero con solo dos parlamentarios en Navarra. ¿Qué lectura hace de estos tres años?

-Tiene luces y sombras. Uno de nuestros objetivos principales era ganar institucionalidad y solvencia, y eso se ha conseguido. La sociedad navarra no percibe a Podemos igual que hace tres años en términos de seriedad, actitud y responsabilidad en los planteamientos. Pero también nos hemos enfrentado a una situación interna imposible de manejar, y eso ha tenido unas consecuencias electorales evidentes.

¿Se ha recompuesto ya Podemos de aquel trauma interno?

-No fue un trauma interno. Fue un problema de transfuguismo de cuatro personas que tuvieron una visibilidad tremenda porque estaban en el Parlamento. Concurrieron con un partido y siguieron una línea que no estaba decidida por el partido, y eso no es legítimo.

¿Qué queda de aquel Podemos de 2014, que ha generado tantas expectativas y tantas decepciones?

-Queda mucha gente. Gente que era de Podemos antes que Podemos. Que ha estado metida en todas las peleas y que apostó por una nueva línea política que rompía con posiciones tradicionalmente reservadas al activismo. Esa gente sigue ahí.

¿Cuáles son los retos de Podemos en este nuevo ciclo?

-Los marcará la nueva dirección, pero creo que uno prioritario debe ser la implantación territorial. Personalmente ha sido frustrante no haber podido construir partido. Pero es que los tiempos electorales han sido endemoniados. El otro gran reto será habilitar mecanismos de participación y escucha mucho mayores. La política no puede volver a ser un ámbito alejado e irreductible de la sociedad. Eso es algo que nuestro partido no se puede perdonar.

¿Cómo valora este primer año en el Gobierno?

-Ciertamente, ha sido un año atípico. Llegamos en agosto, hubo que hacer equipos, negociar el presupuesto y, cuando se aprueba, llega el coronavirus y nos cambia todos los marcos.

¿El Gobierno se han quedado sin margen de acción política?

-La prioridad ha sido proteger la salud de la ciudadanía, y en eso todos en el Gobierno hemos ido a una. Ahora poco a poco vamos recuperando el pulso. Todavía nos quedan tres años de legislatura que van a a ser especialmente intensos, y que nos van a exigir mucho esfuerzo para llevar a cabo el acuerdo programático.

En algún momento se han desmarcado de sus socios de Gobierno en el Parlamento. ¿Debemos ver eso como algo normal?

-Sabemos que la polémica vende, pero el Gobierno está funcionando bien. Las decisiones se hablan y se discuten, pero luego hay una acción común. Al menos para Podemos, este Gobierno es una apuesta estratégica. Eso, claro, no evita que luego mostremos nuestra opinión en el Parlamento, porque no todo está escrito ni previsto en el acuerdo programático. Hay que verlo con normalidad.

¿También las disputas entre PSN y Geroa Bai?

-PSN y Geroa Bai discrepan como nosotros, pero tienen un altavoz mayor porque son los dos socios mayoritarios. Lo importante es que haya cauces de diálogo permanentes que permitan atajar las diferencias antes de que vayan a más. Y ahí Podemos también juega su papel dentro del Gobierno.

¿Le preocupa el coste electoral que puede tener formar parte del Gobierno como socio minoritario?

-Nuestro objetivo como partido no debe ser seguir unas reglas políticas estrictas, ni buscar constantemente la visibilidad. Debemos tratar a los ciudadanos como personas adultas. Lo que queremos es 'hacer'. Luego, claro, habrá que explicarlo.

¿Y qué ha hecho Podemos en el Gobierno de Navarra?

-Estamos trabajando en el nuevo Instituto de la Juventud, que todavía mantenía una inercia de los años de UPN, con líneas de trabajo diferentes a las clásicas que se limitaban al ocio. En Igualdad hemos puesto el acento en una política transversal que afecta a todo el Gobierno. Y en lo que respecta al Departamento, se ha hecho una apuesta clara por la justicia gratuita y restaurativa. Así como en fomentar y visibilizar a la población migrante, que necesitamos si queremos mantener los estándares de bienestar. Queremos una Navarra en colores.

¿La pandemia nos ha cambiado como sociedad?

-Es pronto para saberlo. Pero sí me preocuparía que se instalase una desconfianza hacia lo diferente y desconocido. Un proteccionismo que nos haga retroceder muchos pasos, y en todos los ámbitos.

Sin embargo, es el mensaje que continuamente están mandando las instituciones: no toques, no te acerques, protégete.

-Es un mensaje que tiene una razón sanitaria, y tiene que ser así. Pero hay que diferenciar entre una emergencia sanitaria de lo que se puede convertir en un discurso subliminal que vertebre a la sociedad y que focalice el miedo hacia los más débiles.

¿Como consejero de Justicia, comparte la forma con la que se están limitando derechos fundamentales, como la movilidad o el derecho de reunión?

-Ningún derecho es absoluto, y todos pueden ser limitados si es con proporcionalidad y con una motivación suficiente. Es verdad que en algunos momentos se han llegado a plantear medidas que podían no ser proporcionales o no tener una motivación lo suficientemente clara. Y lo he criticado donde correspondía. También he defendido siempre que el enfoque debía ser no punitivo.

El problema es que mucha gente no atiende a las a las recomendaciones si no hay amenaza de multa.

-Castigar es una ciencia. Tan malo es castigar indiscriminadamente como no hacer nada. La sanción puede tener también una función social, si se aplica de forma transparente y no con un fin recaudatorio

¿Cree que en Navarra se ha gestionado bien la pandemia?

-Evidentemente todo es mejorable. Pero la situación es muy difícil, y a toro pasado siempre se ve de otra forma. Aquí se juntan además la responsabilidad de los poderes públicos, las recomendaciones de los expertos y la demanda social, que a veces empuja a los gobiernos.

¿En situaciones como esta hay que ceder a la presión social?

-No es algo ilegítimo. Los climas de época arrastran unas determinadas decisiones que no tienen por qué ser refrendadas por los expertos. Es parte de una pulsión social que los gobiernos deben escuchar sin perder la esencia de lo que somos como sociedad democrática.

Ahora habrá que gestionar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. ¿Qué escenario nos vamos a encontrar?

-Lo primero es manda un mensaje social de optimismo. La sociedad navarra ha salido de situaciones mucho más duras que esta. Eso no quiere decir que la pandemia no vaya a tener mucha influencia en la vida de la gente, sobre todo en la población más vulnerable. Por lo tanto, hay que seguir el camino de las medidas sociales y de protección que se han venido planteando en estos mees.

¿Habrá que revisar el presupuesto de este año?

-Habrá que reorientar partidas en base a los nuevos requerimientos de gasto. Todos los departamentos somos conscientes de esto, y se ha instalado un principio de prudencia. No vamos a poder ejecutar todo el presupuesto, entre otras cosas, porque la propia administración estuvo prácticamente parada por ley durante tres meses. Pero es pronto para concretar qué se podrá hacer y qué no.

¿Cómo será el presupuesto del año que viene?

-Debe ser un presupuesto de reactivación y de reconstrucción. De reorientado a lo social y a la protección del empleo. Pero sobre todo enfocado hacia nuevos modelos de desarrollo económico. Lo urgente no nos tiene que hacer perder de vista la perspectiva estratégica.

¿Tocarán la política fiscal?

-Es una posibilidad que debe estar encima de la mesa. La política fiscal es el instrumento más potente que tiene Navarra, forma parte de su soberanía. No sería sensato renunciar a él.

¿Con quién van a negociar?

-El Gobierno tiene la obligación de sacar adelante los presupuestos, y tendrá que negociarlo con quienes estén en disposición a sacarlos adelante. Pero es lógico pensar que se van a seguir dando las mayorías que se han venido dando hasta ahora.

"El Gobierno marca el límite de lo posible, pero Podemos debe pasar esa línea para caminar hacia la utopía"

"La política no puede volver a ser un ámbito alejado de la sociedad. Como partido no nos lo podemos permitir"

"Los tres años que le quedan al Gobierno van a exigir mucho esfuerzo para cumplir el acuerdo programático"

"He sido crítico cuando se ha planteado limitar derechos fundamentales sin una motivación suficiente"

"No nos importa la visibilidad; nuestro objetivo en el Gobierno es hacer, ya habrá tiempo de explicarlo"

"La política fiscal es el instrumento más potente que tiene Navarra. No sería sensato renunciar a él"