2021 va a ser un año muy europeo. Las consecuencias del brexit, que entró en vigor el 1 de enero, y la gestión de los fondos europeos para la reactivación económica dibujan un nuevo escenario que el director general de Acción Exterior del Gobierno de Navarra, Mikel Irujo, observa con optimismo. "Navarra está muy bien preparada", apunta el responsable de la Delegación en Bruselas desde 2015, que en esta legislatura ha ampliado competencias. "La Acción Exterior debe ser una política básica de Gobierno, con una perspectiva general. Eso exige profesionalización y una labor transversal para que todos departamentos trabajen de forma coordinada", explica Irujo, que emplaza al Gobierno central a concretar lo antes posible los criterios con los que se van a repartir los fondos europeos. "No podemos perder más tiempo", afirma.

¿Qué retos tiene Navarra en política de Acción Exterior?

-El mundo se está haciendo muy pequeñito. El reto de Navarra es ser competitiva en el contexto europeo para luego poder serlo en el mundo. Y la capital de Europa está en Bruselas. Allí se deciden muchas cosas. El 80% del presupuesto de la UE, por ejemplo, se gestiona a través de las regiones, así que nos interesa mucho ese contacto directo con la Comisión Europea. En Bruselas además hay más de 1.500 redes de colaboración interregional. De todo tipo. Estar allí es clave para que te conozcan. Si no estás, no existes.

¿Y se conoce a Navarra?

-Evidentemente, la capacidad de influencia y conocimiento de Navarra no es la de Baden Wurtemberg, que tiene 11 millones de habitantes. Pero en la media en que participamos en todas esas iniciativas que se generan en el entorno europeo, especialmente en aquellas en las que Navarra tiene más potencialidad, acaban saliendo cosas. Es una lluvia fina que al final va calando.

¿Hablamos de captar fondos europeos?

-Sí, pero no solo. Es mucho más que eso. Se trata de suprimir barreras para tener mayor contacto. De eso va a la Unión Europea, no hay otro misterio. Y es lo que debemos potenciar para que Navarra se impregne de todas esas iniciativas comunitarias. Si Europa decide potenciar una estrategia concreta, digamos la economía circular, Navarra debe estar preparada. Nuestro mercado, nuestra realidad, es Europa. Tenemos que estar alineados con ella creando un ecosistema atractivo que sea capaz de generar por sí mismo la riqueza en aquellos ámbitos en los que Europa va a ser potente, como el pacto verde o la digitalización.

El Gobierno de Navarra tiene previsto crear este año una Oficina de Proyectos Europeos. ¿Con qué objetivos?

-Acceder a la financiación de la UE exige un trabajo administrativo complejo. Pero además, la Comisión Europea está llena de sorpresas. Proyectos piloto, iniciativas particulares y un larguísimo etcétera que muchas veces es desconocido. Así que el objetivo de la Oficina es contar con toda la información, dar apoyo administrativo y coordinar todos las proyectos que busquen financiación de la UE.

¿La UE ha acabado convertida en una simple unión de Estados?

-Es que la UE es una unión de Estados. Es así. Es verdad que se podría avanzar hacia una Europa federal, por ejemplo, convirtiendo el Comité de las Regiones en una especie de Senado europeo. Es un debate político que está pendiente. Pero eso no debe ocultar que las regiones tienen también un papel muy importante dentro de la UE, sobre todo en cuanto a la ejecución de los proyectos. Lo vamos a ver con los fondos del Next Generation.

Con los jefes de Estado fijando las directrices de la UE en cumbres no siempre transparentes, ¿entidades interregionales como la Eurorregión no corren el riesgo de convertirse en organismos meramente folklóricos?

-No, para nada. Europa va de eliminar fronteras. Algunas son políticas y dependen de los Estados, pero muchas otras son sociales o económicas, y ahí las entidades interregionales como la Eurorregión nos ofrecen múltiples oportunidades. Sobre todo una mayor capacidad de impacto para poder competir en el mercado europeo, algo que solos no podríamos hacer.

¿Por ejemplo?

-Se ha creado un cluster transfronterizo que ha unido a universidades, administraciones y empresas de la CAV, Aquitania y Navarra para trabajar en el Big Data. Las cámaras de comercio también tienen un programas para impulsar y facilitar el intercambio comercial de empresas con Burdeos. Son dos ejemplos, pero hay muchos más.

¿Está justificada la gran expectativa que han generado los fondos Next Generation

-Es algo histórico, desde luego. La UE ha hecho algo que se le demandó mucho en la crisis anterior, dar una respuesta a una situación excepcional, y lo ha hecho de forma clara y contundente. La Comisión ha sido muy inteligente. Sabe que Europa se está quedando atrás en aspectos como la digitalización. Así que ha hecho de la necesidad virtud con una inversión nunca vista antes, y que además nos convierte en el continente verde por excelencia.

¿La apuesta por las políticas verdes es real?

-Sí. Y no solo es un tema ideológico, es comercial también. Hace décadas que Europa perdió la guerra de los precios, y en calidad ya no competimos como antes. Pero el sello verde sigue siendo eminentemente europeo. Toda la industria lo tiene claro. El actual sistema productivo es inviable y al final el resto del mundo nos va a tener que seguir.

¿Pero no hay riesgo de que las administraciones recojan proyectos que tenían en el cajón y los presenten con un lazo verde? Pablo Casado ya está pidiendo el dinero para compensar a Madrid por la nevada.

-Tendrán que justificarlo muy bien, porque los fondos no son un cheque en blanco. El objetivo no es tapar huecos en el presupuesto, sino reformar la economía, y se va a mirar con lupa. Así que desde ese punto de vista estoy tranquilo. El Gobierno español puede proponer la limpieza de las calles de Madrid, pero se lo van a rechazar. Hay muchos países europeos que no pueden aceptar que el dinero no se destine a lo que se ha acordado porque su opinión pública no se lo va a permitir.

¿En qué situación está Navarra?

-El punto de partida es bueno porque Navarra está bien posicionada. El trabajo que se hizo con la estrategia de especialización inteligente S3 la pasada legislatura fue muy importante. Tenemos el Navarra Green o el plan de digitalización, donde se identifican proyectos muy concretos que encajan perfectamente en el Next Generation. Estamos muy preparados y podemos afrontar los retos que nos vienen de manera muy positiva.

¿Tienen una estimación de cuándo recibirá Navarra los fondos?

-Los plazos los marca la UE. Antes del 30 de abril cada Estado debe presentar su Plan Nacional para que sea aprobado por la Comisión. Ahí debe estar todo muy detallado, con números y comas. El gasto tiene que estar comprometido antes del 31 de diciembre de 2023, y ejecutado para finales de 2026. Lo que no se gaste para entonces ya no se podrá gastar. Es un plan de choque, así que hay que hacerlo rápido.

¿A cuantos fondos aspira Navarra?

-No me atrevo a dar una cifra. El Gobierno central todavía no ha concretado la fórmula con la que se van a distribuir los fondos. No sabemos qué parte son subvenciones directas, qué parte convenios, qué parte gestionan directamente las CCAA... Y es importante que lo haga pronto, porque si espera al 30 de abril, para cuando le den el visto bueno nos habremos comido más de medio año todavía sin ver las ayudas.

¿Le preocupa que el Gobierno central pueda priorizar criterios políticos?

-Este es un fondo que va dirigido a los Estados miembros, y son ellos los responsables de su distribución. Es así. Pero no tengo por qué presuponer que se vaya a hacer mal. Se va a crear una conferencia sectorial con comunidades autónomas específica que todavía no se ha reunido, y confío en que sea una fuente de información más clara, porque sigue habiendo mucha incertidumbre en torno a los criterios de distribución. Habría que acabar con esa incertidumbre lo antes posible.

¿Debería Navarra poder optar directamente a los fondos, sin pasar por el filtro de Madrid?

-Evidentemente, entendemos que la financiación debería estar al alcance, y que las comunidades deberían tener mayor poder de decisivo. Pero son estas las reglas que ha fijado la UE, así que ahí poco podemos decir.

Da la impresión de que la UE solo avanza cuando se encuentra ante el precipicio.

-¿Y quién no? Europa se enfrenta a una encrucijada clara, es la verdad. Asia nos está dando un repaso, pero abismal, en todos los campos. Incluso Estados Unidos se está quedando descolgado. Pero se ha respondido bien. Y en esto creo que el brexit ha tenido mucho que ver.

¿Por qué?

-El brexit, junto con algunos movimientos políticos antieuropeistas, han removido los cimientos de la Unión. Ha generado una cohesión inaudita en la negociación, y nos ha hecho ver que la UE no tiene por qué ser para siempre. Que necesita cuidado, atención y la adopción de unas políticas valientes. Que Europa no puede ser el origen del problema como en 2008, que debe ser la solución.

¿El Reino Unido se puede convertir en un competidor desleal?

-Es el miedo, sí. Pero para eso se han articulado unos mecanismos de reciprocidad y defensa ante posibles competencias ilegítimas. Pero aún así, obviamente van a salir muchísimos problemas. Se pierde estabilidad en la relación comercial con Reino Unido, y eso no es bueno para la economía.

¿Qué afección va a tener en el día a día para los ciudadanos?

-El acuerdo de retirada no tiene efectos retroactivos para quienes ya están allí, pero a partir de ahora sí se va a notar. Volvemos a necesitar visados y pasaportes, por ejemplo. Tampoco habrá reconocimiento semi automático de titulaciones y si alguien va para más de seis meses deberá cotizar a la Seguridad Social británica para poder acceder a una asistencia sanitaria. A partir de ahí, la relación final dependerá mucho de lo que el Reino Unido quiera. Con Noruega por ejemplo la alineación es prácticamente plena.

¿La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca es algo positivo desde el punto de vista de la UE?

-Desde luego la salida de Trump, sí. Pero tampoco cambia la realidad. El liderazgo de Estados Unidos en el mundo ha terminado, y pronto veremos a China como la principal potencia del mundial. Eso supone un reto enorme para Europa. No solo desde el punto de vista económico, también en cuanto al modo de vida europeo y al propio sistema democrático.

¿Está en riesgo la democracia en el mundo?

-En el último año los países democráticos han disminuido un 13%. La democracia va para atrás, es la realidad. EEUU tiene muchas carencias y ha hecho muchas cosas mal, pero ha sido un referente democrático en el mundo, la base del sistema de gobernanza mundial. Y eso está cambiando.

¿El asalto al Capitolio es una muestra de la decadencia de los EEUU?

-El asalto al Capitolio supone una imagen nefasta para Estados Unidos, pero es también una imagen nefasta para la democracia. No hay más que ver los comunicados que han sacado China, Venezuela, Irán o Rusia. Esa pérdida liderazgo de Estados Unidos tiene unos efectos colaterales en la gobernanza del mundo desde un punto de vista democrático.

¿En qué sentido?

-China ha conseguido algo que no había conseguido nadie hasta ahora. Que un modelo autocrático logre un desarrollo económico sin precedentes. Si EEUU, con sus peros, deja de ser el faro, el referente de la gobernanza mundial, el testigo lo recoge China. Y eso tiene consecuencias. Para nosotros por ejemplo los derechos humanos son universales, pero China no lo ve así, lo considera un concepto occidental.

¿Y qué puede hacer Europa?

-Europa es ahora mismo el último dique de contención frente las autocracias. Y el modelo de vida europeo se basa en los derechos sociales, en el bienestar social, la sanidad y las pensiones universales, la educación... Conceptos que para nosotros son muy normales, pero que en el resto del mundo no están garantizados, ni siquiera en EEUU. En el norte de Europa hay un miedo latente a la influencia de Rusia. Y todo eso es por influjo de esta pérdida de referencia democrática.

No es un escenario muy alentador.

-Europa sigue siendo teniendo un prestigio mundial muy grande, tanto el sello verde como su calidad democrática. Son valores que debe cuidar y defender. Pero solo somos el 6% de la población mundial y no llegamos al 20% de la economía en el mundo. Si se hiciera un nuevo G-7 el único país europeo que quedaría en 2030 sería Alemania. Por eso creo que el Next Generation se va a hacer bien, por la cuenta que nos trae. Debemos ser conscientes de ello.

¿Entonces, es optimista?

Europa ha reaccionado bien, y apunta a la política verde y hacia la digitalización. Sí, soy optimista. Hemos salido de mucho peores que esta.

"La UE ha entendido que Europa no puede ser el origen del problema como en 2008, que debe ser la solución"

"El Estado debe aclarar cuanto antes los criterios para el reparto de fondos, esta incertidumbre no es buena"

"El asalto al Capitolio es una imagen nefasta para EEUU, pero también es una imagen nefasta para la democracia"