al día como hoy hace 90 años se inició la Segunda República, uno de los pocos periodos democráticos vividos en el Estado español que quedó tan solo en un paréntesis de apenas un lustro y que supuso una oportunidad perdida para la renovación del sistema, las instituciones y la sociedad española, concluyendo además de la peor manera posible con el golpe militar que provocó el inicio de la Guerra Civil en 1936.

Así, esta fase democrática se prolongó a lo largo de cinco intensos años llenos de vaivenes y de cambios de orientación en los gobiernos, desde el primer bienio reformista a la llegada de la derecha en 1933, y a los meses finales tras la victoria del Frente Popular en los últimos comicios republicanos.

Asimismo, toda la etapa de la Segunda República estuvo marcada por la ineficacia de las administraciones a la hora acometer las reformas necesarias para modernizar el país y, a la par, por el continuo ruido de sables que terminó materializándose en julio de 1936 para tumbar la breve experiencia democrática.

En cualquier caso, y pese al fracaso de consolidación que tuvo este segundo intento republicano en España -algo más extenso que el de 1873 que duró poco más de año y medio-, ha dejado una profunda huella en el recuerdo colectivo, acentuada por las cuatro décadas de dictadura franquista que sucedieron a la contienda civil. Es más, el debate sobre un futuro modelo de Estado republicano no solo perdura en la sociedad, sino que se ha reavivado en los últimos tiempos debido a la profunda crisis que atraviesa una monarquía en decadencia salpicada por los escándalos fiscales y la corrupción endémica de la institución.

Repasando la proclamación republicana de la que hoy se cumplen 90 años, uno de los episodios clave tuvo lugar en Euskadi, ya que fue Eibar la primera localidad del Estado en izar la bandera tricolor en su Ayuntamiento a primera hora del 14 de abril de 1931. El desencadenante del pronunciamiento fueron las elecciones municipales celebradas dos días antes, en las que la coalición republicana-socialista triunfó en las grandes ciudades y en los municipios industrializados, lo que precipitó la pérdida de apoyos de la monarquía de Alfonso XIII.

De esta forma, en la localidad armera tomaron la iniciativa y, a las seis y media de la mañana del día 14, la corporación municipal recién elegida -de aplastante mayoría republicana- proclamó desde el Consistorio la Segunda República. Acto seguido, el concejal Mateo Careaga (Acción Republicana) izó la enseña republicana. El gesto de Eibar fue imitado en las siguientes horas en la mayoría de ayuntamientos donde habían vencido las fuerzas políticas contrarias a la monarquía y el pronunciamiento triunfó finalmente en Madrid, precipitando la caída del Gobierno del almirante Juan Bautista Aznar y el inmediato abandono del país de Alfonso XIII.

El nuevo orden republicano se articuló en los meses siguientes con un Ejecutivo liderado por Manuel Azaña y con el moderado Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República. La renovación de un país profundamente atrasado fue el objetivo prioritario de las autoridades, que tuvieron que afrontan un panorama endiablado en una España repleta de carencias sociales, con una situación económica crítica y un clima de enfrentamiento continuo. Todo ello acentuado por un ejército golpista cuya mayoría de generales y altos mandos no llegaron a aceptar a las nuevas autoridades y amagaron constantemente con un golpe militar que llegó finalmente cinco años más tarde con la peor de las consecuencias.

Con motivo de la efemérides, historiadores y expertos en el segundo periodo republicano realizaron ayer a Efe su valoración de esta etapa, que coinciden en calificar de experiencia democrática “profunda” y “esperanzadora” a pesar de su trágico final. Según el catedrático de Historia Contemporánea Juan Pablo Fusi, la proclamación de 1931 “fue recibida muy favorablemente por la opinión pública y celebrada” en la sociedad española. Sin embargo, lamenta que el primer Gobierno reformista “se vio desbordado desde el principio por conatos revolucionarios de la CNT y aprobó cuatro proyectos de reforma que dividieron al país” en educación, ejército, organización territorial y agricultura.

El historiador y economista Ángel Viñas incide en esa idea de fracaso en los primeros compases de la Administración republicana. “El Gobierno comienza a acometer con mucha prisa su reto de modernizar a España y empieza a pisar callos por doquier”, refleja. Viñas cree asimismo que el “gran error” de la República fue “no tomar medidas eficaces” para evitar la sublevación militar de 1936. “La República pudo prevenir el golpe del 18 de julio y desarticular la conspiración”, asegura.

Por último, el hispanista Paul Preston destaca también la “alegría popular” con la que se recibió la noticia del advenimiento republicano. “Estimuló una esperanza masiva de dejar atrás la incompetencia y la corrupción del sistema político de la monarquía”, señala, antes de recordar que la herencia de la Segunda República “ha sido una añoranza de democracia y una determinación popular de no volver a una dictadura”.

Respecto a dicha añoranza del modelo de Estado republicano, en los últimos meses el debate ha vuelto con fuerza a la palestra, espoleado en gran parte por la crisis que atraviesa la monarquía española en la actualidad debido al legado de corrupción y negocios opacos de Juan Carlos I, y del que su heredero Felipe VI es incapaz de desprenderse.

La principal novedad respecto a esta cuestión ha sido la presencia por primera vez en el Gobierno de un partido político nítidamente republicano, Unidas Podemos, cuyo líder Pablo Iglesias ha hecho además bandera del republicanismo durante su estancia en el Ejecutivo. Sin embargo, el PSOE sigue apostando con firmeza por la actual monarquía, mientras que todas las formaciones de la derecha cierran filas con Felipe VI, lo que dificulta sobremanera un horizonte republicano en el Estado español.

“El gran error de la República fue no tomar medidas eficaces para evitar la sublevación”

Historiador

“Fue recibida muy favorablemente y celebrada por la opinión pública”

Catedrático de Historia

“La República estimuló una esperanza masiva de dejar atrás la corrupción monárquica”

Hispanista