No habrá convenio para financiar las obras del Tren de Alta Velocidad (TAV). Al menos a corto plazo.

El Parlamento rechazó este jueves una propuesta de Navarra Suma para reclamar al Estado la encomienda de las obras y, de esta forma, poder acelerar su construcción. Una fórmula que ya se ha empleado en la CAV, pero que en Navarra no tiene buenos precedentes. El convenio aprobado en 2010 fue revocado por el Ministerio de Fomento en 2017 con las obras apenas iniciadas y después de que el Navarra hubiera tenido que asumir un alto coste en intereses.

Se trata a fin de cuentas de una infraestructura de competencia estatal que avanza en función de la inversión recogida en los Presupuestos del Estado y de la capacidad de presión política para garantizar su ejecución. Algo que, más allá del debate puntual de cada momento en el Parlamento, ha quedado en evidencia con los gobiernos de uno y otro color.

Términos reiterados, más o menos en los mismos términos, durante el pleno de ayer, en el que la mayoría que sostiene al Gobierno foral reprochó al portavoz de Navarra Suma sus intentos reiterados de utilizar el TAV como “señuelo partidario”.

De una u otra forma, PSN, Geroa Bai, EH Bildu y Podemos rechazaron la moción defendida por Javier Esparza, que tiró de hemeroteca para denunciar el cambio de postura de los socialistas.

“La pasada legislatura Chivite le pedía a Barkos que optara entre el desarrollo de Navarra o la comodidad de un Gobierno secuestrado por Bildu. Yo ahora se lo pido a usted”, espetó Esparza a la presidenta, a quien recordó que el PSN llevaba en su programa electoral la firma de un convenio para la construcción del tren de alta velocidad. “Pero aquí el TAV va a la velocidad que marcan Bildu y Madrid”, lamentó Esparza.

SIN APOYOS

Nada nuevo en cualquier caso en un discurso que se encontró una vez más en soledad parlamentaria. “No sé si es el mejor día para dar titulares y hacer anuncios apocalípticos”, replicó por parte del PSN Jorge Aguirre, que recordó que Esparza también daba por hecho que el coche eléctrico no se fabricaría en Landaben, noticia confirmada justo ayer. “El paso del tiempo les va a dejar como unos cenizos”, apuntó.

Tampoco Geroa Bai salió en defensa del convenio con el Estado. “Estaríamos de acuerdo si sirve para que el Gobierno de Navarra pueda tomar decisiones sobre el proyecto, pero no si es como el que firmó UPN”, argumentó Uxue Barkos, que recordó que la encomienda suscrita por Miguel Sanz y Pepe Blanco fue “un mal convenio” que costó dinero a Navarra. “Si algo tenemos claro es cómo no hay que hacer las cosas, como ustedes las hicieron”, apuntó la portavoz de Geroa Bai, que invitó a Esparza a dejar de usar el TAV para generar tensiones en el Parlamento.

Tampoco salió adelante un texto alternativo planteado por EH Bildu, que abogaba por un tren regional “moderno, rápido, eficiente y de servicio”. “Después de 50 años se ha demostrado que el TAV tiene un coste muy elevado y aumenta la polarización territorial”, señaló Adolfo Araiz, que recordó los múltiples incumplimientos y falsas promesas que han rodeado a la infraestructura ferroviaria desde su construcción.

Todo queda así en manos del Estado, que es quien asume la competencia y quien fijará los ritmos de construcción, todavía lentos tanto en lo que se refiere a la conexión con Zaragoza como al enlace con la CAV para la salida a Europa. Y que será también quien determine el futuro que le queda a la línea tradicional. “El TAV y el tren regional no son incompatibles”, defendieron el PSN y Geroa Bai. Una solución pendiente de resolver todavía pero que, con convenio o sin él, va para largo