Víctor Lapuente (Chalamera, Huesca, 1976) es catedrático en ciencia política en Gotemburgo, y una voz conocida por los oyentes de la Cadena Ser.

¿Cómo observa este momento tan grave y preocupante?

-Estamos en una situación de incertidumbre total. Yo pensaba que de las tragedias que vivieron mis abuelos, cuáles eran las que me tocaría pasar. Al final, una pandemia, y la guerra pues ya veremos, porque nos está tocando muy cerca. Hay una incertidumbre económica, pero creo que la mayor incertidumbre es la política, porque las economías padecen las guerras, pero se recuperan relativamente rápido.

Pero hablamos de la energía para mover esa economía.

-Es verdad, pero también es una oportunidad de oro primero para rescatar el debate que se está reabriendo en muchos países europeos sobre la energía nuclear. Creo que es lícito que ahora la gente se plantee si era más sensato hacer como los franceses que como los alemanes. Luego está el debate de las energías alternativas. Una oportunidad para darle un empujón a la descarbonización de la economía. La amenaza exterior en cierto sentido puede servirnos para unirnos a los europeos en esto, paradójicamente. Intento sacar la parte positiva. Es una situación muy complicada. Para el mundo y para Ucrania es un auténtico desastre, pero la economía puede sortearlo, y para la economía política y los acuerdos entre los políticos, la idea de que existe una amenaza externa puede ser facilitadora para alcanzarlos.

Debates en un contexto de vulnerabilidad y temor. ¿A río revuelto, ganancia de pescadores?

-Sí, pero también como mínimo hay en este momento una sensación de consenso ciudadano que todavía no se ha podido traducir en consenso político. Creo que el tema de los beneficios caídos del cielo, de la asignación del sistema de precios de la electricidad, esto, que parecía una utopía cambiarlo, ahora ya parece factible y hasta deseable por parte de muchos. Hay una oportunidad para tomar ese tipo de medidas, de la misma manera que impuestos a las transacciones bancarias o a cierta movilidad de capital o a las grandes empresas tecnológicas, porque creo que hay una sensación generalizada de que hay que arrimar el hombro. Una consecuencia inesperada de crisis como esta puede ser unir a la población y hacer que los sacrificios sean más tragables por todos, empezando por los intereses económicos.

Sabemos que son los sectores más vulnerables los que terminan pagando el pato.

-Sí, el gran tema no es tanto la recuperación de la economía, que creo que se recuperará, sino si vamos a continuar con esta sensación de que la recuperación es asimétrica, que unos se benefician y otros que no. Esa es la clave, y por lo tanto la lucha contra la desigualdad tiene que ser fundamental, porque si no va a aumentar el problema que se ha agudizado durante la pandemia, que es el de la desconfianza brutal de los ciudadanos en los representantes políticos, y muy en particular, en el caso de España.

¿Cómo cree que puede evolucionar en los próximos meses una opinión pública sometida a tanta tensión?

-Prefiero ser optimista, porque casi todos los estudios señalan que los ciudadanos españoles están de acuerdo en un gran número de políticas públicas, y que el disenso en el foro mediático no se corresponde con la relativa moderación y consenso de los españoles. Me atrevo a pensar que existe bastante consenso en torno a cuál debería ser la reacción de los países occidentales frente a Putin por su agresión en Ucrania. Creo que hay una mayoría de la población española dispuesta a pagar, si se distribuyen de manera equitativa, unos sacrificios. Si no se percibe que son unos los que pagan fundamentalmente la factura. Además hay un cambio de liderazgo en el principal partido de la oposición, y esto también es una oportunidad para hacer un poco de reset en la política. l