Urbasa - Primer domingo de septiembre, la sima de Otsoportillo volvió ayer a ser lugar de memoria y homenaje a todas las personas asesinadas por el golpe de 1936. “Un año más y como los últimos cuarenta, nos congregamos aquí para reclamar la verdad y denunciar la amnesia que nos impone todavía hoy en esta tierra, que cuenta con más de 3.000 fusilados en su haber”, señaló Juana Mª Sáinz, alcaldesa de Uharte Arakil, Ayuntamiento que junto al de Irañeta y la asociación Memoria galtzen 80 urte fueron los encargados de preparar el homenaje. Y es que fruto de un convenio de colaboración suscrito el pasado año por los ayuntamientos de Sakana, éstos asumieron el compromiso de su organización de forma rotatoria junto con familiares y asociaciones memorialistas.

“Nosotros y nosotras reivindicamos la memoria con un doble objetivo, el conocimiento y el reconocimiento. La memoria como ejercicio de reconocimiento a los represaliados y a sus familiares, a los que honramos en el acto de hoy, y la memoria como conocimiento, que nos provea las herramientas para soltar amarras de una vez por todas con este régimen del 78 tan atado y bien atado al del 36”, observó Txomin Uharte, de Memoria galtzen 80 urte. “Solo mediante la memoria histórica podremos recuperar la verdad sobre el pasado, comprender el presente y abordar por fin el futuro plenamente”, incidió el alcalde de Irañeta, Juan Ángel Beraza.

De olvido, dolor y silencio pero también de memoria, solidaridad y de un tiempo de sonreir hablaba una poesía de Castillo Suárez, acompañada de una representación de danza que se pudo ver ayer. Tampoco faltó un aurresku, una ofrenda floral y un almuerzo.

DESDE 1980 En torno a medio millar de personas acudieron ayer a este homenaje que surgió de familiares de fusilados y simpatizantes con la causa republicana que contaron con la ayuda del Ayuntamiento de Etxarri Aranatz. También con la del escultor de Bakaiku Juan Ramón Anda, que creó una obra que mantiene viva la memoria de este lugar, atacada en diferentes ocasiones. “Cuando fue posible, nuestros padres se juntaron y consiguieron poner este monumento. Aquí seguimos. Van desapareciendo unos y vienen otros, la tercera generación. Nos han en enseñado a mantener viva la memoria de nuestros abuelos y nosotros seguimos”, señaló Amaia Urkijo Artola. Los restos de su abuelo, Víctor Urkijo, fueron exhumados en octubre del pasado año, en una segunda intervención realizada por Aranzadi. “Nosotros insistíamos en que estaba aquí. Hubo que mover cinco toneladas de piedra que habían tirado encima”, recordaba. “No se puede explicar con palabras con lo que se puede sentir cuando te dicen este es tu abuelo”. Los restos de su otro abuelo fueron exhumados en la sima del Raso junto con otros cuatro vecinos de Etxarri Aranatz.

“El Gobierno de Navarra quiso impulsar desde el principio políticas públicas de paz, memoria y convivencia. Una sociedad basada en el olvido nunca puede ser una sociedad democrática. Es necesario aflorar lo que ocurrió aquí, con una mirada hacia el futuro para avanzar en una sociedad en paz y para que no se repitan estos episodios de violencia”, apuntó la consejera de Relaciones Ciudadanas e Institucionales, Ana Ollo. “En nuestro compromiso está también el derecho de los familiares, atender , a las víctimas en verdad, justicia y reparación, y la política de exhumaciones avanza mucho en este sentido”. Al respecto, recordó que de las más de 3.000 personas fusiladas en Navarra un millar todavía no ha aparecido y probablemente nunca se sabrá donde acabaron. “Cada uno que sale es una reparación a todas”.

fosa común Si bien se cree que fueron arrojados más cadáveres, la Sociedad de Ciencias Aranzadi exhumó restos de 11 personas en dos prospecciones realizadas en 2016 y 2017. Hasta la fecha se han identificado a siete, todos de los pueblos de alrededor. De Altsasu eran dos, Víctor Urkijo y José Úbeda. De Olazti eran otros dos, Melitón Aguirre y Miguel Vergara, al igual que de Ziordia: los hermanos Domingo y Francisco San Román. Otro era de Urdiain, Francisco San Román.